Hoy es el Día Internacional de la Tierra, una fecha para recordar que el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento. Por ello, Blanka Alfaro de la organización Mercy For Animals, hace un llamado a reflexionar sobre el tipo de alimentación que llevamos y el impacto que ésta tiene en el planeta.
Ciudad de México, 22 de abril (SinEmbargo).– El Día Internacional de la Madre Tierra, como acaba de ser bautizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), no puede ser, como muchas otras conmemoraciones, una fecha más en nuestro calendario. En México, especialmente, el tema del cuidado del planeta y la protección de los ecosistemas debería preocuparnos. De acuerdo con los indicadores ambientales establecidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, nuestro país está ad portas del desastre en términos de biodiversidad, manejo de residuos, calidad atmosférica y protección de áreas forestales, y ya reprobó completamente en otros temas como la presión sobre los recursos hídricos y la conservación del suelo.
Como lo señala la ONU, este día nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la manera como nos relacionamos con la naturaleza y todas las formas de vida que la habitan. Esta idea que parece tan simple se torna en un reto si tenemos en cuenta que más de la mitad de la población mundial habita en zonas urbanas e ignora lo que sucede fuera de los límites de la ciudad. Una de las principales actividades que ocurre en las áreas rurales es la explotación de animales como alimento. Esta actividad, como lo señaló hace ya más de una década la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ocupa un tercio de la superficie cultivable del planeta, utiliza el 8 del agua dulce y es responsable de al menos el 9 por ciento de las emisiones de CO2, el 37 por ciento de las emisiones de metano y el 65 por ciento de las emisiones de óxido nitroso, gases que contribuyen al efecto invernadero. Esto, además de que las escorrentías de las granjas contaminan las fuentes de agua.
Por ello es que en este Día Internacional de la Madre Tierra debemos pensar en el tipo de alimentación que llevamos y el impacto que ésta tiene en el planeta. En términos ambientales, no es lo mismo consumir productos de origen animal que consumir vegetales. Por ejemplo, para producir 1 gramo de proteína derivada de la carne de vaca se requieren 112 litros de agua, mientras que para producir 1 gramo de proteína derivada de vegetales se requieren sólo 26 litros.
A las consecuencias ambientales de la producción de cada uno de los alimentos que ponemos en nuestro plato, se suman las implicaciones éticas. Si aceptamos la invitación de la ONU a considerar esta celebración como un pretexto para pensar sobre cómo nos relacionamos con las demás especies con quienes compartimos el planeta, no podemos ignorar el sufrimiento al que sometemos a todos los animales explotados por la industria de la alimentación. Las gallinas, las vacas, los cerdos y otros animales confinados en granjas y asesinados en los rastros son víctimas de una crueldad que es difícil de imaginar. El hecho de que estos animales no sean de la misma especie de aquellos con quienes compartimos el hogar o de quienes viven de manera silvestre, no los hace menos merecedores de compasión y respeto. Esta misma reflexión cabe para los peces atiborrados en tanques o capturados por millares, asfixiados e, incluso, desollados mientras aún están vivos y sienten dolor.
Dejar a los animales fuera de nuestro plato es la mejor decisión que podemos tomar si realmente nos importa proteger el planeta y asegurarnos de que las próximas generaciones puedan disfrutar de agua y aire limpios. Que este Día Internacional de la Madre Tierra se convierta en una razón para adoptar una alimentación sostenible, saludable y compasiva a base de plantas.