Atrás quedaron los ritmos de crecimiento del 5 por ciento o 6 por ciento en la economía brasileña, que todo apunta a que aumentará alrededor del 2 por ciento en 2020 y del 3 por ciento en 2021, frente al estancamiento que mostrará México y que según el consejero delegado de la empresa de análisis financiero Signum Research, Héctor Romero, ya ha entrado en recesión.
«México está en recesión. Hay que esperar a que salgan las cifras oficiales pero estamos en recesión», ha indicado durante el debate sobre el futuro de América Latina y su visión macroeconómica.
Madrid/ París, 21 nov (EFE).– El descontento social de una clase media que representa el 45 por ciento de la sociedad latinoamericana y que vive justo por encima del umbral de la pobreza unido a la ausencia de reformas en las instituciones y en la economía lastran el PIB de América Latina, al que acecha el riesgo de recesión en México.
Expertos de la OCDE y del mundo empresarial han coincidido este jueves en la XX edición del Foro Latibex, el mercado de valores latinoamericanos en euros, en que el crecimiento de Latinoamérica se ha ralentizado como consecuencia del bajo PIB que muestra México y Brasil, las dos locomotoras de la región que suponen el 40 por ciento del PIB total.
Atrás quedaron los ritmos de crecimiento del 5 por ciento o 6 por ciento en la economía brasileña, que todo apunta a que aumentará alrededor del 2 por ciento en 2020 y del 3 por ciento en 2021, frente al estancamiento que mostrará México y que según el consejero delegado de la empresa de análisis financiero Signum Research, Héctor Romero, ya ha entrado en recesión.
«México está en recesión. Hay que esperar a que salgan las cifras oficiales pero estamos en recesión», ha indicado durante el debate sobre el futuro de América Latina y su visión macroeconómica.
En su opinión, el país vive una «tormenta perfecta» ya que se ve contagiada por el descontento social en Chile y por las políticas «populistas» del nuevo Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que -afirma- debería fomentar el entendimiento entre los gobiernos locales y el sector privado para atraer inversiones.
Por su parte, la economista jefe de la entidad financiera Banorte, Delia Paredes, ha destacado que «normalmente cuando entra una nueva administración siempre hay incertidumbres en los sectores económicos».
Ha incidido en que este año los problemas con los suministros de hidrocarburos y algunas huelgas han restado crecimiento al PIB mexicano, que será nulo a finales de año y que estima en el entorno del 1 por ciento a largo plazo.
Las protestas sociales en Chile también han sorprendido, una vez que este país se erigía como «caso de éxito», añade el director adjunto del servicio de Estudios del Banco Santander, Antonio Carmona, que considera que ya en 2006 y 2011 había un sustrato de descontento que ha resurgido ante el malestar de los ciudadanos que ven «que no participan de las mejoras» y que la Educación, la Sanidad o el transporte sigue siendo caro.
«Hay percepción de un trato desigual y de que no hay una lucha suficiente contra el fraude fiscal», incide al tiempo que Vázquez recuerda que el 40 por ciento de la población latinoamericana gana entre 5.5 y 13 dólares al día, tiene empleos informales y teme «volver a caer por debajo del umbral de la pobreza».
A ello se suma la enorme desconfianza de los ciudadanos en las instituciones públicas y la transformación digital que hace que los jóvenes se acostumbren a patrones de comunicación rápidos o de consumo ágil.
En Chile se apuesta por una reforma constitucional mientras que en México la gran reforma pendiente es la de «atacar la corrupción» y fomentar el mercado interno -señala Paredes-.
El economista de la OCDE también aboga por capacitar a los jóvenes y conectar su educación con el mundo empresarial.
Brasil, ya ha comenzado con una reforma en el sistema de pensiones, y la mayoría de los expertos coincide en que el nuevo Gobierno está consolidando las finanzas públicas, a la espera de que haya medidas en el ámbito fiscal.
En Argentina, hay elementos para el optimismo -afirma Cortina del Banco Santander- que ve en el yacimiento de petróleo de Vaca Muerta un elemento relevante para impulsar la economía con las exportaciones de petróleo, aunque avanza que el PIB caerá en 2020.
De momento, los bajos crecimientos de Latinoamérica no han repercutido en los mercados, concluye el profesor de área de entorno económico del IE Juan Carlos Martínez.
En este sentido, el consejero delegado de Santander España, Rami Aboukhair, ha dicho en este foro que la entidad financiera «no duda» de Latinoamérica, una región en la que cree y confía, y que pese a las incertidumbres, «será motor del crecimiento mundial».
También el consejero delegado de Bolsas y Mercados Españoles (BME), Javier Hernani, ha defendido que España es el «perfecto» puente inversor entre el mercado europeo y el latinoamericano, un punto de entrada a una región «llena de oportunidades» y no siempre de fácil acceso por parte de Europa.
El vicepresidente de la CEOE, Íñigo Fernández de Mesa, ha destacado que Latinoamérica es una región fundamental para España y la Secretaria de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa en funciones, Ana de la Cueva, ha defendido que, pese a las dificultades, Latinoamérica tiene un gran atractivo para los inversores.
EL MUNDO SEGUIRÁ CON BAJO CRECIMIENTO
La economía global está empantanada en un crecimiento de sólo el 2.9 por ciento este año -el más reducido desde la crisis-, continuará a ese mismo nivel en 2020 y pasará al 3 por ciento en 2021, según la OCDE, que hace un llamamiento a reducir la incertidumbre, la principal responsable de esa situación.
En su informe de perspectivas publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) rebaja una décima respecto a sus previsiones intermedias del pasado septiembre su cálculo para 2020, que se queda de nuevo en el 2.9 por ciento, lejos del 3.5 por ciento que esperaba hace un año.
Pero, sobre todo, se inquieta porque ese deterioro de las expectativas continúa y seguirá si no hay una reacción a los cambios que están detrás, que no son cíclicos sino estructurales.
La economista jefe del organismo, Laurence Boone, identifica los cuatro factores fundamentales que han llegado para quedarse: el cambio climático, la digitalización, las barreras comerciales y la inestabilidad geopolítica. Si no se encaran, dice, continuarán amputando las perspectivas.
La ausencia de una dirección para hacer frente al cambio climático, ahora que se hace evidente la multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos, mientras los planes para adaptarse o para sustituir los combustibles fósiles siguen siendo precarios, y aparece de lleno como una amenaza, en primer lugar para la inversión.
Para Boone, los Gobiernos tienen que actuar rápido, fijar una dirección en el precio por las emisiones de dióxido de carbono (CO2), establecer regulaciones medioambientales y hacer las inversiones públicas necesarias que marquen el camino y que las empresas actúen en consecuencia para reactivar el crecimiento y el empleo.
La digitalización es otro de los grandes retos, e igualmente una gran oportunidad, que está transformando el sistema financiero, la actividad de las empresas y las cadenas de valor. Pero sólo una pequeña parte de las compañías han conseguido aprovechar su potencial en términos de productividad.
Está afectando al mundo del trabajo porque da «una ventaja enorme» a los que tienen tareas creativas y cognitivas mientras deja relegados a los que ocupan puestos rutinarios y genera nuevas formas de dependencia laboral que escapan a la protección social, por ejemplo con el problema de los falsos autónomos.
La economista jefe insiste en que hace falta un empuje para la formación en esas tecnologías, la protección social, el acceso a las infraestructuras de la comunicación, el desarrollo de plataformas digitales o la regulación de los flujos de datos transfronterizos.
Las previsiones de crecimiento de la OCDE para unos y otros países varían, en gran medida, en función de la importancia que para cada uno de ellos tiene el comercio, sacudido por las restricciones.
Las de Estados Unidos han sido ligeramente rebajadas en una décima en 2019, al 2.3 por ciento, y siguen sin cambios para 2020 (2 por ciento) y 2021 (2 por ciento), de forma que conserva la mejor dinámica entre los grandes miembros de la organización.
Notablemente más raquíticas son las cifras para la zona euro, aunque se han revisado ligeramente al alza respecto a septiembre para 2019 (una décima más al 1.2 por ciento) y 2020 (una décima al 1.1 por ciento). La de 2021 no se mueve de un pobre 1.2 por ciento. Peores todavía son las de Japón, con un 1 por ciento este año, un 0.6 por ciento el próximo y un 0.7 por ciento el siguiente.
En cuanto a China, se confirma la tendencia de su ralentización (6.2 por ciento en 2019, 5.7 por ciento en 2020, 5.5 por ciento en 2021) en un contexto de cambio estructural de modelo en el que las manufacturas y la exportación ceden el paso a más consumo interno y más servicios.
La OCDE avisa de que el crecimiento todavía podría ser más bajo del que calcula ahora si se materializan algunos de los riesgos que planean sobre su escenario, empezando por una mayor escalada en las tensiones comerciales, la persistencia de la incertidumbre sobre el «brexit» o el fracaso de los estímulos activados por Pekín para impedir una fuerte ralentización en China.
También pesarán la vulnerabilidad del sistema financiero ante la situación macroeconómica, la elevada deuda corporativa o una subida duradera del precio del petróleo por crisis geopolíticas.