En su primer discurso como Presidente, Enrique Peña Nieto dijo que su objetivo principal era mejorar la economía de las familias. Como candidato, ofreció triplicar el crecimiento de México y aseguró que con las reformas estructurales esto se lograría. En resumen, en el inicio de su sexenio afirmó que transformaría al país; sin embargo tres años después ninguna de estas promesas se han reflejado.
Por Xanath Lastiri y Daniela Barragán
Ciudad de México, 22 de enero (SinEmbargo).– Las palabras de Enrique Peña Nieto, el Presidente que hace tres años promovía su paquete de reformas estructurales y describía una táctica de ejes de crecimiento en pos de la economía mexicana se han ido diluyendo. El discurso dejó de concordar con la realidad de millones de mexicanos que viven en la pobreza o la de otros tantos millones que no pueden comprar la canasta básica alimentaria, aun teniendo trabajo.
La pobreza, los salarios, el empleo y la calidad de vida en México han sido constantes en lo que va de la administración actual que ensombrecieron aquellos mensajes que hablaban de un país próspero y próximo a convertirse en una potencia mundial.
“Vienen, de eso estoy convencido, mejores tiempos para todos los mexicanos. Porque éste, éste es el momento de México […] Tras sucesivas crisis financieras que cimbraron al país, los mexicanos aprendimos duras lecciones y supimos poner orden”, fueron algunas de sus palabras al inicio de su administración.
Sin embargo, los problemas se volvieron sistemáticos debido a que no han sido abordados de manera adecuada, aunque en algunos casos, según la opinión de especialistas, no se han querido atender.
El discurso presidencial cambió de manera radical, en gran parte, por los escándalos de presunta corrupción y conflicto de interés en los que se ha visto inmerso el mandatario e integrantes de su círculo cercano, pero también porque la credibilidad de la gente hacia las autoridades se ha deteriorado.
La realidad que viven los mexicanos –con un dólar a la alza, un salario que no crece y un panorama económico incierto ante la situación global– es opuesto a todo aquel México que al inicio del sexenio presumieron no sólo en el país sino también en el extranjero.
“El México que nos vendieron, contrasta con el que hoy vivimos: hay un incremento de la pobreza, un aguzamiento de la crisis económica, una inestabilidad en el tipo de cambio y somos insuficientes. Todo esto atenta contra las condiciones de vida de la clase trabajadora y desafortunadamente, el panorama es que todo empeore. ¿Cómo nos vienen a plantear que habrá mejoras para la población, cuando en la realidad es todo lo contrario?”, comentó David Lozano Tovar, académico de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
¿Y EL CRECIMIENTO?
Cuando Enrique Peña Nieto asumió la presidencia en el año 2012 dijo que con las leyes secundarias, México tendría un mejor desarrollo económico. Tan sólo el año pasado las expectativas de crecimiento bajaron consecutivamente y ni siquiera se obtuvo el porcentaje proyectado; hace tres años, este país registró un crecimiento de 3. 5 por ciento, en 2013 fue de apenas 1.1, 2014 cerró en 2.6 por ciento.
A principios del 2014, Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), dijo en una entrevista a los medios de televisión: “esperamos que con la aplicación de las reformas lleguemos a la segunda parte de la administración del presidente (…) creciendo consistentemente por arriba de cinco por ciento».
Justo a tres años de haber asumido la presidencia, las expectativas están incluso por debajo del 50 por ciento de la promesa que hizo aquel día el Secretario de finanzas. En 2015, las expectativas de crecimiento bajaron significativamente.
En diciembre pasado, el Banco de México (Banxico) dio a conocer que su expectativa de crecimiento pasaría de 2.29 a 2.44 por ciento para el cierre del 2015, sin embargo Hacienda estimó en un principio que la cifra sería entre el 3.5 o 4 por ciento. De acuerdo con diversos organismos financieros, México podría registrar un crecimiento de entre 2.28 por ciento en 2015 y 2.83 en 2016.
Para el economista Jonathan Heat, “México debería estar creciendo en una forma sostenida de un 4 por ciento […] Ha ido mejorando cada año [el crecimiento], poquito, pero todavía son tasas de crecimiento muy lejanas a ese 4 por ciento o más que necesita el país. Especialmente si tomamos en cuenta que ha habido reformas estructurales y una serie de cosas deberían haber apuntalado al crecimiento… y como que no se ve que lo han hecho”.
Aunque también ha habido otros factores que están mermado el crecimiento. Rafael Martínez Duclaud, director de la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID), explicó que México no crece por su corrupción: “¿De qué sirven las reformas, de qué sirve un crecimiento económico? Si nos estamos enfrentando a una corrupción terrible, y no sólo por cuestiones de narcotráfico, sino a toda la falta de responsabilidad social que está en las empresas”.
Por su parte la investigadora de la UNAM coincidió en que la merma del crecimiento económico se debe también a corrupción “eso, aunado con la inseguridad, son factores que pesan y evitan que otro tipo de reformas tengan un impacto”.
LAS REFORMAS NO DESPEGAN
Ya como Presidente de México, Enrique Peña Nieto afirmó: «Gracias a la solidez de nuestras instituciones, a la realidad irreversible de nuestra democracia y a la solidez de sus finanzas, México ahora está listo para despuntar en el mundo del Siglo XXI. Así, lo reconocen ya, observadores políticos y económicos, nacionales y extranjeros. Todos coinciden en que tenemos una oportunidad histórica para proyectar a México, hasta convertirlo en una potencia, como lo merece ser»
Después comenzó a hablar de las reformas estructurales con las que el país alcanzaría un ritmo de crecimiento de entre 5 y 6 por ciento. A la fecha el promedio ha sido de 2 por ciento.
El 20 de diciembre de 2013 se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el decreto por el que se reformaron y adicionaron diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en Materia de Energía: la tan esperada Reforma Energética, con la que el Ejecutivo Federal se comprometió a generar miles de empleos, no se han cumplido porque aún no empiezan las obras de infraestructura que lo permitan.
Tan sólo en 2015, Manlio Fabio Beltrones Rivera, el coordinador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Cámara de Diputados afirmó que como resultado de la implementación de dicha legislación, al país llegaran inversiones por 62 mil 500 millones de dólares con lo que se generarían al menos 212 mil empleos directos e indirectos entre 2015 y 2018. Pero el 2015 se terminó y ninguna de las metas de las fases de la Ronda Uno se han logrado.
El estreno de la Primera Licitación de la Ronda Uno fue un rotundo fracaso, ya que de los 14 bloques que se ofertaron apenas se lograron colocar el número 2 y el número 7 con lo se atrajo una inversión de 2 600 millones de dólares. En la Segunda Licitación apenas se adjudicaron las áreas contractuales 2 y 4 con las que se generarán inversiones por apenas 2 mil millones de dólares.
Para la Tercera Licitación, las autoridades hacendarias y representantes del sector energético ya habían aprendido de sus errores tras la adjudicación del cien por ciento de las áreas contractuales, sin embargo de los 25 campos logrados, la inversión apenas sumó un mil 100 millones de dólares, además que especialistas del sector energético opinaron que se trataba de campos pobres y las empresas que quieren invertir son pequeñas y con poca experiencia.
Respecto a los beneficios que ha traído al país la “madre” de las leyes secundarias, la académica de la UNAM dijo que “las reformas si tienen un beneficio en inversiones, en este momento no han llegado, es un plazo muy corto como para ya se estuviesen materializando, pero van a producir ingresos hasta dentro de mucho tiempo, en primera por el proceso de maduración y después por cómo se han realizado».
Por su parte, otra de las grandes promesas que transformaría el crecimiento económico de este país fue la Reforma Hacendaria que pretendía dar mayor estabilidad fiscal, sin embargo una serie de decisiones y factores han frenado el principal objetivo de esta legislación.
Especialistas del Centro de Investigación de Estudios Presupuestales (CIEP) opinaron que después haberse implementado no se cumplieron con muchas metas. Destacaron que “la responsabilidad fiscal y, por ende, la sostenibilidad no han sido atendidas, puesto que ha sido el año con mayor déficit presupuestario desde 1993. La diferencia entre los ingresos presupuestarios y el gasto público fue del 3.2 por ciento del PIB.
Para Jesús Valdés Díaz de Villegas, académico del departamento de estudios empresariales de la Universidad Iberoamericana, “no hubo Reforma Hacendaria, lo que se dio fue una miscelánea mucho más amplia, y Videgaray tuvo que acceder a muchos criterios que plantearon los grupos políticos para lograr el apoyo para lo que finalmente fue la Reforma en Telecomunicaciones y la Energética y todos los demás aspectos que se planteó el gobierno con posterioridad en el Congreso”.
Asimismo, el año pasado, Enrique Peña Nieto prometió a los mexicanos que durante 2016 no se crearían nuevos impuestos, ni tampoco habría aumento en los que ya existen; sin embargo analistas económicos consideraron que esta medida afectará mucho la balanza ya que con dichos impuestos se suple de algún modo la caída de otro tipo de ingreso como los que representan los precios del petróleo que se cotizan por los 20 dólares.
“En un principio se podría decir que estos elementos fiscales fueron acertados porque la situación era muy diferente, pero la economía es muy dinámica y verdaderamente con el cambio la Reforma Energética no se verá ya que ahora es más costoso producir un barril”, agregó Valdés Díaz.
Al respecto, Violeta Rodríguez del Villar, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, dijo que “la reformas recaudatorias lo que han buscado es compensarle al gobierno las caídas del petróleo, pero no tenemos una Reforma que impulse al verdadero crecimiento económico”.
EL PLAN QUE NO ARRANCÓ
En el ámbito de la infraestructura, México tenía planeado una mayor inversión que serviría para disminuir la desigualdad entre las regiones, cerrar esas brechas e impulsar el crecimiento económico y la competitividad, razón por la que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) lanzó el Programa Nacional de Infraestructura y Transporte 2012-2018.
Sus puntos medulares fueron incrementar la infraestructura carretera, ferroviaria y de puertos del país, así como encaminar obras de infraestructura para conectar e incorporar el sur de México a la economía global.
Sin embargo, este podría ser uno de los ámbitos más afectados por los escándalos de corrupción, ya que éstos han sido protagonizados por constructoras, lo que mermó la confianza en muchos de los procesos de licitación. Después de tres años, hablar de este tema, es hablar de OHL y Grupo Higa.
El caso más sonado fue el Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, que contó con dos procesos licitatorios en 2014 y 2015. El primero fue cancelado por motivos de “legitimidad y transparencia”, ante las sospechas de un posible conflicto de interés; después quedó suspendido de “manera indefinida”, según lo anunció el Secretario Luis Videgaray, quien dijo en su momento que la decisión no sólo obedeció al impacto que podrían significar en las finanzas públicas, “sino por las presiones que tendrían en los gastos públicos por venir”.
TRES AÑOS, DOS MILLONES DE POBRES
El mandatario en constantes eventos habló de lo indignante e inaceptable que le resultaba que en pleno siglo XXI, millones de mexicanos padecieran hambre. Pero tres años después, México aumentó en 2 millones su número de pobres.
Actualmente, el 46.2 por ciento de la población en México es pobre: 55.3 millones de personas viven con más de dos carencias sociales básicas, según el parámetro de medición de pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
La cifra puede ser mayor, ya que son más de 63 millones de personas que viven con un ingreso inferior al de la línea de bienestar y otros 8.5 millones son vulnerables a cruzar la línea de la pobreza, también por el factor de los ingresos, un indicador que –según el Coneval– muestra el número de habitantes que no cuenta con los recursos suficientes para adquirir bienes y servicios básicos.
Una de las acciones con las que llegó este Gobierno fue con la Cruzada Nacional Contra el Hambre, programa social que serviría para combatir a un México que crecía a dos velocidades; por un lado, uno marcado por el progreso y el desarrollo, y otro por el atraso y la pobreza.
Pero, según datos del Coneval, este programa, en sus dos años de operación, no logró atacar su objetivo principal: la carencia alimentaria. De los mil 012 municipios atendidos en las dos etapas de la Cruzada (400 en su primera etapa y 612 en la segunda), se encontró una reducción de sólo 0.6 por ciento en la pobreza extrema alimentaria.
Dentro de todo esto, se conoce ahora que la población más pobre es la de menos de 18 años, los jóvenes y adolescentes; ocupan el 35.9 por ciento de esa población.
Pobreza es carecer de oportunidades para participar y contribuir al crecimiento económico y al desarrollo; es carecer de poder para la toma de decisiones que afectan sus vidas; ser vulnerables a crisis económicas y otro tipo de perturbaciones como accidentes, enfermedades y hasta desastres naturales. Esa es la definición del Banco Mundial y son las condiciones en las que vive esta población a la que le llaman “el futuro de México”.
EL EMPLEO Y EL INGRESO
Como cualquier otro político, resultó inevitable que Peña Nieto no hiciera promesas sobre dos de las cosas más importantes para las familias mexicanas y se decía preocupado por el gran número de mexicanos que vivían al día, preocupados por la falta de empleo y oportunidades.
Según datos de la UNAM, el salario perdió, en tres años, el 9.65 por ciento de su poder adquisitivo, a tal punto que es “humanamente imposible” que un trabajador pueda acceder a la Canasta Obrera Indispensable (COI), aquella que contempla alimentos y servicios, ya que para ello, tendría que laborar en jornadas de 51 horas con 44 minutos.
El mismo estudio, publicado en noviembre por el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM), las autoridades, con sus aumentos salariales de no más de 3 pesos, someten a los ciudadanos a una vida precaria que tiende a la reproducción de la pobreza, ya que en los últimos cinco años, el salario mínimo en el país ha aumentado 12.64 pesos, ubicándose en 2016 en 73.04 pesos.
En cuanto a la generación de empleos, se encontró también que las cifras de nuevos empleos que se anuncian mes tras mes, no concuerdan con la realidad de 9 millones de mexicanos que actualmente no gozan de un puesto de trabajo estable, ni con la de otros que gozan de bajos salarios y de prestaciones sociales mínimas, o de otros tantos que no saben si al siguiente día podrían engrosar la cifra de desempleados.
El actual Presidente prometió 1 millón de nuevos empleos anuales, poco más de 83 mil nuevos empleos mensuales. Hasta el momento, según los datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), al mes de septiembre, la cifra más alta de la actual administración corresponde a la de 2013-2014, con 581 mil 422 empleos, poco más de 48 mil mensuales.
Violeta Rodríguez del Villar, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, explicó que, en este sentido, la Reforma Laboral lo que hizo fue flexibilizar contratos, lo que permitió que los costos de la mano de obra fueran menores, “pero el costo de esta estrategia es que se pueden atraer capitales por esta vía porque hay mano de obra barata”.
Sin embargo, la investigadora detalló que dicha ventaja comparativa puede verse compensada con otros factores que evalúan los inversionistas extranjeros para establecer plantas productivas en México “por eso hemos visto que esta reforma ha tenido efectos limitados en industrias específicas donde vemos mano de obra un poco más preparada que otra como la automotriz, que abarata los costos de la mano de obra con relación a los costos que enfrentan esas mismas empresas en el extranjero”.
Agregó que con la reforma de esa naturaleza no basta ya que “tiene que ir aparejada con un aumento en la capacitación y preparación de los trabajadores y en las condiciones en que se pueda desenvolver la industria al igual que en sus salarios”.