El tema migratorio forma parte de la gama de asuntos –junto con comercio, seguridad y energía– que acaparan la agenda de México con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En el primer día de gobierno del empresario, cuatro de los principales centros de investigación del país coincidieron en que la migración no es un fenómeno meramente coyuntural. Les quedan cosas dos cosas: una, que México debe llegar a la negociación empoderado y con la noción de que Estados Unidos no es el único que puede exigir, y dos, que a los negociadores mexicanos el tema migratorio no tiene importancia frente al tema comercial.
Ciudad de México, 23 de enero (SinEmbargo).- En los primeros días de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, México encontró dos espacios en la agenda. Primero para el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, e Idelfonso Guajardo, Secretario de Economía. Luego, a fin de mes, será el turno de Enrique Peña Nieto.
También, en estos primeros días, el panorama comercial de la región se modificó: Trump anunció que Estados Unidos no formaría parte del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) y Canadá, por su parte, comunicó que en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), no apostará por un acercamiento con México para evitar “daños colaterales”. Al equipo de Trump le agradó la decisión.
Y mientras las relaciones comerciales se tambalean, el tema migratorio se acerca a una catástrofe, señalaron diversos investigadores de cuatro de los centros de estudios más importantes del país, en el foro “El sistema migratorio regional de cara a la administración Trump”.
En este escenario, el tema migratorio no es el principal e incluso, como lo señaló Carlos Heredia Zubieta, investigador del Centro de Docencia e Investigación Económicas (CIDE), los negociadores mexicanos están molestos porque tendrán que trabajar también el tema.
“Se perfila un escenario en el que lo migrantes son moneda de cambio, un instrumento para la negociación comercial y otras negociaciones que si son prioritarias. En la cabeza de los negociadores no está defender a los migrantes, sino el TLCAN entendido como una conquista de las élites políticas y económicas mexicanas […]. Los negociadores están molestos porque les van a poner ahora a los migrantes, que son un estorbo porque lo importante es lo comercial; están de mal humor”, comentó.
Silvia Giorguli Saucedo, presidenta de El Colegio de México (Colmex), dijo que la preocupaciones no son solo por la coyuntura Trump, sino porque parece que en el gobierno no hay eco de la academia y la sociedad frente a las amenazas latentes.
“Se tiene que ubicar el tema migratorio en un marco de Derechos Humanos que ya está construido y se debe enfocar en una visión integral, no sólo con los deportados, sino como un proceso que incluye todos los flujos migratorios. Se necesita coherencia en torno a los principios de la política migratoria, el discurso de México debe sostenerse y la migración no sea una moneda de cambio en discusiones comerciales”, señaló.
Por su parte, Jorge Durand, antropólogo e investigador también del CIDE, explicó que las políticas que Trump prometió en campaña no son nuevas, sino que por años, los presidentes y los estados han intentado activar leyes claramente racistas, pero que fueron detenidas por los congresos y la sociedad civil. Pero ahora, Trump tiene el “carro completo” y la sociedad civil anti inmigrante que estuvo pasiva durante años, encontró el momento para reactivarse.
Prevé que desde los primeros años sea notorio un incremento en las deportaciones alcanzando hasta 700 mil por año, el muro y el reforzamiento de la seguridad en la frontera, problemas logísticos de México con la migración en tránsito, un futuro complejo con leyes migratorias y un ataque sistemático a instituciones que apoyan a migrantes, como ciudades y universidades santuario.
Coincidió con el Philip Martin, Director del Programa de Migración de la Universidad de California: habrá más bardas y cámaras en la frontera y flexibilidad en el presupuesto para ello, cada estado tendría la capacidad para recrudecer sus leyes migratorias y se harán esfuerzos para fortalecer las deportaciones.
Pero nada que no se haya hecho ya.
DE FRENTE A LA NEGOCIACIÓN
De acuerdo con Martin, el tema migratorio en Estados Unidos está polarizado: unos quieren el muro y otros defender los derechos humanos.
Son cerca de 8 millones de migrantes que trabajan en construcción de residencias, de puentes o en limpieza de hogares, en la cocina y en agricultura, ya sea como contratistas o con frutas, vegetales, flores y lácteos.
“Para Trump la preocupación es la frontera con México. Prometió un muero y si no es eso hará otra cosa. En su campaña utilizó a mujeres a las que les mataron a sus hijos unos trabajadores ilegales, por lo que no serían toleradas las ciudades santuarios.
Esos casos hicieron eco”, agregó.
Por su parte, Agustín Escobar, Director del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), habló de que los números muestran claramente que el tránsito indocumentado ha descendido de más de 1 millón de inmigrantes detenidos en la frontera en 2000 y 2010 a 180 mil en los últimos años, lo que demuestra que la vigilancia es totalmente eficaz, ya que se trata de una disminución de 80 por ciento.
“En aquel tiempo se hablaba del fracaso de la frontera y de cómo habría que reforzarla. La población mexicana indocumentada tiene una reducción de 16 por ciento. Es un éxito la política migratoria, sin escándalos humanitarios que hayan bloqueado la política de deportaciones. Si se juntan los dos hechos anteriores, no debería haber reacciones de los grupos provocadores”, señaló.
Por tal razón, continuó, México puede hacer un cambio en las políticas migratorias, en donde se reconozca que EU ha abusado de la relación que no ha traido ningún beneficio para México.
“Trump tiene una posición en la que por lo menos tiene que hacer algo simbólico respecto a la frontera, respecto a las deportaciones. No se sabe si sólo sea simbólico. Pero repite que la ley de deportaciones estará ahí. El es un negociador y lo que se haga será público y real y por eso el gobierno mexicano debe tener cuidado al rechazar las políticas. Una cosa es ver qué quieren y otra es decir que no. Trump se emociona rápido. En la negociación, México le debe recordar a Estados Unidos que coopera mucho en el tema migratorio”, agregó Philip Martin.
También el investigador Gustavo Vega del Colmex, insistió en que uno de los principales problemas del equipo mexicano es que no se esperaba siquiera que ganara Trump, ya que quizá se tenía plan B, pero el A tenía el 99 por ciento de su atención.
“La negociación tiene que tomar en cuenta que cualquier medida restrictiva no sólo será grave para México, sino también para Estados Unidos y no conviene entrar a una guerra comercial. Se tiene que tomar en cuenta que cualquier negociación se entienda con una relación interconectada en la que hay que tener cuidado”.
Agregó que preocupa que Trump insista en que el gobierno mexicano debe pagar el muro, “ese símbolo no se puede aceptar; ya hay una política en la frontera y pueden seguir con todo lo que ya han hecho pero como política interna, nosotros no debemos pagar los costos”.