El PAN renovará su dirigencia nacional a mediados del próximo agosto, para relevar a su actual dirigente, Gustavo Madero.
Los dos candidatos, que han iniciado ya campaña, son Javier Corral Jurado, senador ahora con licencia, y Ricardo Anaya Cortés, diputado a su vez con licencia también.
La trayectoria de ambos políticos dentro de las filas del PAN es impecable: han ocupado los cargos clave dentro de su partido y su formación (ambos abogados, Anaya Cortés con un doctorado incluso en Ciencias Políticas y Corral Jurado con amplia trayectoria como periodista) no parece ir en demérito de su carrera política.
La diferencia que los separa no parece ser la edad (Anaya Cortés es trece años más joven que Corral Jurado), sino los grupos de poder panista a los que pertenecen.
Desde un principio, Anaya Cortés ha sido criticado por el propio Corral Jurado de ser el delfín del actual dirigente nacional y, por tanto, se ha erigido (el propio Corral Jurado) en un disidente de la vertiente maderista, a la que acusa de la corrupción y el divisionismo albiazul en todo el país. El propio Corral Jurado lleva, por su parte, también su propia condena: ha sido criticado de incluir en su fórmula a ex colaboradores cercanos de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Entre esos nombres se incluyen los de José Luis Luege Tamargo, Juan Carlos Romero Hicks, Fernando Canales Clariond y Ana Teresa Aranda, de manera que teniendo en cuenta los saldos dejados por el gobierno foxista y, sobre todo, el cementerio construido por la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón esa “rebelión de las bases” a la que ha convocado Corral Jurado para reconstruir la moral panista quedaría en vilo.
Más allá de filias y fobias (y de las zancadillas, traiciones y guerras sucias que todo proceso de elección conlleva), al momento es Ricardo Anaya Cortés el candidato que parece convocar el mayor número de simpatizantes y, de llegar a reafirmar en su militancia la convicción de la impostergable renovación del panismo nacional (pues esa parece ser la principal bandera de su campaña), seguramente se convertirá en el próximo líder nacional de los albiazules.
Nadie duda de que el PAN necesita una transformación de fondo, pues se ha ganado no sólo el descrédito de graves actos de corrupción, sino también de ser comparsa del PRI y no un partido de posiciones firmes en favor de la ciudadanía.
Por eso, volver a costa de lo que sea a los postulados que le dieron origen (tan simple como eso) sería, para la renovada dirigencia, la más ejemplar de sus tareas.
@rogelioguedea