Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).- Todavía está por verse si el “caso griego”, con la renuncia primero de su célebre ministro de economía, Yanis Varoufakis, y el retiro anunciado del Primer Ministro Alexis Tsipras, fue un fracaso o una manera de hacer ver a gran parte de la población mundial que es posible pensar en otro orden de las cosas.
La reciente victoria de la Argentina en la Organización de las Naciones Unidas, cuando se votó el tratamiento de un marco legal para la reestructuración de deuda y los fondos buitre, con 136 votos a favor, 6 en contra y 41 abstenciones, contó precisamente con el respaldo de Varoufakis y del otro economista de moda, Thomas Piketty, autor de El capitalismo en del siglo XXI, uno de los libros de economía más citados y leídos de los últimos tiempos.
Pablo Iglesias como una verdadera alternativa de poder en España y el triunfo de Jeremy Corbyn, un político de ideas de izquierda real, al frente del Partido Laborista en Reino Unido, van cambiando poco a poco el tablero de ajedrez planetario.
Y en esa superficie cuadriculada, Varoufakis ha quedado como el hombre que quiso cambiar el mundo, pero no pudo. Los analistas podrían destacar en este punto, un matiz más que deseable: todavía.
Porque al mundo, hay que cambiarlo. De eso no cabe dudas. Y eso lo ha entendido bien Yanis, quien a sus 54 esplendorosos años es el modelo de un nuevo político, como lo demuestra su muy leído libro El Minotauro global, que bajo el sello Crítica apareció en estos días en el mercado mexicano.
Se trata de un libro temprano del hombre que desafió a Angela Merkel y la Comisión Europea en sus propias narices y en él explora las razones de la crisis económica mundial, para caer en la cuenta de que los problemas no son fruto del despilfarro ni de la corrupción –como quieren hacer ver los bancos- y que la austeridad extrema dista mucho de ser la solución.
Varoufakis denuncia la voracidad de las instituciones bancarias —sobre todo los alemanes— que prestaron dinero sin control y que hoy consumen en los intereses de esos préstamos el 95% del manto del rescate financiero destinado para Grecia.
La solución a esta crisis económica y social no está en la austeridad extrema; está en la inversión productiva y en el apuntalamiento de la seguridad social, asegura el ex ministro.
“En la crisis griega encontramos solo la punta del iceberg de la crisis de todo el sistema financiero occidental. Una crisis que alimenta la voracidad del Imperio estadounidense que, como el monstruo de Minos, cada año exige el sacrificio de un puñado de pueblos débiles, a los que engulle para subsistir”, asegura.
Yanis Varoufakis, nacido en Atenas en 1961, salió de Grecia en la década de 1980 para evitar el hostigamiento de las fuerzas paramilitares en contra de los estudiantes.
En 1987 obtuvo el doctorado en Economía en la Universidad de Essex. Fue asesor del socialdemócrata Yorgos Papandrey, a quien tiempo después criticaría por aceptar el rescate de Grecia.
En julio de 2015 dejó el cargo de ministro de finanzas, durante su mandato despertó el interés mundial por enfrentarse a los dictados del FMI y del Banco Central Europeo. Es también autor de Economía sin corbata y Conversaciones con mi hija (Destino, 2015).
LA ECONOMÍA Y LOS LIMONES
«Los mercados determinan el precio de los limones. Y lo hacen con un mínimo aporte institucional, puesto que las compradoras reconocen un buen limón cuando se lo venden. No se puede decir lo mismo de los bonos o, lo que aún es peor, de instrumentos financieros sintéticos. Quien compra no puede saborear “el producto”, estrujarlo para ver si está maduro ni oler su aroma. Depende de información institucional externa y de reglas bien definidas que son diseñadas y supervisadas por autoridades desapasionadas e incorruptibles. Se supone que este era el papel de las agencias de calificación de riesgos y de los organismos reguladores del estado. No cabe duda de que ambos tipos de institución resultaron no solo deficientes, sino culpables».
LA VOLUNTAD Y EL CAPITAL
«¿Podría ser entonces que el crash de 2008 no fuese más que nuestra oportunidad periódica para darnos cuenta de hasta dónde hemos permitido que nuestra voluntad esté subyugada al capital? ¿Acaso fue una sacudida que debía despertarnos a la realidad de que el capital se ha convertido en –como escribió Karl Marx en 1844- “una fuerza a la que debemos someternos”, en un poder que desarrolla “una energía cosmopolita, universal, que quiebra cualquier límite y cualquier vínculo y se presenta como una única política, la única universalidad, el único límite y el único vínculo?»
EL MINOTAURO GLOBAL
«En el brumoso mundo del mito cretense del Minotauro, la bestia era una triste criatura, carente de amor y cruel, y el tributo era gente joven, cuyo sacrificio preservaba una paz carente ganada con dificultad. Para terminar con su reinado, un valiente príncipe, Teseo, tuvo que ejecutar una horrible tarea: matar al Minotauro y dar paso a una nueva era post-cretense. En nuestro mundo, más complicado, no fueron necesarios héroes semejantes. El papel de la bestia lo desempeñó el doble déficit de América y el tributo asumió la forma de la afluencia de productos y capitales. En cuanto al final de nuestro Minotauro global, llegó de pronto, sin que ningún agente físico lo atacase intencionadamente. La herida potencialmente fatal fue infligida por el derrumbe, cobarde y espontáneo, del sistema bancario. Si bien el golpe fue igual de espectacular, al terminar claramente con la segunda fase de posguerra del capitalismo global, la nueva era se resiste tozudamente a mostrar su verdadero rostro. Hasta que lo haga, permaneceremos en el estado de aporía provocado por 2008».
LOS EXCEDENTES Y LA CIVILIZACIÓN
«Crisis alimentarias, a menudo con proporciones de hambruna, engendraron brillantes intervenciones en los procesos de la naturaleza que, hace 12 000 años, nos situaron en el camino hacia la producción agrícola socializada. Y fue este trabajo socializado con la tierra, las semillas y el agua lo que dio lugar a los excedentes, es decir, a la producción de cantidades de alimento, ropas y otros materiales que, a lo largo de una temporada, excedían las cantidades necesarias para reemplazar la comida, las ropas, y los otros materiales consumidos o usados en esa misma temporada. A su vez, los subsiguientes excedentes proporcionaron los cimientos de la “civilización” tal y como hoy la conocemos y el espinazo de la historia documentada».
UN ASUNTO CAÓTICO
«El segundo gran salto delante de nuestra especie nos trajo la industrialización. También esto fue un asunto caótico y desagradable ocasionado por otra crisis, en este caso, una crisis en la que la naturaleza no intervino. Sus raíces son profundas y se hunden bien a fondo en el siglo XV, sino antes. En aquella época, las mejoras en la navegación y la construcción naval habían hecho posible establecimiento de las verdaderas primeras redes comerciales globales. Comerciantes españoles, holandeses, ingleses y portugueses empezaron a intercambiar lana inglesa por seda china, seda por espadas japonesas, espadas por especias indias y especias por mucha más lana de la que tenían al principio. Hasta que diversos factores condujeron finalmente a la invención de un nuevo espacio de producción: la fábrica. Lo que siguió fue una fiebre industrializadora».
EL DERROTERO DE LA HISTORIA
«Si la historia hubiese seguido derroteros democráticos, no habrían existido ni la revolución agrícola ni la industrial. Ambos saltos hacia el futuro fueron ocasionados por crisis insoportablemente dolorosas que hicieron que la mayoría de la gente deseara poder retroceder hacia el pasado. En nuestro momento de crisis, quizás resulte tranquilizador recordar que las crisis actúan en la historia como laboratorios de futuro».
EL DOMINIO DE LOS MERCADOS
«La dinámica de las crisis se comprendía bien antes de que los mercados empezaran a dominar y a producir crisis puramente económicas. Dedicados observadores de la naturaleza se dieron cuenta de que, cuando las presas son abundantes, el número de depredadores aumenta, haciendo así presión sobre la población de las primeras. Una que el número de presas comienza a decaer, la población de depredadores también disminuye. Pero no por mucho tiempo, porque cuando el declive se convierte en crisis, el número de presas repunta y todo el proceso cíclico comienza de nuevo».
EL MERCADO LABORAL EN LA CRISIS
«Una vez que ha comenzado una recesión, a continuación de una crisis, la caída de salarios y tipos de interés pueden causar pánico en las corporaciones, haciendo que despidan mano de obra y que cancelen cualquier proyecto de inversión en ciernes. ¿Por qué? ¿Acaso no es ilógico? Lo suyo es que contraten más gente si el salario normal cae y pidan más préstamos al nuevo tipo de interés más bajo, ¿verdad?, ¡En absoluto! Recordemos que los CEO tienen sus antenas orientadas hacia la futura demanda y se preocupan casi exclusivamente sobre si las futuras líneas de producto atraerán suficiente clientela; una caída en los salarios de hoy podría interpretarse como un mal augurio para la futura demanda».
LAS CRISIS CON MAYÚSCULAS
«Las crisis regulares perpetúan el pasado al revitalizar ciclos que empezaron hace mucho tiempo. En contraste, las Crisis (con C mayúscula) son el toque a difuntos del pasado. Funcionan como laboratorios en los que se incuba el futuro. Nos han dado la agricultura y la revolución industrial, la tecnología y el contrato de trabajo, los gérmenes asesinos y los antibióticos. Una vez que atacan, el pasado deja de ser un índice de predicción fiable del futuro y nace un mundo nuevo».
LA FICCIÓN COMPARTIDA
«Puede que el American Dream se haya pasado siempre en una ficción compartida. Pero la realidad de más de un siglo de aumento del nivel de vida nunca se cuestionó. Las cosas cambiaron en los 70. El miedo inspirado por el colapso de Bretton Woods, la subida de los precios del petróleo y el inminente fracaso de la Guerra de Vietnam polarizaron la sociedad y crearon un campo de juego en el que el fuerte podía hacer lo que quisiera, mientras que el débil tenía que soportar sus cargas estoicamente».
EL DINERO EXÓTICO
«Con los salarios estancados y con un telón de fondo de especulación y un bombardeo mercadotécnico que exhibía incisamente los nuevos dispositivos y accesorios de una vida llena de éxito, los bancos tuvieron una idea: ¿por qué no utilizar sus crecientes flujos de capital (procedentes del extranjero, pero también de la acumulación de beneficios nacionales) para extender crédito a los hogares de clase media y trabajadora en forma de hipotecas, préstamos personales y tarjetas de crédito? En una época en que las subidas de los precios inmobiliarios parecían permanentes, el ladrillo y el cemento se convirtieron en la única esperanza realista de subirse al tren de la riqueza».
Con información de El minotauro global, de Yanis Varoufakis. Editorial Crítica (Agosto 2015). Publicado con autorización de Grupo Planeta.