Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).– Para Marcos Ommati, periodista brasileño radicado en Estados Unidos, la historia de la llamada «pacificación» de las favelas en Río de Janeiro por parte del ejército de Brasil le llegó a través de su amigo de la infancia Fernando Montenegro, convertido hoy en un coronel retirado del ejército de ese país.
Con las anécdotas compartidas por su amigo también vino la propuesta de escribir un libro que recuperara el proceso de ocupación militar en los complejos de Penha y de Alemão, el conjunto de favelas más peligroso de Río de Janeiro, en 2010, en el que él participó como comandante de batallón en una «misión pacificadora» de la Operación Arcanjo.
Frente a un tema que había sido ampliamente abordado por la prensa, la novedad de la publicación sería que la historia de la “pacificación» de las favelas se escribiría como ficción y desde el punto de vista de un militar, algo que nadie había intentado hasta entonces, dice Ommati en entrevista con SinEmbargo. El resultado de esa propuesta es el libro Comando Verde, en el que Ommati y Montenegro narran el episodio de la “pacificación” de los complejos de Penha y de Alemão.
El programa de “pacificación” fue una política gubernamental puesta en marcha desde 2008, a fin de garantizar la seguridad en Río de Janeiro con miras a las realización de la Copa Mundial de futbol (que tuvo lugar el verano pasado) y los Juegos Olímpicos para 2016. El periodista reconoce que el ejército ha tenido una mala imagen en Brasil debido a la dictadura militar que existió desde 1964 y hasta 1985 y que supuso desapariciones forzadas, torturas y asesinatos de personas consideradas contrarias al régimen.
Pero ahora que los militares han pasado a asumir roles de auxilio en desastres naturales o de ayuda humanitaria, esa imagen negativa ha cambiado, asegura el autor. Del mismo modo, la participación de los militares en la pacificación de las favelas controladas por el grupo criminal Comando Vermelho, también ha sido vista de forma positiva, dice.
Hablar de incursiones militares en tareas de seguridad pública puede ser un tema espinoso en América Latina, donde han habido malas experiencias por los abusos que los militares han cometido contra la población civil.
En México, la supuesta guerra contra el narcotráfico, que marcó la política del ex Presidente Felipe Calderón, supuso el empleo del Ejército en labores policiales, lo que derivó en actos de corrupción, colusión con grupos criminales y abusos y violaciones a los derechos de la población por parte de los militares, así como la descomposición de la imagen de la institución castrense.
Tal es el referente inmediato para cuestionar al autor de Comando Verde sobre la conveniencia de permitir a los militares asumir funciones policiales. “La diferencia principal es que fue una militarización temporal”, responde Ommati sobre el caso del ejército brasileño, y explica que el operativo de “ pacificación” se hizo en varias etapas y en cada una de ellas los militares eran cambiados, a fin de que no permanecieran los mismos durante mucho tiempo en un mismo sitio.
“Como yo comenté por eso estoy de acuerdo de la forma como lo hicieron [porque] fue que las Fuerzas Militares entraron y salieron, fue una cosa temporal”, comenta.
«Lo que pasa en México y lo que pasa en Colombia es que el gobierno está utilizando militares de las Fuerzas Armadas como policías, entonces toda la credibilidad que esos militares tenían antes se está yendo por agua abajo, porque ellos se están volviendo policías, porque ellos [los militares] no arreglaron el problema principal de la corrupción, sencillamente cambiaron un uniforme por otro. En mi opinión eso está muy mal”.
Ommati dice que su libro no pretende hacer una apología de la militarización, política de la que incluso se manifiesta en contra. Para él la diferencia del proceso de “pacificación” con otras experiencias de ocupaciones militares tiene que ver con el modo en que se han hecho en los distintos países.
“Yo soy contrario a la militarización por completo, no creo que ellos [los militares] deban de asumir ninguna responsabilidad de policía, y mucho menos de gobierno. Al revés, yo creo que ellos se deben de alejar de todo eso, pero sí hay que entender que hay momentos que ellos tienen que participar de alguna manera más activa de la vida social de la gente, sea en un auxilio por un desastre natural, sea con ayuda humanitaria, sea participando de una operación temporalmente para solucionar un problema puntual, pero soy totalmente contrario a la militarización de los países”, expresa.
La obra de Ommati y Montenegro está escrita con un lenguaje sencillo y como si fuera un guión cinematográfico. Además, al estar escrito en primera persona, desde la óptica del teniente Maurício Gavião, puede ser más fácilmente comprendida por los lectores, considera el periodista y autor de la obra.
La historia que narra el libro también ayuda a este propósito, pues entreteje un relato de amor entre una criminal y el personaje principal, que es un militar. Pero construir una historia dentro de la narración de un suceso real y contemporáneo no fue la razón principal porque los autores decidieron hacer una obra de ficción en lugar de un trabajo periodístico, dada la experiencia periodística de Ommati y el testimonio de primera mano de Montenegro.
La principal razón fue de seguridad, explica Ommati, pues el militar coautor del libro vive en Rio de Janeiro y les preocupaba que hubiera represalias si se mencionaban nombres, situaciones o fechas. Por ello optaron por recurrir a la ficción, pero con base en hechos reales.
“Te puedo decir que 80 por ciento de lo que está en Comando Verde es verdad. Lo demás fue la ficción que inventamos para hacerlo más atrayente al público”, comparte Ommati.
El propósito, dice el autor, es “hacer una historia universal, que un mexicano pueda ver un problema que un brasileño de Río de Janeiro sufre el mismo problema que él sufre acá, y viceversa. Y de abrir los ojos a la gente [sobre] que hay otros problemas que solamente los que están en los medios y que hay maneras también de mostrar esos problemas, no solamente lo que sale en los medios de comunicación”.