La Traición del Osito Bimbo

22/08/2017 - 12:00 am

Desde 2006 la gran industria de alimentos y bebidas anunció su compromiso de no realizar publicidad a menores de 12 años de productos que no fueran saludables. A partir de la evidencia del poder persuasivo de una industria de publicidad multimillonaria que tiene una gran responsabilidad en el deterioro de los hábitos alimentarios de los niños, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó en 2006 la Estrategia Global de Dieta, Actividad Física y Salud que señalaba la necesidad de regular la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia.  En 2010 la misma Asamblea aprobó recomendaciones específicas para que los gobiernos regularan este tipo de publicidad

En este contexto, las grandes corporaciones globales de alimentos y bebidas, con el fin de impedir el establecimiento de fuertes regulaciones a este tipo de publicidad, clave para generar consumidores de por vida, presentaron a la propia OMS y a los gobiernos nacionales propuestas de autorregulación. Como toda autorregulación, sus criterios eran muy laxos a modo de que no significaran ningún impacto en sus ganancias, es decir, sus autorregulaciones fracasaron.

En México, las empresas tomaron compromisos voluntarios para no realizar publicidad a menores de 12 años de aquello que cada empresa consideraba alimentos no saludables. La empresa Bimbo fue la única que estableció criterios nutricionales que la obligaban a dejar de hacer publicidad a niños menores de 12 años de parte importante de sus patelillos (Marinela) dulces (Ricolino) y botanas (Barcel). La empresa dejó de realizar publicidad de estos productos dirigida a los niños y dejó de usar regalitos, promociones y personajes de películas en sus empaques.

Un funcionario de Bimbo nos comentó la dificultad que enfrentaban con la competencia al tomar estas medidas. El ejemplo fueron sus botanas Barcel. El niño entraba a las tiendas y encontraba de un lado las botanas de Pepsico, Sabritas, con imágenes de los personajes de éxito del momento en los empaques, con tazos coleccionables en cada empaque, con muy diversas promociones atractivas para los niños. Del otro lado las botanas de Barcel, sin personajes, sin coleccionables, sin promociones atractivas para los niños. En ese momento, para Bimbo, la alternativa para tener una competencia en el mercado más justa era que se estableciera una regulación que impidiera a Sabritas usar esas estrategias para atraer a los niños a la compra de su producto.

Ante la situación, Bimbo rompió su compromiso y volvió a las prácticas de abusar de los niños, de su “credulidad e inexperiencia”. En este momento puede observarse en las envolturas de los pastelillos de Bimbo Marinela el uso intensivo de los estrategias de enganche a los niños

En la imagen se compara las envolturas de dos pastelitos de Bimbo, uno popular en Chile (Alfi) y otro popular en México (Nito). En Chile, gracias a la regulación de la publicidad y el etiquetado elaborada sin la intervención de la industria, pueden observarse claramente tres sellos negros octagonales que advierten al consumidor que el producto es: “Alto en Grasas Saturadas”, “Alto en Azúcares” y “Alto en Calorías”. Este tipo de etiquetado que forma parte de la política contra la obesidad en Chile, es un etiquetado que los niños pueden entender, como se ha demostrado en grupos focales. Por otro lado, el pastelillo de Bimbo en Chile no lleva ninguna imagen de un personaje atractivo para los niños, tampoco anuncia un coleccionable, regalo o promoción que atraiga a los niños. El producto comercializado en Chile por Bimbo está obligado a llevar esos sellos, que hasta los niños entienden, y no puede tener ningún elemento que atraiga a los niños (personajes, coleccionables, etc) si porta un sello negro o más que adviertan que es alto en azúcar, grasas saturadas, sodio y/o calorías.

Del lado derecho puede verse otro producto de Bimbo pero en el mercado mexicano. Gracias a la regulación elaborado pro COFEPRIS en contubernio con la industria, el etiquetado frontal que presenta no entendible por los consumidores, no sólo los niños no lo entienden, tampoco los estudiantes de nutrición lo entienden. Gracias a la regulación de la publicidad dirigida a niños elaborada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) en contubernio con la industria, el producto, sin ningún problema, puede presentar en su envoltura al personaje de la película de éxito para los niños en el momento y además ofrecer una tarjeta coleccionable, no importa que tenga un alto contenido de azúcar, de grasas saturadas, de calorías. En la parte posterior de la envoltura el niño puede ver las demás estampas que puede encontrar en estos productos para lograr completar su colección.

Si Bimbo hubiera mantenido su compromiso en México de no hacer publicidad a menores de 12 años bajo los criterios nutricionales que estableció, no estaría desarrollando esta estrategia publicitaria usando elementos de enganche con los niños como el personaje de la película de éxito del momento ni coleccionables. Si COFEPRIS hubiera realizado una regulación de la publicidad como recomienda la OMS, si la hubiera elaborado con los institutos de salud y expertos libres de conflicto de interés, como se elaboró en Chile, no tendríamos este tipo de publicidad y etiquetados.

Bimbo traicionó su compromiso. Pero la mayor traición es de COFEPRIS, ya que es un organismo del Estado cuya misión es proteger la salud. Sin embargo, COFEPRIS elaboró los criterios de la regulación de la publicidad con la industria, así como los criterios para el etiquetado frontal, entregando la política de interés público a los intereses provados que han combatido las regulaciones propuestas por la OMS.

Nos acercamos al final de una administración que ha declarado emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes pero que ha dejado en manos de las grandes corporaciones de alimentos y bebidas regulaciones fundamentales para atacar estas emergencias epidemiológicas. Las empresas que diseñaron las regulaciones de publicidad de alimentos y bebidas a niños en nuestro país son las que combaten en procesos judiciales las regulaciones establecidas en esta materia en Chile. La industria quiere mantener lo que ocurre en México y combatir lo que ocurre en Chile. El gobierno mexicano se ha puesto del lado de la industria, no del interés público.

En la imagen de arriba puede observarse de un lado y otro un ejemplo de lo que ocurre cuando se actúa a favor del interés público y cuando se hace a favor de la industria, cuando se hace una regulación por expertos e instituciones libres de conflicto de interés y cuando la autoridad entra en contubernio con la industria.

Agradezco a Susana Jiles de Educación Popular en Salud (EPES) de Chile su colaboración con el envío de la imagen de ”Alfi” que Bimbo produce y comercializa en su país.

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Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.
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