En el mundo, el comercio atraviesa por un desequilibrio: hay exceso de liquidez, pero una ausencia en la demanda, lo que mantiene un balance negativo para América Latina y el Caribe en 2015 y 2016, dice la Cepal.
Ciudad de México, 21 de octubre (SinEmbargo).– A nivel mundial, la economía atraviesa por un etapa de incertidumbre que lleva casi siete años, desde la crisis de 2008. Este lento crecimiento, considera la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ha llevado a los países a un desequilibrio estructural, es decir, a una situación en la que hay un exceso de liquidez pero una ausencia de demanda, consecuencia de un bajo crecimiento económico, que ya no obedece sólo a una problema coyuntural.
La economía global vive una desaceleración del comercio mundial preocupante derivado de la falta de demanda agregada, cuestión que ha empeorado con la depreciación de las monedas de los países, aunado a que actualmente la deuda mundial asciende a 256 por ciento respecto al Producto Interno Bruto (PIB) del mundo.
La desaceleración, explica la Cepal en el informe Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe, se deriva en gran medida por la debilidad de la demanda, que no se ha visto beneficiada con las políticas monterías realizadas en los países industrializados. Sin embargo, también hay un exceso de capacidad productiva, lo que ha generado inestabilidad entre el ritmo de la actividad financiera y la actividad real. Todo esto puede desembocar en un acortamiento de las cadenas regional y globales de valor, y en un menor dinamismo comercial.
Esta debilidad en la demanda y en el mercado, puede traer aún más desigualdad en la distribución de los ingresos en los países. La menor expansión del comercio, como lo señala el estudio, implicaría la necesidad de mayores entradas de capitales para compensar la «merma» de las divisas que ingresan por las exportaciones, lo que «aumenta las presiones para que se produzca un ajuste mediante la disminución del gasto público y los salarios reales», por lo que sería urgente que las medidas que los países tomen, contemplen una integración económica.
«El aumento de la productividad, […] es el único mecanismo que permite dinamizar el crecimiento de largo plazo, condición imprescindible para generar empleos y reducir la desigualdad», puede leerse en el informe.
Del sector financiero, el indicador que se muestra a la alta es el de los activos, y en contraparte, las exportaciones de bienes y servicios, el PIB mundial y la formación bruta de capital, son indicadores que muestran un lento avance a partir de la fuerte caída que tuvieron en 2009.
Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva del organismo internacional, explicó que la región se ve amenazada por sus características productivas, es decir, un comercio de altos precios, pero de capacidades tecnológicas reducidas, además de una fuerte dependencia a las exportaciones. “En América Latina la situación se recrudece porque cuando hubo dinero, no se invirtió en las capacidades productivas”, comentó en la presentación del documento.
LA CAÍDA DE LAS EXPORTACIONES
Como muestra de un menor dinamismo, el nivel de exportaciones para 2015, se pronostica como uno de los más bajos desde la Gran Depresión de los años de 1931 a 1939, con una caída del 14 por ciento y con una perspectiva en 2016 también a la baja; las peores cifras en los últimos 83 años. Se registró una caída a números negativos del precio y el valor, mientras que el volumen se mantuvo.
En cuanto a las importaciones, se espera una contracción del 10 por ciento, cifra en la que se advierte una caída tanto en la precio y en el valor, como en el volumen.
También caerían en 2015, los números de las exportaciones regionales con los principales socios comerciales: las exportaciones con América Latina y el Caribe caen 21 por ciento, con Asia 19 por cieno, con la Unión Europea 17 por ciento y con China, 16 por ciento. La mayor caída, que es con América Latina y el Caribe, se hace visible principalmente en precio y valor.
La reducción en el valor de las exportaciones tienen más impacto de los países exportadores de petróleo, gas natural y metales. Para México representa una disminución del 9 por ciento, para los países del Caribe del 20 por ciento, para Venezuela, 47 por ciento, Bolivia del 25 por ciento, Ecuador del 29 por ciento, y de Colombia del 29 por ciento.
En el caso de l país, para 2015, las exportaciones mostraron una variación de menos 4.1 por ciento, y de menos 1 por ciento en el caso de las importaciones.
Para este escenario, la Cepal pronostica que el déficit comercial de la región se duplicará con proporción del PIB; para los países exportadores de petróleo, el déficit pasará de 2.7 por ciento -0.7 por ciento; para los exportadores de minerales de 1.6 por ciento a -0.1 por ciento; en América Latina y el Caribe, de -0.5 por ciento a -1.2 por ciento. En el caso de México, pasará de -0.2 a -1.2 por ciento.
Otras de las barreras de crecimiento mundial para la región son el deterioro en los términos de intercambio de los exportadores de materias primas, el aumento del déficit comercial, las depreciaciones monetarias y la desaceleración o caída del PIB.
De 2012 a 2014, las exportaciones mundiales crecieron al mismo ritmo que el PIB, a 2.6 o 2.5 por ciento, esto también provocado por la dirección que han tomado las ganancias de capital, que caminan siempre hacia los activos financieros; hay menos inversión en las exportaciones y menos inversión tanto pública como privada.
Bárcena enfatizó en la urgencia de un acuerdo intrarregional que impulse las cadenas productivas y el desarrollo productivo e industrial que esté enfocado en productores locales e intrarregionales.
“No se trata de cerrar el comercio, se apunta a insumos estratégicos que impulsen las cadenas de valor para salir de la zona de confort en que nos mandan todo, las exportaciones intrarregionales cayeron 21 por ciento, cuando debe ser más barato comercializar entre nosotros», dijo.
Según cifras del informe, el comercio intrarregional resulta más costoso que comercial con Estados Unidos. Por ejemplo, los aranceles Centroamérica y México con el Caribe llegan al 160 por ciento contra un 89 por ciento que resulta con Estados Unidos.
“Debe haber un cambio estructural y progresivo, no se puede seguir siendo una región que dependa de los recursos naturales solamente, tiene que haber gobernanza en los recursos, mayor valor agregado e inversión en innovación y tecnología. Seguimos muy estancados en esos temas y tenemos que formar manufacturas de alta tecnología. Se tiene que ir hacia la industrialización”, comentó Bárcena.
En el caso de México, sostuvo que a pesar de la caída en los precios del petróleo, México se mantiene por su apertura productiva a otros sectores, pero lo que hace falta es evaluar cuánto dinero, del obtenido de esas actividades llega a la población y cuánto se queda en México, esto por el desbalance entre el crecimiento en las exportaciones, contrario a lo que sucede con el PIB nacional.
Desde su perspectiva, posterior a la época de bonanza económica que vino para México con la implementación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), no se logró reinvertir en la capacidad productiva del país, por lo que tampoco hubo alzas reales en ese ámbito, ni en los avances tecnológicos.
“México, del mundo latinoamericano, es uno de los países que más diversificación tiene en su infraestructura. El problema es que su diversificación está centrada en manufacturas medias y bajas. En las exportaciones mexicanas hay un alto contenido de exportaciones, 40 por ciento de nuestras exportaciones son importaciones, somos buenos para exportar importaciones… es un tema que hay que resolver”, agregó.