Durante una entrevista en el podcast Happy Sad Confused, la intérprete ha explicado que su trabajo en la última temporada fue un alarde de profesionalidad y de hacer de tripas corazón en lo que se refería a sus opiniones en torno al guion.
Madrid, 22 de junio (Europa Press).- Desde que Juego de Tronos llegara a su fin hace ahora dos años, Emilia Clarke, la actriz que dio vida a Daenerys Targaryen, no ha dejado de expresar su disconformidad con la conclusión de la ya mítica serie de HBO.
Ya en entrevistas pasadas, la que fuera Madre de Dragones señaló haberse quedado «jodida» con el final que tuvo su personaje ya que consideró que los showrunners, David Benioff y D.B. Weiss, convirtieron a su personaje en alguien «fría e inexpresiva». Sin embargo, ahora ha confesado que tuvo que resignarse por completo para filmar sus escenas durante la última temporada.
Durante una entrevista en el podcast Happy Sad Confused, la intérprete ha explicado que su trabajo en la última temporada fue un alarde de profesionalidad y de hacer de tripas corazón en lo que se refería a sus opiniones en torno al guion. «Entiendo que la gente se enojara. Lo entiendo perfectamente», ha explicado Clarke antes de apuntar que «siendo actriz, no puedes hacerle justicia al personaje con el que has derramado sangre, sudor y lágrimas durante una década sin llegar a acuerdos».
Clarke ha señalado que no podía simplemente decir «voy a hacer la escena de cualquier manera porque estoy muy enojada», haciendo referencia a su profesionalidad.
Son muchos los elementos relacionados con la evolución de Daenerys que, al igual que a la actriz, enfadaron al público durante la octava tanda de episodios. No es solo que la transformación el personaje en villana ocurriera para muchos de forma acelerada o que al final fuera asesinada por Jon Nieve. Hay otros elementos como que Bran Stark fuera finalmente nombrado rey de Poniente que no satisficieron ni un ápice al público.
A diferencia de las anteriores temporadas de Juego de Tronos, la octava y última no estaba basada en ninguna de las novelas de su creador, George R. R. Martin. La ficción televisiva superó en el ritmo de su adaptación a la capacidad del autor para escribir nuevos libros, lo que hizo que los guionistas no tuvieran un material de base el que partir y que tuvieran que tomar decisiones desde cero que no acabaron de convencer a los fans.