La diseñadora María Luisa de Chávez realiza coloridas prendas que escapa a los estándares europeos y norteaméricanos por su propuesta original y fresca.
Ciudad de México, 22 de julio (EFE).- El estudio de la diseñadora mexicana María Luisa De Chávez huele a telas, yeso y perfume. «La moda es una expresión pero también es una pasión mexicana», afirma a Efe la artista de ojos vivos y de pelo gris eléctrico.
La moda de María Luisa (Ciudad de México, 1941) escapa de los estándares europeos y norteamericanos, puesto que sus vestidos, corsés y faldas están inundados de colores vivos y bordados hechos por artesanos de todo México, desde Acapulco hasta Veracruz, y sus modelos no siguen el artificial cánon de 60-90-60.
«Yo no lo hago para competir con los grandes diseñadores, hago una moda para México», explica la diseñadora, quien revela que en el extranjero también tiene clientes importantes y remarca que en un viaje a Italia volvió con un par de prendas ya que le compraron casi toda la colección.
Maria Luisa trabajó cuarenta años consecutivos como proveedora de «una empresa muy importante del área mexicana de aviación», negocio que aún sigue manteniendo, pese a que concentra la mayoría de su tiempo en elaborar su moda que mezcla seda asiática (de China, Japón o Corea) con artesanía mexicana.
La artista, quien diseñó varios vestidos a Marta Sahagún, primera dama durante el sexenio del expresidente Vicente Fox (2000-2006), explicó que su colaboración con artesanos mexicanos empezó cuando trabajaba con adultos, quienes hacían unas obras «maravillosas con telas muy corrientes que cuando se lavaban se despintaban o se desfilaban».
«Ellos diseñan su dibujo, su colorido, pero yo les voy guiando a que sea dentro de su idea algo más moderno y sofisticado», narró María Luisa, quien añadió que todos los vestidos que diseña están hechos a mano, tarda, de 2 a 3 semanas en elaborarse y cuestan entre 40 mil y 50 mil pesos (2 mil 285 a 2 mil 857 dólares).
Empezó a darles linos, lanas, telas de mejor calidad, «y la verdad que ya muchos tomaron ese camino y sus prendas ya valen la pena porque son una belleza», puntualiza María Luisa, quien empezó sus pasos como diseñadora cuando hacía vestidos para sus muñecas con los restos de las telas con las que su madre le hacía su ropa.
María Luisa, cuya madre es española, se define como «absolutamente barroca» y precisa que sus primeros pasos como escultora iniciaron cuando cerró su fábrica hace casi dos años, en la que trabajaban más de 400 personas, y decidió empezar una nueva aventura con su amiga Estela haciendo esculturas en maniquíes.
«Empapelé mi maniquí y luego hice bustiers (corsés) porque es la reminiscencia de cuando Frida Kahlo tenía sus corsés de yeso. Son obras hechas con alegría, con música, con color, recordándola a ella pero sin tanto dramatismo», apunta.
Una vez creados los maniquíes, María Luisa invitó a varios artesanos a pintar algunas de sus obras, entre ellos José Bustillos, un artesano de Tixtla, uno de los pueblos más castigados del estado Guerrero, «donde están verdaderamente dominados por el narco», lamentó.
Explica que hay muchos artesanos hombres, sobre todo en los talleres que impartió en Oaxaca, donde la mayoría son deportados de Estados Unidos. «Quiero dejar mi legado para que todos los jóvenes que están estudiando diseño o arte cultiven nuestra cultura. No tenemos que ir (a EU)», ahondó.
Una de las habitaciones de su taller, situado en el sur de la Ciudad de México, está habitada por varios maniquíes con una historia propia, entre ellas la única escultura que tiene rostro: la cara de la muerte, que rinde homenaje a todas las víctimas feminicidio en México.
También hay una escultura que representa «La Llorona», personaje de una leyenda mexicana; otra que simboliza una revolucionaria; así como una pescadora de las costas de Veracruz, vestida con una blusa blanca que parece estar empapada tras haber nadado en el mar.
Maria Luisa, quien vende su moda y su arte a través de internet, anuncia que está preparando una nueva colección de esculturas que tendrán como inspiración a los escritores y poetas mexicanos, aunque confiesa que es una gran amante del poeta chileno Pablo Neruda, por lo que no cierra las puertas a otras nacionalidades.