El incidente de Andrés Manuel durante su reunión con connacionales en Nueva York ha dado oportunidad a los voceros del régimen, con o sin nombramiento, para rasgarse las vestiduras en defensa de las fuerzas armadas; hasta Osorio Chong aprovechó la ocasión para exclamar “basta ya” ante las palabras hirientes del líder nacional de Morena.
A los detractores del aspirante a la Presidencia de la República les bastan tres palabras para elevar la voz estridentemente en contra del tabasqueño: “Cállese”, “provocador” y “ejército”, que fuera de contexto se presentan como una ofensa a las víctimas de Iguala y al Ejército.
Analicemos el video que documenta los hechos del lunes 13 de marzo.
Alrededor de 27 minutos después de empezar a leer su discurso, justo cuando señala que acudirá ante la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, empieza el ruido entre el público, se oye una voz que lo interrumpe y luego abucheos.
López Obrador dice “estamos hablando de libertad, todos pueden manifestarse” y les pide que pasen al frente. “Déjenlos pasar no hay problema… Aquí junto a mí… No pasa nada”, dice, “ellos son libres además están defendiendo una causa justa: Quieren que se haga justicia en el caso de los 43 jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa”
Les pide que se acomoden a su espalda con los carteles que tenían en sus manos, algunos críticos del mismo Andrés Manuel; después un joven con gorra le dice algunas palabras y éste se voltea y pregunta al público: ¿Seguimos adelante?
Luego, mientras López Obrador continuaba leyendo su discurso, el mismo joven se acerca a la audiencia gritando y provocando a los asistentes a la reunión (se ve claramente cómo lo hace). AMLO interviene hablando al público: El que no tiene nada qué temer puede actuar con libertad.
El joven vuelve a acercase al público y alguien le arrebata el cartelón que llevaba, López Obrador va, lo rescata y se lo entrega al muchacho, “no griten, ¿no ven que si gritan ustedes, tiene éxito en lo que vienen a provocar?”. Se hace la calma y AMLO termina su mensaje.
Esto mostró a un Andrés Manuel capaz de lidiar con momentos críticos sin perder la calma, y éste duró casi cinco minutos, que son muchos. Refleja también respeto y solidaridad con los jóvenes caídos en Iguala, Guerrero: los defendió, les permitió expresarse, subir a la tribuna y exponer sus carteles, y pidió a sus seguidores guardar silencio.
No creo que los otros candidatos hubieran sido tan ecuánimes en situaciones así. Peña Nieto se escondió en la Ibero, Calderón sólo dejó hablar a Luz María porque estaba en vivo y en un acto de desagravio a las víctimas de Salvárcar, de las que él era responsable.
Pero éste era un acto de solidaridad con los mexicanos en Estados Unidos y de alto sentido simbólico ya que definir una actitud de defensa de los migrantes es una prioridad nacional, como también lo es seguir exigiendo justicia para las víctimas de Ayotzinapa, y ambas acciones son coincidentes.
Después, en el exterior y ya cuando estaba en movimiento el automóvil de López Obrador, se acercó Antonio Tizapa, padre de una de las víctimas, y le hace un par de preguntas; otra vez AMLO se detiene y escucha pero eran preguntas impertinentes para el momento, que destruían el efecto solidario y unitario de Morena con las víctimas de Ayotzinapa.
La primera, “cuando gobernaba Aguirre mataron dos estudiantes y usted formaba parte del PRD…”; evidentemente es una pregunta provocadora porque se conteste lo que se conteste dará pie a la crítica. AMLO responde: pregúntele a Peña o al Ejército… no sea provocador.
El hombre niega ser provocador y vuelve a preguntar “¿qué has hecho con Aguirre? ¿Qué hiciste con Abarca cuando fuiste del PRD?”, López Obrador contesta algo que se ha mantenido ambiguo, entre “cállese” o “que le vaya bien”. El hombre dice “Cuando usted sea Presidente…” pero el auto se aleja.
Entonces el hombre se separa y le dice a la persona que lo filma: López Obrador me ha dicho provocador, y lo repite una y otra vez. Es claro que el hombre estaba esperando el mínimo pretexto para descalificar al líder nacional de Morena.
Andrés Manuel López Obrador nunca se refirió al Ejército como responsable de la muerte de los jóvenes de Ayotzinapa, ni le faltó el respeto a las víctimas de Iguala, convirtió su asamblea en solidaria con ellos y demostró que tiene templanza para gobernar incluso en momentos difíciles; y mientras los editorialistas y políticos del régimen parecen más bien chismosos de la ventana.