Con un sórdido sentido del humor, situaciones límite y trastocando tabúes sociales, la autora mexicana Lorea Canales compila 13 relatos cuyas protagonistas son, en su mayoría, mujeres contrastantes que navegan los mares de la ansiedad, el hartazgo y la incomprensión. Personajes en apariencia tranquilos, pero que internamente están a punto de estallar.
Para Puntos y Comas, te presentamos una charla con esta novelista, periodista y abogada de gran trayectoria, quien asegura que los cuentos que presenta «son en cierta forma secretos, pues el lector sentirá que ha descubierto algo nuevo».
Ciudad de México, 22 de agosto (SinEmbargo).- Con un sórdido sentido del humor, situaciones límite y trastocando tabúes sociales, la escritora mexicana Lorea Canales compila en Mínimas Despedidas (Dharma Books, 2019) trece relatos de amplia gama de tópicos, pero con la línea común de personajes que en apariencia permanecen tranquilos aunque internamente están a punto de explotar.
“Más que situaciones límite hay en este libro violencias constantes y comunes. Y justo eso es lo que termina por trastocar al lector: no hay peor violencia que aquella que es normalizada”, opina la autora cuyos personajes son en su mayoría mujeres que narran en primera persona. Mujeres contrastantes que navegan los mares de la ansiedad, el hartazgo y la incomprensión.
Sobre este punto, Lorea agrega que “a las mujeres todavía no se nos da permiso en la vida pública, ni privada, de ser plenamente humanas con toda la complejidad que eso supone […] Crecí en un lugar donde los roles de las mujeres eran muy limitados, aunque eso empieza a cambiar… creo, espero”.
Pero no sólo las injustas vicisitudes del género inundan estas páginas, también otro eje importante es el de las clases sociales, e incluso la «mentalidad regia» en contraposición con la capitalina, algo que la propia autora vivió al crecer entre dos urbes: la Ciudad de México y Monterrey.
“Escuchaba cómo ambas se despreciaban, pero sobre todo se ignoraban y se desconocían. Los regios ven hacía el norte, los de la capital hacía ellos mismos […] La diversidad nos enriquece. Creo que en la medida en que salgas de tu entorno social todo se vuelve más interesante”.
Es primordial señalar la labor de Dharma Books en la publicación de esta antología. Lorea se considera afortunada al tener un lugar en esta editorial: «La mayoría de las editoriales publican un 80% hombres contra un 20% mujeres, pero Dharma busca tener paridad de género, y se dieron a la tarea de buscar escritoras para lograr esto”.
Para Puntos y Comas, te presentamos una breve charla con esta novelista de gran trayectoria, quien asegura que los cuentos que presenta son en cierta forma secretos, pues el lector sentirá que ha descubierto algo nuevo.
Trece relatos que plasman diversas escenas y situaciones de la vida en Monterrey, sobre todo, dentro de un círculo social acomodado. Donde la o el protagonista, se rebela contra esos estatutos sociales que le han sido asignados.
Con un tono casual, íntimo y honesto, estos cuentos develan una realidad que pareciera difícil de romperse, pero que en algún momento comienza a fragmentarse, evidenciando la falta de libertad, y la atmósfera sofocante, que se vive en sociedades cerradas y conservadoras.
En “Fénix», por ejemplo, dibuja las pinceladas de Joy Laville, mientras describe una escena incestuosa; en «Carmen Redux» una familia se ve afectada por la violencia del crimen organizado; y con «Las piernas de mamá» se presenta una alegoría con tintes de surrealismo. Entre el humor y el rigor, sus personajes reclaman ser escuchados, haciendo visible lo que a primeras luces se difumina.
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—A lo largo de tus cuentos vemos personajes femeninos contrastantes; desde amas de casa abnegadas y “de buena familia”, hasta mujeres que rompen estándares como en los relatos “Fénix” y “Huizache”. ¿Por qué estos polos opuestos? ¿Hay algo de autobiográfico o te inspiraste en mujeres de tu entorno más próximo?
—En toda escritura hay elementos autobiográficos en el sentido que solo podemos escribir sobre lo que conocemos o imaginamos. Se crea a partir de uno mismo, ya sea escritura o cerámica. Pero estos cuentos salen de experiencias imaginadas, nada ha sucedido en realidad, ni son tomados de personas que existan en carne y hueso.
Me alegra que hayas notado una gama amplia en los personajes femeninos, a las mujeres todavía no se nos “da permiso” en la vida pública, ni privada, de ser plenamente humanas con toda la complejidad que eso supone.
—Divorcio, padres ausentes, aborto, infertilidad, masculinidad tóxica, depresión y hasta un homicidio-suicidio. Tus cuentos abarcan un abanico de temas “incómodos” o tabús sociales. ¿Por qué te ha interesado poner a tus personajes en estas situaciones límite?
—Hacemos mucho para intentar normalizar nuestra experiencia y aislarnos de estas situaciones que llamas “límites”, sin embargo siempre están ahí y nos acompañan a todos. Además creo que con excepción de algunas situaciones como el suicidio, esas “situaciones límite” son en realidad violencias constantes y comunes. Y eso es lo que termina por trastocar más al lector. No hay peor violencia que aquella que es común a pesar de tener una apariencia de extraordinaria.
—Noté que algunos personajes reaparecen de un cuento a otro, desde distintos enfoques y sin ser nombrados explícitamente o de forma tan evidente. ¿Esta decisión narrativa fue premeditada o se fue presentando sobre la marcha?
—En algún momento jugué con ponerles el mismo nombre y que aparecieran como personajes que saltan de un cuento al otro, porque sí son como los árboles de plástico que utilizan los arquitectos en sus maquetas, sirven para dar contexto y paisaje.
—Disfruté particularmente los cuentos “Fénix”, “Las piernas de mamá”, y “Carmen Redux” por irreverentes, sórdidos e incluso cómicos por momentos. Si te pido seleccionar tres relatos favoritos, ¿tienes a tus consentidos? De ser así, ¿cuáles y por qué?
—“Las piernas de mamá” es el más original, sin duda. “East River” ha sido muy leído en Estados Unidos entre estudiantes que están aprendiendo español porque pueden leer un cuento en español con un contexto newyorquino que les es familiar. Pero quizás los que más quiero son los cuentos regiomontanos por ser un lugar tan particular.
—En el último cuento está muy presente la mentalidad regia versus la capitalina. También el TEC de Monterrey es un escenario primordial de la historia. Tú eres de la CDMX y estudiaste en un TEC. ¿Qué nos puedes decir respecto a los moldes, roles y clases sociales que relatas (tema recurrente en otros de tus cuentos)?
—Yo nací en la Ciudad de México, mi mamá es de ahí, pero crecí en Monterrey, mi papá es de ahí. Así que siempre viví entre las dos ciudades, escuchando cómo ambas se despreciaban, pero sobre todo se ignoraban y se desconocían. Los regios ven hacía el norte, los de la capital hacía ellos mismos.
El TEC fue dónde conocí otros estados de la república y tuve amigos de Tamaulipas, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Morelia, Oaxaca, Chiapas y también de Panamá y El Salvador, eso es algo que atesoro. La diversidad nos enriquece. Creo que en la medida en que salgas de tu entorno social todo se vuelve más interesante. Cuando yo crecí en Monterrey los roles de las mujeres eran muy limitados, aunque eso empieza a cambiar… creo, espero.
—Varios de los cuentos recopilados en Mínimas despedidas fueron publicados en diversos medios entre 2016 y 2018. ¿Algo en particular detonó tu inspiración para escribir durante este periodo de tiempo?
—Se me fueron ocurriendo de manera individual y los fui publicando casi al azar. De pronto me di cuenta que ya tenía un buen número de cuentos. Algunos fueron por encargo como “Atardecer”, que aparece en la antología Monterrey 24.
—Cuéntanos brevemente cómo surgió la idea de crear esta antología… ¿Se acercó a ti la editorial Dharma Books para animarte a compilar tus cuentos?
—Yo sigo a Sara Uribe en Twitter, es una gran poeta y persona. Un día vi que ella puso una convocatoria de Dharma que buscaba narrativa escrita por mujeres. La mayoría de las editoriales publican un 80% hombres contra un 20% mujeres, pero Dharma busca tener paridad de género, y se dieron a la tarea de buscar escritoras para lograr esto. Me encantó esa iniciativa, les mandé mis cuentos y los seleccionaron. Tuve suerte.
—Una mínima despedida a manera de invitación para que los lectores se acerquen a este libro.
—Es difícil echar salsa a sus propios chilaquiles. Pero digamos que si estos cuentos fueran chilaquiles, las tortillas serían crujientes, la salsa picosita y bien salada, tendrían queso y crema, frijoles a un lado ¡y no engordan! Después de leerlos quedarías contento, con una media sonrisa en la boca. En cierta forma estos cuentos son secretos y sentirías que descubriste algo.
“Carmen Redux” es una especie de acertijo para el que doy muchas pistas pero nadie ha descubierto aún. Si ya lo has leído te lo puedo compartir. @loreac en twitter, @loreacanaless en Instagram o a través de Dharma Books.
Lorea Canales es abogada, periodista y novelista. Estudió escritura creativa en la Universidad de Nueva York, donde recibió su maestría en 2010. También recibió su maestría en derecho en la Universidad de Georgetown en Washington DC, donde trabajó como abogada antes de entrar al periódico Reforma y cubrir casos jurídicos. Por otro lado, enseñó derecho en el ITAM.
Es autora de Apenas Marta y Los Perros, considerados por la crítica nacional como las mejores novelas de 2011 y 2013. Siendo parte de una nueva generación de escritores globales, Becoming Marta -traducida al inglés- fue publicada por Amazon Crossings en Febrero del 2016, llegando a ser un Amazon Bestseller y Kindle First pick, y asimismo ganó el Premio International Latino Fiction Awards.
Desde el año 2000 vive en Nueva York y continua escribiendo para diversas publicaciones y colaborando en antologías.