En el ciclo de conferencias que explora la relación entre las letras y el séptimo arte de Francia, Philippe Ollé Laprune analizó las posturas sobre la fe y la religión de ambos creadores galos.
Ciudad de México, 20 de agosto (SinEmbargo).- El cine de Robert Bresson (1901-1999) y la literatura de George Bernanos (1888-1948) motivaron la reflexión del intelectual francés afincado en México Philippe Ollé-Laprune, quien expuso la manera en que el escritor y el cineasta plasmaron sus reflexiones en torno a la religión y la fe en Diario de un cura rural.
La adaptación de 1951 —a la que Raúl Miranda, moderador de la charla y Subdirector de Documentación y Catalogación de la Cineteca Nacional, calificó como “un viaje de desesperación y de búsqueda”— sigue fielmente el relato de Bernanos, en el que un joven cura llega a una parroquia rural y es recibido con hostilidad por la población, cuya falta de fe hace que el mismo protagonista dude de los designios de Dios.
“Es una interrogación muy dura sobre el bien y el mal”, comentó Ollé-Laprune. “Es una obra, tanto la literaria como la cinematográfica, que está muy obsesionada con esta idea de ‘¿Qué le pasó a Dios para que nos hiciera todo esto?’, y la única respuesta es lo que dice al final: ‘Todo es gracia’”.
El ensayista apuntó que Bresson y Bernanos tuvieron infancias muy parecidas; ambos fueron criados por una fe católica muy fuerte que no permitía el “pensamiento barroco” o las ideas complejas. Como reacción ante esa ideología opresiva, los dos franceses terminaron por plasmar sus reflexiones con exigencia y radicalidad.
A pesar del encuentro temático que ambos autores tuvieron en Diario de un cura rural, el editor parisino apuntó una diferencia importante en el tratamiento de sus personajes: “Bernanos es muy cercano a sus personajes y les pone mucha pasión”. En el extremo opuesto, Bresson es principalmente reconocido por la neutralidad que imponía sobre sus actores, a los que forzaba a repetir tomas hasta que sus interpretaciones carecieran de emotividad y exageración.
En el mismo sentido, su uso de actores no-profesionales en lugar del convencional star system francés ayudó a que sus historias no se vieran interrumpidas por distractores como las acciones prototípicas de Jean Gabin o la sensualidad irreverente de Brigitte Bardot y pudieran ser apreciadas como una intención artística. Ollé-Laprune aseguró que, cuando en París se asistía a los estrenos de Bresson, “sabíamos que íbamos a ver la obra de un director”.
ROBERT BRESSON: UN CINE VIGENTE
Entre los postulados y memorias que se encuentran en las páginas de Esculpir el tiempo (1986), el maestro del cine Andréi Tarkovski alabó a Robert Bresson como el director más coherente que había conocido. El legado del francés no se quedó en Rusia; desde Godard y los jóvenes de la Nueva Ola hasta los trabajos de Carlos Reygadas, la vigencia bressoniana persiste hasta nuestros días.
“Las reflexiones de Bresson sobre el cine y su práctica cinematográfica hacen que tenga el papel de radical: el que lanzó un estilo de cine hasta un punto extremo. Creo que por eso lo vamos a recordar”, afirmó Philippe Ollé-Laprune durante su ponencia en “Charlas sobre cine francés”, que se llevó a cabo en la Sala 4, Arcady Boytler, de la Cineteca Nacional.