La periodista y escritora reúne sus trabajos periodísticos en torno a la inequidad de género y la violencia contra las mujeres en su libro Cuando el cielo se pinta de anaranjado, ser mujer en México. “Estas son el tipo de historias que a mí me interesaban y que estuve escribiendo durante todos estos años y que ahora están reunidas en Cuando el cielo se pinta de anaranjado, ser mujer en México”, dice.
Ciudad de México, 22 de abril (SinEmbargo).- El cielo se pinta de anaranjado para la mujer de 45 años que es la periodista y escritora Irma Gallo. Ve la vida en ese tono, todavía no es vieja pero la juventud ha pasado a esa medianía de edad donde la existencia comienza a mostrar todos sus matices.
Como tal hace tiempo que además de sus actividades culturales ha comenzado a hacer notas relacionadas con el género, a mujeres que han luchado contra circunstancias terribles y que a pesar de ello tienen cosas para decir a sus semejantes.
Mujeres deportadas por Estados Unidos, que fueron denunciadas por sus maridos violentos; mujeres transexuales, víctimas de discriminación o casos como el de Yakiri Rubio, “quien fue violada por un tipo que intentó matarla y que cuando ella se defendió y lo mató, terminó ella en la cárcel”.
“En el caso de Yakiri, empecé con hablar con los padres. Su mamá es adoptiva, no es de sangre, pero la quiere como si lo fuera, porque ha estado con el padre de Yakiri desde que ella era un bebé. Hago este paréntesis porque es muy importante para entender el movimiento social en apoyo a Yakiri, que comenzaron sus padres. Después conocí a la abogada que la defendió, quien comenzó a trabajar sin cobrar un peso para defenderla. Esto me llamó mucho la atención y me dijo: allí hay una historia que hay que contar”, cuenta Irma.
–Este libro continúa con tu línea y te obliga a volver a pensar qué es eso de ser mujer en México
–De alguna manera. Son historias que he venido publicando en medios como SinEmbargo, como la revista variopinto, donde me he volcado más a lo social que a lo cultural. Todas tienen puntos en común de que son mujeres y que han sufrido o luchan contra la discriminación genérica. Encontré muchas líneas en torno al tema de cómo ser mujer en México. A veces parece gastado ese tema de la violencia de género o el feminismo, pero uno sigue topándose con esos temas, inevitablemente.
–¿Te preguntaste cómo trabajar en México siendo mujer?
–Sí y he tenido respuestas varias. Algunas de que el techo de mujer no existe y otras que ha habido discriminación constante. Creo que si yo hubiera sido hombre, estaría de jefa.
–Pensaba yo también en los premios. Pensaba en el Alfaguara, que cuando lo ganó una mujer no estuvo a la altura de los hombres…
–Creo que hay una necesidad de cuota de género hasta en los premios. Hablando de los premios Alfaguara, todos son hombres y de pronto, una mujer. Y luego vuelven los hombres. Parece ser que hay una obligación para incluir a una mujer aunque la calidad no sea la misma. Esto pasa con los diputados, con esas “juanitas” que no tienen ninguna experiencia, pero se dan a votar y luego entran los hombres…
–Hay todo un sistema machista fuera de lo expreso, subliminalmente…
–Sí y cuando me preguntan por qué sigo escribiendo sobre mujeres yo volteo a ver casos donde no debería haber problemas y no es así. Jennifer Lawrence, Emma Watson, Robin Wright, que te dicen todo el tiempo cómo tienen que luchar para que sus salarios sean iguales a los de los hombres.
–Ahora bien, tú hablas de Yakiri, a mí no me parece mal que esté presa, que esté presa por tres meses, hasta que todo se aclare. Mató a alguien…
–Sí, tienes razón, pero al mismo tiempo que sucedió lo de ella un hombre en la Del Valle mató a uno de sus asaltantes. El hombre jamás pisó la cárcel, este hombre tenía un BMW, una posición social diferenciada, pienso que la justicia hace diferencia por los sexos…
–Bueno, también por la posición social…
–Hacia las dos cosas. El capítulo de Yakiri se titula “Culpable de ser lesbiana, tepiteña y mujer”. Hay otro caso, el de Ema, que terminó muy mal, terminó asesinada por su marido, de Tabasco, en un hecho de profunda venganza. Se ejerce una violencia particular contra las mujeres. Otro caso son mamás deportadas en los Estados Unidos, denunciadas por maridos violentos, conocí a este grupo de mujeres en Tijuana, algunas de las mujeres no pueden volver a Estados Unidos por 10 años, algunas fueron separadas de su bebé de pecho, tremendo. Sí percibo que hay un trato distinto por el hecho de ser mujer.
–¿Cómo ha sido el conocimiento de diferentes organizaciones que luchan por la mujer?
–Bueno, a veces no estoy de acuerdo con cierto feminismo moderno. Muchas ONG tienen buenas intenciones, pero hay grupos feministas, de chicas muy jóvenes, que no han estudiado el feminismo teórico. No pelean por los 43 de Ayotzinapa porque no hay ninguna mujer y agreden a los que luchan por ellos, por ejemplo. A veces son llamadas “feminazis” y con todo el derecho. Si fuiste a agredir el monumento de los 43, te van a llamar así. Hace poco conversé con una maestra árabe que me decía que el feminismo occidental es colonizador. Siempre nos ven a nosotros, que usamos yihad, como mujeres débiles, que no estamos educadas porque nuestros maridos no nos dejan, eso no es cierto y en aras de eso nos han venido a reprimir más todavía.
–Tiene mucho que ver con el machismo, pero también con el capitalismo…
–Es verdad, como ese libro ¿Quién la hecho la cena a Adam Smith?, que es un estudio sobre la economía y acerca de las mujeres en la vida de estos hombres. No hablemos de feminismo, hablemos de la mujer en el contexto del mundo, porque la violencia ha recrudecido.
–Ha recrudecido porque las mujeres cada vez somos más dueñas de nosotras mismas…
–Efectivamente. Mi impresión en torno a eso es que vamos ganando más terreno profesional, económica y sexualmente, más se recrudece la violencia contra las mujeres. Los hombres comienzan a sentirse desesperados porque ya no son los proveedores esenciales de un hogar y no saben qué hacer. En las crisis económica se ve mucho eso. También hemos educado muy mal a los hombres. Si un hombre no es proveedor, ha fracasado en la vida.
–Hay un tema que tiene que ver con la cuestión física…
–Es verdad. Hay una feminista de 91 años, a la que entrevisto, que se llama Jean Franco y me dice que cuando una mujer llega a cierta edad, casi te tiran a la basura. Si eres hombres, eres un hombre maduro, exitoso. Donald Trump tiene más de 70 años y es el Presidente de los Estados Unidos. Imagínate si una mujer llegara a eso. Una mujer de determinada edad ni siquiera a las feministas les importa.