Dos investigaciones independientes en primates aumentan las expectativas de que los humanos puedan desarrollar inmunidad ante el coronavirus.
Por Verónica Fuentes, Agencia SINC
Madrid, España, 22 de mayo (Agencia SINC).– Con más de 5 millones de casos confirmados y 328 mil muertes en todo el mundo, aún se desconocen muchos aspectos sobre el SARS-CoV-2. Dos cuestiones críticas son si los individuos que se han recuperado están protegidos contra la reexposición al virus y si las vacunas prevendrán la infección.
Esta semana, la revista Science ha publicado dos nuevos estudios en macacos Rhesus bastante prometedores. Los trabajos, dirigidos por investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) de la Universidad de Harvard (EU), apuntan cómo los humanos sí podrían desarrollar inmunidad tras una infección natural o después de una vacuna.
Si bien existen diferencias entre el coronavirus en estos primates y en los humanos, entender si su contagio provoca inmunidad contra la reexposición al virus es fundamental en estos momentos para el desarrollo de estrategias de salud pública. Por ahora, no hay datos sobre esta supuesta protección frente una nueva infección.
«La pandemia de COVID-19 ha hecho que el desarrollo de una vacuna sea una prioridad biomédica de primer orden, aunque en la actualidad se sabe muy poco sobre la inmunidad protectora contra el virus», afirma Dan H. Barouch, director del Centro de Virología e Investigación de Vacunas del BIDMC y autor principal.
En el primero de los trabajos, los investigadores crearon un modelo de macaco con SARS-CoV-2 –que contaba con ciertos aspectos de la infección humana–. Después de exponer a nueve ejemplares adultos al virus, los investigadores monitorearon la carga viral a medida que los animales se recuperaban. Los nueve superaron la enfermedad y desarrollaron anticuerpos contra el virus.
Más de un mes después de la infección inicial, tras 35 días, el equipo volvió a exponer a los macacos al virus (administrado en las mismas dosis que la primera vez). Los animales demostraron una protección casi completa: manifestaron pocos o ningún síntoma después del segundo contagio y presentaron respuestas inmunes contra esta posterior infección.
Estos datos sugieren una inmunidad protectora natural contra la COVID-19 en este modelo animal. «Los individuos que se recuperan de muchas infecciones virales suelen desarrollar anticuerpos que proporcionan protección contra la reexposición, pero no todos los virus generan dicha inmunidad natural», puntualiza Barouch.
No obstante, dadas las limitaciones temporales del estudio, será necesaria investigación adicional para definir la durabilidad de la inmunidad natural mostrada. «Se requerirán rigurosos estudios clínicos para determinar si la infección del SARS-CoV-2 protege eficazmente contra la reexposición en los humanos», subraya.
EL PASO PARA UNA VACUNA
En el segundo estudio, en el que participaron muchos de los mismos investigadores, los expertos demostraron que seis vacunas de ADN candidatas indujeron respuestas de anticuerpos neutralizantes y protegieron contra el SARS-CoV-2 en los macacos Rhesus.
El equipo comenzó a trabajar en una vacuna contra la COVID-19 a mediados de enero, cuando los científicos chinos publicaron el genoma viral. Así, desarrollaron una serie de prototipos que expresaban variantes de la proteína spike o S, clave para responder rápidamente frente al nuevo coronavirus.
Para evaluar su eficacia, los investigadores inmunizaron a 25 macacos adultos con las vacunas candidatas y a 10 con un control falso. Los animales vacunados desarrollaron anticuerpos neutralizantes contra el virus. Tres semanas después de una vacuna de refuerzo, los 35 ejemplares fueron expuestos de nuevo.
Las pruebas de seguimiento revelaron cargas virales mucho más bajas en los macacos vacunados. Ocho de los 25 animales vacunados demostraron no tener virus detectable tras la exposición; y el resto, niveles bajos.
Además, cuando los macacos vacunados se infectaron exhibieron niveles de anticuerpos en su sangre suficientes para neutralizar el virus en dos semanas. Según los autores, estos niveles fueron similares a los observados en humanos recuperándose del SARS-CoV-2.
Asimismo, los niveles más altos de anticuerpos se relacionaron con cargas virales más bajas, lo que sugiere que los anticuerpos neutralizantes pueden servir como signo de protección y resultar útiles como punto de referencia en las pruebas clínicas de las vacunas. «Nuestros hallazgos aumentan el optimismo de que el desarrollo de vacunas frente a la COVID-19 sea posible, pero se necesitarán más investigaciones para abordar la duración de su protección», concluye Barouch.