Las abejas, las mariposas, las mariquitas y las luciérnagas están desapareciendo, y no se sabe por qué

20/09/2018 - 6:13 pm

Tras el estudio alemán, otros países han comenzado a preguntarse si tienen problemas similares, dijo el ecólogo Toke Thomas Hoye, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. Él estudió moscas en unos pocos puntos remotos en Groenlandia y notó una caída de 80 por ciento en los números desde 1996.

Según Estudio Alemán Los Insectos Voladores Están Desapareciendo<br >foto Apdon Ryan

Pensilvania, 20 de septiembre (AP) .- Una presencia usual de los veranos —los enjambres de insectos— parece estarse volviendo una cosa del pasado. Y eso les preocupa a los científicos.

Los molestos mosquitos, las garrapatas portadoras de enfermedades, los áfidos devoradores de cosechas y las cucarachas andan bien. Pero los insectos voladores más beneficiosos del verano —las abejas, las mariposas nocturnas, las mariposas, las mariquitas, las moscas del beso, las efímeras y las luciérnagas— parecen abundar menos.

 Los científicos piensan que algo anda mal, pero no están seguros de qué: en el pasado no contaban sistemáticamente las poblaciones de insectos, así que no se puede hacer una comparación precisa ahora. No obstante, están bien seguros de que en el mundo hay menos insectos, los cuales son cruciales para hasta el 80% de lo que comemos.

Sí, algunos insectos son plagas. Pero también polinizan plantas, son un eslabón clave en la cadena alimentaria y ayudan en la descomposición biológica.

«Tendríamos un colapso total del ecosistema si perdemos a los insectos. ¿Cuánto más puede empeorar?”, dijo el entomólogo Doug Tallamy de la Universidad de Delaware. Si desaparecen, “el mundo comenzaría a podrirse”.

Hizo notar que el biólogo E.O. Wilson de la Universidad de Harvard dijo alguna vez que los insectos son “las cositas que gobiernan el mundo”.
Wilson, de 89 años, recordó que solía retozar en un “Washington lleno de insectos, especialmente mariposas”. Ahora “los insectos voladores prácticamente han desaparecido”.

Se dio cuenta especialmente cuando regresaba a casa el año pasado de los suburbios de Boston a Vermont y decidió contar cuántos insectos chocaban contra su parabrisas. El resultado: sólo una mariposa nocturna.

LA PRUEBA DEL PARABRISAS

Ese experimento empírico es llamado la prueba del parabrisas. Wilson recomienda que la población lo haga para ver qué detecta. Tallamy dice que la generación de la posguerra probablemente notará la diferencia.

Varios científicos han efectuado sus propias pruebas con parabrisas, faros delanteros y parrillas frontales de los automóviles, y la mayoría notaron menos insectos aplastados. Los científicos hacen notar que esos ejercicios no son experimentos científicos adecuados, porque no incluyen grupos de control ni comparaciones con resultados previos (además, los vehículos actuales son mucho más aerodinámicos, por lo que más insectos les pasan cerca sin estrellarse).

 Aun así, hay indicios de declinación. Los estudios han mostrado declinaciones de especies individuales en lugares específicos, incluyendo luciérnagas, abejorros y mariposas nocturnas. Un estudio estimó una declinación de 14 por ciento en las mariquitas en Estados Unidos y Canadá de 1987 al 2006. El entomólogo urbano de la Universidad de Florida Philip Koehler dijo que ha detectado un descenso reciente en los insectos de amor, que vuelan unidos y que cubrían los campos en Florida en las décadas de 1970 y 1980. Este año, dijo, “fue algo decepcionante, según pensé”.

Lee Dyer, científico de la Universidad de Nevada en Reno, y sus colegas han estado examinando insectos en la Estación Biológica La Selva en Costa Rica desde 1991. Cuentan con una gran trampa debajo de una luz negra que décadas atrás habría estado cubierta de insectos. Ahora “no hay insectos en esa trampa”, dijo.

Pero no existen muchos estudios que examinen a todos los insectos voladores en áreas grandes.

LA EVIDENCIA

El año pasado, un estudio encontró una declinación de 82 por ciento a medio verano en el número y el peso de los insectos capturados en trampas en 63 reservas naturales en Alemania comparado con 27 años antes. Fue uno de los pocos estudios amplios. Los científicos dicen que no se pueden hacer comparaciones similares en otras partes porque no se elaboraron conteos de insectos décadas atrás.

«No sabemos cuánto estamos perdiendo si no sabemos cuánto tenemos”, dijo la entomóloga Helen Spafford, de la Universidad de Hawai.

La falta de datos antiguos hace “poco claro hasta qué grado estamos experimentando un artropocalipsis”, dijo la entomóloga May Berenbaum, de la Universidad de Illinois. Los estudios individuales no son convincentes por sí solos, “pero la pura acumulación de peso de la evidencia parece estar cambiando” para mostrar la existencia de un problema.

 Tras el estudio alemán, otros países han comenzado a preguntarse si tienen problemas similares, dijo el ecólogo Toke Thomas Hoye, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. Él estudió moscas en unos pocos puntos remotos en Groenlandia y notó una caída de 80 por ciento en los números desde 1996.

«Evidentemente no es un problema alemán”, dijo el entomólogo David Wagner de la Universidad de Connecticut, que ha registrado declinaciones en las poblaciones de mariposas nocturnas en el noreste de Estados Unidos. “Sólo necesitamos hallar qué tan extendido está el problema”.

LOS SOSPECHOSOS

La mayoría de los científicos dicen que numerosos factores, no sólo uno, causaron el aparente declive en los insectos voladores.

Entre los sospechosos están la pérdida de hábitat, el uso de insecticidas, la eliminación de hierbas nativas, la agricultura de un solo cultivo, las especies invasoras, la contaminación por luz, el tránsito en las carreteras y el cambio climático.

«Es una muerte lenta por múltiples factores, y esa es muy mala noticia”, dio Wagner.

Para Tallamy, dos causas resaltan: la guerra de los humanos a las “hierbas malas” y las vastas extensiones de tierras dedicadas a un reducido número de cultivos.

Las hierbas y plantas nativas representan el alimento de los insectos y el lugar donde viven, dijo Tallamy. Los algodoncillos, cruciales para las mariposas monarcas, están desapareciendo rápidamente. Los céspedes cortados cuidadosamente son tan comunes en Estados Unidos que, si se les suma, tienen una extensión del tamaño de Nueva Inglaterra, dijo.

Esos céspedes son esencialmente “zonas muertas”, dice.

La contaminación por luz es otro problema grande para especies como las mariposas nocturnas y las luciérnagas, dicen los expertos. Los insectos son atraídos por la luz, donde se vuelven presa fácil y gastan energía que deberían usar en conseguir alimento, dijo Tallamy.

 Jesse Barber de la Universidad Boise State está inmerso en un estudio de luciérnagas y otros insectos en el Parque Nacional Grand Teton, en Wyoming. Dice que nota una conexión clara entre la contaminación por luz y la declinación en las poblaciones.

«Estamos afectando a los insectos durante el día y estamos afectando a los insectos durante la noche”, dijo Tallamy “Los estamos afectando casi en todas partes”.

Los céspedes, la contaminación por luz y el tráfico en las carreteras que mata a muchos insectos— están relacionados con los lugares donde se concentran las personas. Pero el científico danés Hoye detectó una notable declinación en el número de moscas en Groenlandia en áreas alejadas 500 kilómetros (300 millas) de la civilización. Sus estudios vincularon las declinaciones a las temperaturas más cálidas.

Otros científicos dicen que el cambio climático causado por la actividad humana pudiera desempeñar un papel, aunque pequeño.

RESTAURACIÓN DEL HÁBITAT

Algunos gobiernos están tratando de mejorar la situación. Maryland está en un experimento de tres años para ver si plantar flores silvestres nativas ayuda a los insectos.

La entomóloga Lisa Kuder, de la Universidad de Maryland, dijo que los céspedes usuales recortados “son básicamente un desierto” que no atrae a insectos voladores. Kuder encontró una mejora _ 70 especies diferentes y récords de abejas _ en las áreas en que se permitió que las flores crezcan de forma silvestre y natural junto a los caminos.

 El problema es que es tan cerca de los caminos que Tallamy teme que las plantas se vuelvan “trampas ecológicas a las que atraes insectos que van a ser aplastados por coches”.

Aun así, Tallamy no pierde esperanzas. En el 2000 se mudó a un área rural entre Filadelfia y Baltimore y convirtió su terreno de cuatro hectáreas (10 acres) en un campo con todo tipo de plantas nativas, perfecto para insectos. Ahora tiene 861 especies de mariposas nocturnas y 454 especies de aves que se alimentan de insectos.

Wagner, a su vez, se pasa los veranos enseñándoles a estudiantes de secundaria a buscar insectos en un campo, cómo él hacía hace décadas. A ellos les cuesta trabajo encontrar pupas, que él solía ver con frecuencia.

«Los muchachos a quienes enseño ahora van a pensar que la escasez de insectos es la norma”, dio Wagner. “No se dan cuenta de que pudiera ser un indicio de que se avecina un desastre ecológico”.

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