Son algunos de los 40 mil documentos, entre manuscritos, correspondencia, libretas y otros escritos que alguna vez pertenecieron a Max Brod, amigo de Kafka, reunidos una vez más en la Biblioteca Nacional de Israel. Habían terminado en bóvedas de bancos en Suiza y Tel Aviv, un apartamento de Tel Aviv y una bodega en Wiesbaden, Alemania, donde la policía los encontró amontonados entre piezas de vanguardia rusa falsificadas.
Berlín, 21 de mayo (AP).— Las autoridades alemanas entregaron el martes a Israel cerca de 5 mil documentos conservados por un amigo de Franz Kafka, un tesoro cuyos problemas pudieron haber salido de uno de los cuentos surrealistas del autor.
Entre los archivos devueltos hay una postal de Kafka de 1910 y documentos personales que mantuvo Max Brod. Los expertos creen que el archivo ofrece una ventana a la escena cultural y literaria europea de principios del siglo XX.
Son algunos de los 40 mil documentos, entre manuscritos, correspondencia, libretas y otros escritos que alguna vez pertenecieron a Brod, reunidos una vez más en la Biblioteca Nacional de Israel. Habían terminado en bóvedas de bancos en Suiza y Tel Aviv, un apartamento de Tel Aviv y una bodega en Wiesbaden, Alemania, donde la policía los encontró amontonados entre piezas de vanguardia rusa falsificadas.
“Creo que él (Kafka) estaría sorprendido”, dijo el archivista de la Biblioteca Nacional Stefan Litt, quien ayudó a identificar los documentos recuperados en Alemania. “Él no habría podido inventar una trama mejor”.
Los documentos recuperados en Wiesbaden tienen poco que ver con Kafka, pero completan la colección de Brod y permiten conocer más a Brod y su círculo, que incluía a Kafka y otros escritores, dijo Litt.
“Este es un capítulo importante en el patrimonio de Max Brod”, señaló. “Siempre es bueno que los investigadores tengan la imagen tan completa como sea posible”.
Tras la entrega formal de los documentos que hizo la policía federal alemana en la residencia del embajador de Israel en Berlín, el presidente de la Biblioteca Nacional, David Blumberg, prometió hacer accesible al público la colección completa.
“Todo será publicado, todo será digitalizado para poderlo compartir con el mundo”, dijo.
Kafka, un judío bohemio de Praga que vivió por un tiempo en Berlín, era amigo cercano de Brod, quien a su vez fue un escritor talentoso. Poco antes de su muerte a los 40 años por tuberculosis en 1924, Kafka heredó sus escritos a Brod y supuestamente le pidió que los quemara sin leerlos.
En vez, Brod publicó gran parte de la colección, incluyendo las novelas “El proceso”, “El castillo” y “América”, ayudando a establecer a Kafka de manera póstuma como uno de los grandes autores del siglo XX. También llevó al inglés la palabra “kafkiano”, que sirve para describir situaciones extrañas, ilógicas o catastróficas como las que retrató Kafka en sus escritos.
Después de que los nazis ocuparon la región de Sudetenland en Checoslovaquia en 1938, Brod escapó de la persecución con la colección completa hacia lo que entonces era Palestina bajo el gobierno británico. Cuando murió Brod, dejó a su secretaria personal, Esther Hoffe, a cargo de su patrimonio literario y le instruyó que transfiriera los papeles de Kafka a una institución académica.
Pero Hoffe mantuvo los papeles en su poder por cuatro décadas y vendió algunos, como el manuscrito original de “El proceso” de Kafka, que facturó 1,8 millones de dólares en una subasta 1988. Hoffe guardó algunos objetos en una bóveda de banco en Tel Aviv, algunos en Suiza y otros en su apartamento en Tel Aviv.
Cuando murió la colección pasó a manos de sus dos hijas, quienes lucharon por mantenerla, pero eventualmente perdieron la batalla en la Corte Suprema de Israel en 2016. La corte apoyó a la Biblioteca Nacional, cuyos abogados argumentaron que los papeles de Kafka eran “bienes culturales” pertenecientes al pueblo judío.
Las dos hijas de Hoffe ya murieron y los documentos almacenados en Israel están bajo cuidado de la Biblioteca Nacional. Los documentos que estaban en Suiza también llegarán pronto, luego que la biblioteca ganó un caso en Zúrich el mes pasado.
Pero los documentos de Alemania habían sido robados del departamento de Hoffe hace una década.
Terminaron en manos de un marchante israelí, quien trató de venderlos en 2013 a un archivo literario alemán en Marbach, la misma institución que compró el manuscrito de “El proceso” en 1988. El archivo alemán reportó la oferta a la Biblioteca Nacional de Israel, que a su vez alertó a las autoridades, dijo Litt.
Los documentos resurgieron en la bodega de Wiesbaden usada por una banda internacional de falsificadores de pinturas que fue desmantelada por las autoridades alemanas ese mismo año, agregó. Desde entonces habían estado bajo resguardo de las autoridades alemanas mientras Litt y otros trataban de corroborar su origen.
Entre los documentos devueltos hay correspondencia entre Brod y su esposa, e incluso algunas de sus libretas de preparatoria, dijo Litt.
“No cabe duda que estos materiales eran parte de sus documentos”, apuntó.
El manuscrito de “El proceso” fue adquirido adecuadamente por el Archivo Literario Alemán en una subasta de Sotheby’s en 1988 y la Biblioteca Nacional no puede reclamarlos, señaló.
“Nos alegra que esté en buenas manos”, dijo Litt.