Después de conectar una serie de golpazos a la cabeza, Willis Meehan pidió al árbitro que parara la pelea cuando estaba apaleando duro a su oponente, Leamy Tato.
Por Juliet Spies-Gans
Ciudad de México, 22 de octubre (SinEmbargo/The Huffington Post).– Golpes, sangre y algunas palabras de misericordia volaron en el ring.
En ocasiones hay que lanzar algunos golpes para darse cuenta de los méritos de la paz. Al menos ese fue el caso del boxeador neozelandés Willis Meehan el pasado miércoles, cuando estaba apaleando tan duro a su oponente, Leamy Tato, que exigió al réferi parar la pelea.
Después de conectar una serie de golpazos a la cabeza, Meehan volteó a la derecha para gritar al árbitro. Tras un breve momento, el tercero sobre la superficie finalmente respondió al pedido de clemencia de Meehan y paró la reyerta a los 42 segundos del round dos.
«Creo que cuando el réferi miró que la pelea era tan dispareja, debió parar la pelea», dijo Meehan después. «Pero es el difícil negocio en el que estamos. Hice el trabajo, él está bien, terminó de pie la noche».
Según el sitio de Nueva Zelanda, Stuff, Meehan esperaba desde el primer round que el árbitro terminara el combate.
¿Ves ese punto rojo en tu pantalla?, sí, es sangre. Ugh.