Ciudad de México, 21 de marzo (SinEmbargo).–»Nuestro mundo es uno en que el arte y los animales se juntan de una manera maravillosa. Son los animales los que cautivan», explican Natalia y Bill, una pareja de fotógrafos que habitan en California y juntos tienen un proyecto llamado The Photo Lab. El proyecto se especializa en fotografía animal y trabajan en su mayoría en Petaluma, California.
«Tenemos un gran trabajo. Para nosotros, una fotografía puede evocar emoción de la misma forma que lo hace un olor a la memoria. Cuando tomamos fotos de animales, no sólo capturamos su belleza física, sino también sus únicas y especiales personalidades», afirma la pareja.
Natalia Martínez o Nat, se graduó de la Academia de Comportamiento Canino Trish King y habla fluido el español, también se graduó en Bellas Artes e Imagen Digital del Instituto de Fotografía Brooks en Santa Barbara, California. Bill Parsons se tituló también del Brooks Institute de Santa Barbara y estudió Fotografía Comercial.
«Somos compañeros de trabajo, de negocios y mejores amigos. Educados y con experiencia en múltiples disciplinas desde fotografía a diseño gráfico, también ilustración y escribir», explica la pareja quien tiene dos perros: Corbin y Willow y sus gatos Leelo y RT.
¿Cómo es un día normal para ustedes?
Mmmm, ¿normal? ¿qué es eso? (risas). La “normalidad” cambia mucho en nuestro trabajo, las cosas y rutinas cambian de forma constante, pero algo que siempre se queda igual es el grado de preparación para cada sesión de fotos (privada o comercial), la dedicación que le metemos a cada proyecto de principio a fin y el compartir caminatas con nuestros propios perros como terapia de inspiración.
Hay días en los que estamos pegados a la computadora editando, otros los pasamos donando nuestra fotografía a albergues para promover la adopción y otros en los que tenemos por lo menos una o dos sesiones por semana. Siempre cambia.
Photolab trabaja con albergues, experiencias que definen como “fuertes y difíciles”, ya que a veces hay un historial de abuso o de un pasado triste o cruel.
Natalia Jiménez recuerda que fue parte del rescate, rehabilitación y proceso de adopción de 63 perros rescatados en un criadero. Comparte que estaban en tan terrible estado que fue difícil de principio a fin. Sin embargo, explica que verlos sanar tanto física como emocionalmente con la ayuda y cariño del albergue, entrenadores y voluntarios, así como documentar ella primera vez que salieron a jugar a un jardín y verlos felices en sus nuevos hogares es lo que quiere enseñar.
«La fotografía tiene un poder muy especial para crear cambios y acciones, y en vez de crear imágenes gráficas y tristes, prefiero enseñarle al mundo lo bueno, el proceso de sanar y el optimismo de un futuro mejor”, asegura la fotógrafa.
En cuanto a malas experiencias, relata que sí las han tenido, aunque no precisamente con animales, sino con humanos. Natalia cuenta con años de entrenamiento en conducta, temperamento y psicología canina que le ayuda a hacer a los perros sentirse cómodos y tranquilos, sabe leer su lenguaje corporal.
«La única mala experiencia que hemos encontrado es el poco valor que mucha gente le da a la fotografía profesional, el que haya quienes les parece fácil cometer plagio, o usar una fotografía para sus fines comerciales sólo porque la encontró en Internet, sin respeto alguno a quien trabajó muy duro para crearla. Eso es lo mas difícil y triste, y desafortunadamente es el mismo cuento con todo arte visual o literario. Los derechos de autor son indispensables y el trabajo de todo artista merece protección y respeto», denuncia Natalia.
Photo Lab nació de la bondad de un amigo, la pasión por la fotografía y el amor por cierto labrador negro. Bill y Nat explican que cuando Corbin, su perro, creció, siempre gustaron de tomarle fotos de él y de sus hermanos felinos, pero no fue hasta que tuvo cáncer que esas imágenes realmente tenían un significado para ellos.
«La vida va tan rápido y la fotografía tiene esa maravillosa cualidad de permitirnos capturar un momento en el tiempo», recuerdan. También explican, con humor, que Corbin no obtiene ninguna regalía por el uso de su imagen, que ha preguntado pero lo distraen con premios.
«Como creativos en el mundo del arte, amantes de todos los seres en el reino animal y estudiantes de la esfera canina, sabemos que nuestra verdadera felicidad y ejecución de habilidad se volvería real con la fotografía animal. Combinando nuestra extensiva educación y experiencia profesional, Photo Lab Pet Photography fue serendipia, sino destino», exponen en una declaración sobre su trabajo.
-¿Qué buscan retratar en cada fotografía?
-Más que nada, honrar el lugar tan especial que ocupa la relación que tenemos con nuestros animales de compañía. Cada perro y cada gato es un individuo, único y especial. La frase “sólo es un perro, qué más da” no aplica, no tiene lugar en nuestras vidas, y para la gente que ha conocido este amor, ese mensaje es especialmente verdadero.
Un retrato es capturar un recuerdo tangible de una presencia, un alma, una personalidad, y cuando ese retrato se crea en un ambiente bello y rodeado de luz que puede ayudar a expresar la emoción del momento, se vuelve más que una simple foto de un perro, se vuelve un retrato, un momento fijo en el tiempo de alguien que significa algo para nosotros.
La fotógrafa recuerda un caso de un pitbull rescatado de un «muy cruel pasado» que se llamaba Lenny, tenía las orejas mutiladas y estaba sin la mayoría de sus dientes. Tenía 10 años de edad y cicatrices en la piel, pero una familia lo adoptó para darle los mejores últimos días una vez que le diagnosticaron una enfermedad terminal.
«Una tarde soleada, nos juntamos con Lenny y su familia en el parque y antes de sacar la cámara, pasamos un rato sentados con ellos, escuchando la historia de Lenny. Escuchando una historia tan triste, no vi ninguna huella de ese pasado, lo único que vi fue amor incondicional por ambas partes», evoca Natalia.
La fotógrafa mexicana cuenta que a pesar de sus heridas, tenía la mirada más suave que ella había visto y un grado de cariño y afecto que los dejó mudos y conmovidos.
«Les tomamos sus fotos, y al otro día me escribió su dueña, avisándome que Lenny había fallecido natural y tranquilo en su casa. Nos esperó a que le pudiéramos dar a su familia un recuerdo tangible, de tan grande amor», culmina la historia.
– ¿Hacen falta cambios en la percepción de la cultura de animales de compañía?
– Por supuesto. Cuando me fui de México para estudiar fotografía acá, la gente amaba a sus perros, pero la mayoría eran parte de su propiedad, los mandaban a adiestrar (con métodos no ideales), los alimentaban con cualquier comida en el mercado, y la mayoría de la gente compraba a sus mascotas en una tienda. (…) Al llegar a California y ver el tremendo contraste, me es difícil negarlo. Ahora, estoy viendo más y más albergues y centros de adopción, opciones en cuanto a nutrición y cuidado veterinario. Lo más padre (para nosotros) es el tener gente que nos escribe para ver cuándo vamos a México porque quieren agendar una sesión de fotos para ellos y sus mejores amigos. ¿Qué más puedo pedir?