Cuando Donal Trump entró en campaña hace ocho meses, la mayoría de los líderes republicanos restaron importancia al magnate de los bienes raíces, insistiendo en que los fervientes asistentes que llenaban sus mítines eran fans, no votantes. Pero ya no. La pregunta clave a la que se enfrentan ahora los republicanos es si los que intentan evitar una nominación de Trump se han quedado sin tiempo.
Por Josh Lederman y Jill Colvin
SPARTANBURG, South Carolina, EE.UU. (AP) — Sí, Donald Trump podría ser el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos.
El magnate se anotó el sábado su segunda victoria seguida con las primarias de South Carolina, despejando cualquier duda sobre que pueda convertir a sus entregados seguidores en votantes. En el otro extremo del país, Hillary Clinton aquietó los temores sobre sus posibilidades con una clara victoria sobre Bernie Sanders en Nevada, el primer estado que pone a prueba el atractivo de los aspirantes demócratas entre votantes con diversidad racial.
Trump, ahora claro líder en la carrera por conseguir delegados republicanos, afianzó su posición como favorito del partido. Ningún republicano en los tiempos modernos ha ganado en New Hampshire y South Carolina sin conseguir la candidatura. Tras demostrar su fuerza en South Carolina, Trump se mostró bien encarrilado a la victoria mientras las primarias ponen rumbo a varios estados en el sur.
«Es duro, es agresivo, es cruel. Es despiadado. Es hermoso, cuando uno gana. Es hermoso», dijo Trump sobre la campaña electoral.
Aunque la victoria de Trump rompe una lanza por los independientes políticos que han definido la campaña con su búsqueda de candidatos fuera de la corriente principal de los partidos, esa fortuna no se extendió a Sanders. Tras ganar en New Hampshire, la segunda primaria de la campaña , el senador que se describe como demócrata socialista quedó rezagado en Nevada, donde Clinton se hizo con la mayoría de los delegados y dijo con alegría a sus partidarios que «ésta va por ustedes».
Para Jeb Bush, South Carolina fue el final del camino. Con sus donantes listos para cambiar de apuesta, el heredero de una importante familia política abandonó la carrera tras quedar fuera de los tres más votados.
Trump se impuso a sus rivales al hacerse aproximadamente con un tercio de los votos en el estado. El Senador Marco Rubio se hizo con el segundo puesto por delante de Ted Cruz —que al igual que Rubio es un Senador en su primera legislatura— según los datos completos pero no oficiales. John Kasich restó importancia a su mal resultado en South Carolina, un estado conservador donde el Gobernador de Ohio no esperaba gran cosa.
Ahora, republicanos y demócratas se intercambian los destinos, con los aspirantes republicanos preparándose para enfrentarse el martes en Nevada y los demócratas para hacer lo mismo en South Carolina cuatro días después. El premio gordo llega unos días más tarde, cuando una docena de estados deciden el 1 de marzo el destino de un gran botín de delegados.
Una serie de victorias de Clinton y Trump en esas primarias del Súper Martes les darían grandes ventajas en la carrera por los delegados, aguando la perspectiva de que sus rivales puedan darles alcance. Trump ya lidera a los republicanos con 61 de los 1.237 delegados, mientras que Clinton tiene 503 ante los 70 de Sanders, incluidos varios superdelegados que respaldan al candidato que prefieran.
Cuando Trump entró en campaña hace ocho meses, la mayoría de los líderes republicanos restaron importancia al magnate de los bienes raíces, insistiendo en que los fervientes asistentes que llenaban sus mítines eran fans, no votantes. Pero ya no.
La pregunta clave a la que se enfrentan ahora los republicanos es si los que intentan evitar una nominación de Trump se han quedado sin tiempo. Tanto Cruz como Rubio insinuaron sus estrategias para hacerle frente cuando se dirigieron a sus seguidores tras el cierre de urnas.
«Somos la única campaña que ha ganado y puede ganar a Donald Trump», dijo Cruz, vencedor en las asambleas partidarias de Iowa. «Si es usted un conservador, éste es su lugar porque sólo un conservador fuerte está en posición de ganar esta carrera».
Rubio, una cara nueva e hijo de inmigrantes cubanos, ha insistido en que es el único republicano que puede ganar a Clinton o a otro demócrata con una masa de votantes cada vez más joven y diversa. Tras librarse de Bush, dijo a sus seguidores en Columbia que «esto se ha convertido en una carrera a tres».
«Este país ya está listo para una nueva generación de conservadores que nos guíe en el siglo XXI», dijo Rubio, flanqueado por la Gobernadora de South Carolina, la indioestadounidense Nikki Haley, y el Senador afroestadounidense Tim Scott.
La victoria de Clinton fue un alivio para su campaña tras su derrota en New Hampshire. En Nevada conquistó a los votantes que dijeron que la experiencia y las posibilidades de ganar en noviembre eran importantes para su voto, según el sondeo a votantes realizado por Edison Research para Associated Press y cadenas de televisión. Pero en un indicio de la vulnerabilidad que sigue afectando a Clinton, Sanders tuvo mejores resultados con los votantes que buscaron a alguien sincero y con empatía.
«Hemos avanzado mucho en nueve meses», dijo Sanders. El Senador se mostró optimista en que «el viento esté a nuestra espalda».
Respaldado por una potente red de pequeños donantes, Sanders tiene fondos abundantes para mantener su campaña durante meses. El neurocirujano retirado Ben Carson prometió seguir adelante pese a quedarse muy rezagado respecto a los otros republicanos.