Pasadas 24 horas del operativo en el que murieron ocho personas en un enfrentamiento con la Marina en Tláhuac. Los habitantes se dicen intranquilos, pero para las autoridades al parecer ya todo quedó superado: la casa donde varios civiles murieron fue abandonada, no es resguardada por efectivos ni siquiera por un cordón de seguridad que sugiera que ahí ocurrió una masacre y que era usado como casa de seguridad. También en las inmediaciones era evidente la ausencia de efectivos de seguridad.
La casa donde murió Felipe de Jesús Pérez Luna, alías «El Ojos» y presunto líder del Cártel de Tláhuac, era reconocida por los vecinos como la oficina de un abogado que apoyaba a personas con problemas de embargo de sus propiedades. Al interior, efectivamente, está el mobiliario de oficina y también rastros de sangre…
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Ciudad de México, 21 de julio (SinEmbargo).– Si funcionaba como casa de seguridad, la propiedad de la Delegación Tláhuac en la que ayer fueron abatidos ocho presuntos criminales era también conocida entre habitantes de la zona como el despacho de un abogado de personas con inmuebles en problemas de embargo.
Al menos así lo identificaron dos mujeres que, este viernes por la mañana, acudieron al exterior del domicilio –ubicado sobre la calle Simón Álvarez, de la colonia La Conchita Zapotitlán– buscando al profesionista que, comentó una de ellas, era conocido desde hace años por su trabajo.
“Veníamos a checar con él un asunto porque nos lo recomendaron. De todos era conocido”, dijo una de las entrevistadas, que agregó sorprenderse al descubrir que era el mismo lugar en el que la Secretaría de la Marina (Semar) abatió a un presunto jefe del narcotráfico y a otras siete personas.
La actividad descrita por las entrevistadas coincide con el aspecto de parte de la propiedad en la que ocurrieron los hechos sangrientos, en una de cuyas dos habitaciones hay un escritorio fijo sobre el concreto y, detrás, una efigie de la justicia con las palabras Ius y Lex pintadas en una pared. En un cuarto contiguo, casi vacío, un logo de la Universidad Nacional Autónoma de México ocupaba casi la mitad de otro muro.
No había en la bodega en la que quedaron los restos de las personas abatidas indicios a simple vista de actividades ilícitas. Había una mesa de jardín, sillas, muebles con utensilios de cocina y bolsas de basura. Tres pequeños orificios sobre el portón de acceso, más uno de diámetro mayor, indicaban el registro de disparos realizados desde adentro hacia la calle, en probable señal de que, como indicó la Secretaría de la Marina, los hoy abatidos atacaron también al personal naval. La Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, aun así, reportó el decomiso de sólo dos armas de fuego tipo escuadra.
La propiedad quedó abandonada por las autoridades y semi-abierta, con el portón color gris sostenido sólo con una cuerda y, todavía, con varias manchas de sangre. Había restos hemáticos en el exterior, sobre el pavimento de la calle Simón Álvarez; otros más en el patio, justo después de la entrada; otros en el asiento del copiloto de una camioneta van color azul estacionada en el mismo interior y, más visibles y espesas sobre el suelo, otras tres grandes marcas rojas en la parte techada del mismo patio.
También sin vigilancia quedaron varias cuadras a la redonda, cuya ausencia de policías contrastó con la dimensión del operativo en el que, un día antes, participaron más de mil elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina en apoyo del personal de la Marina.
“Nos quedamos intranquilos”, comentó un vecino en la cuadra en la que quedaron los cuerpos y que dijo no haber notado antes actividades sospechosas.
“No sabemos quiénes vivían ahí; es la primera vez que pasa algo así”, agregó.
La intervención de las Fuerzas Federales se realizó la mañana del pasado jueves, alrededor de las 11:30 horas, cuando, de acuerdo con el comunicado de la Secretaría de la Marina, se identificó la ubicación de “integrantes de grupos de narcomenudistas” que presuntamente se dedicaban a la extorsión, secuestros y homicidios en delegaciones del suroriente de esta ciudad, como Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa.
La información de la Semar menciona que el operativo fue posterior a un ataque que recibió el personal naval durante un patrullaje que, a su vez, fue producto de trabajos de inteligencia.
“El enfrentamiento se originó tras el seguimiento coordinado de Fuerzas Federales y de la Ciudad de México a presuntos infractores de la Ley, en inmediaciones de la Delegación Tláhuac, el cual derivó en una agresión directa con armas de alto poder de los presuntos infractores contra Personal Naval”, informó la Marina.
“Esta acción permitió que Personal Naval controlará la agresión resultando de dicha acción que fallecieran ocho presuntos infractores de la ley, entre ellos Felipe de Jesús “N”, quien era cabeza de una organización delictiva extremadamente violenta y que operan en las delegaciones de Tláhuac e Iztapalapa. En el lugar se encontraron diversas armas largas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas”, agregó la Semar.
Horas después, alrededor de las dos de la tarde, en las inmediaciones de la Avenida Tlahuac –unas diez cuadras al norte de donde fue la balacera– se registraron bloqueos a vialidades con tres unidades de transporte colectivo “microbuses” y, uno, con un camión de volteo. El hecho, sin precedentes en la Ciudad de México y visto en entidades con fuerte presencia del crimen organizado, como Nuevo León o Jalisco, fue atribuido por la SSP de la Ciudad de México a “un grupo de operadores de los denominados ‘mototaxis’, quienes al parecer mantenían nexos con el narcomenudeo facilitando la distribución”.
En las inmediaciones de la estación de metro Nopalera, personas entrevistadas coincidieron en haber visto a conductores de este tipo de transporte que abunda en la delegación Tláhuac participar en los bloqueos.
“Llegaron y cerraron las calles; venían de varias partes”, comentó un entrevistado en una de las zonas afectadas por bloqueos.
“Pasó en segundos. Yo me asomé, vi eso [el cierre de las calles por parte de los conductores de las moto-taxis] y me vine para cerrar [el negocio]”, agregó.
Los patrullajes de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública fueron ayer observados sólo sobre la Avenida Tláhuac. La actividad de los conductores de moto-taxis, mientras, y como el resto de la zona, permanecía sin mayor vigilancia.
“Nosotros nada más estamos trabajando”, dijo uno de los conductores, que agregó saber sólo del decomiso de decenas de “calandrias”.