“La comunidad gay da dos pasos hacia adelante y uno para atrás. Todavía hay grupos que luchan contra los derechos de las minorías”, señaló Max Ehrsam, escritor mexicano.
Ciudad de México, 20 de julio (SinEmbargo).– En México se ha avanzado a pasos agigantados en materia de derechos para la comunidad LGBT, sin embargo, todavía hay personas que luchan contra eso, lamentó Max Ehrsam, escritor mexicano.
Max se encuentra presentando La noche se me fue de las manos, una novela protagonizada por dos hombres que “se graban la figura del otro y quedan a la espera de que un venturoso azar los haga coincidir de nuevo”.
En entrevista con SinEmbargo, Ehrsam habla sobre la escritura, su libro y el México que camina hacia las libertades de todos.
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–Max, ¿alguien se puede enamorar de alguien sin tocarlo?
–Yo creo que uno se puede hacer la idea del amor, pero sobre todo lo que hay de fondo es un deseo sexual increíble. El deseo sexual puede hacer que todo lo demás te valga madres, que finalmente te puedas convencer de que lo que te está moviendo es el amor.
–Es parte de la trama de La noche se me fue de las manos, tu libro.
–Exactamente. Esa es una de las premisas principales. Esa es una primera mirada, que uno puede confundir con destino; que uno puede confundir con amor. Pero finalmente hay una atracción gigantesca y una atracción sexual gigantesca. La atracción sexual puede llevarnos a hacer unas cosas cosas increíbles y a tomar unas decisiones que no tomaríamos en circunstancias normales.
–Cuéntanos un poco sobre La noche se me fue de las manos, tu primera novela. Tú mismo lo has dicho, es un libro en el que no hay filtros.
–Es una novela que no está escrita específicamente para lectores de la comunidad gay, pero no trata de esquivar lo que es la sexualidad entre dos hombres para hacer la novela más digerible para los lectores que no son de esa comunidad. Es decir, es una novela que deliberadamente es muy cachonda; trata de ser muy sexual. Yo espero que la novela trasmita esa sexualidad y ese erotismo a todos los lectores, sin importar su orientación sexual.
–Además del amor y de la cachondería, las drogas recreativas juegan un papel importante dentro de la trama.
–Sí. Los personajes viven una relación amorosa intensa, de dos años. Este tipo de relaciones, tan pasionales, tan carnales, normalmente tienen una duración de tres semanas, dos meses, y luego se apagan. En este caso, el uso de drogas recreativas le echa fuego a la relación y ayuda a que se extienda por un periodo más largo. Las drogas recreativas ayudan a que estos personajes no puedan ver variables que dificultan la relación y la interacción entre ellos. Ayudan a que se lleven por años esa relación carnal. Por otro lado, el hecho de que usen drogas recreativas no disminuye, en mi opinión, el hecho de que los dos se amen profundamente.
–Las drogas recreativas, sin embargo, terminan por ser un punto de quiebre.
–Sí, las dos personas utilizan drogas recreativas. A uno de ellos no le va tan mal con ellas; el otro sufre una enfermedad. Esto provoca una ruptura en la relación; provoca que la relación no pueda continuar. Provoca que otros problemas, que no eran visibles al principio, afloren.
–Es tu primera novela, pero llevas mucho tiempo escribiendo cuentos y artículos.
–Yo empecé a escribir a los 15 años. He publicado cuentos desde muy joven. Escribí mucha narrativa. Participé en el taller de Elena Poniatowska, estuve varios años en su taller literario. La narrativa siempre ha sido mi pasión, pero me separé de esta durante mucho tiempo. Me dediqué a escribir columnas y artículos periodísticos. Este distanciamiento con la narrativa fue necesario. Largo, pero necesario para encontrar una unidad entre mi vida como narrador y mi vida personal. Y así poder entregar una novela auténtica, que no tuviera prejuicios.
–¿Qué obstáculos encontraste al escribir sobre una pareja de hombres? Me imagino que antes era mucho más complicado.
–El acto de escribirlo, ningún trabajo. Yo soy gay y estoy familiarizado con este tipo de relaciones. La mayoría de las relaciones románticas que he tenido en mi vida, han sido con otros hombres, con excepción de mi juventud. En términos personales no enfrenté ninguna dificultad, y para publicarla, no sé, posiblemente hace algunos años hubiera sido más difícil. Esta novela encontró luz con una velocidad increíble. Yo se la presenté al editor de Penguin Random House, que es Ricardo Cayuela, y él se enamoró de la novela inmediatamente. Así ha pasado con varios lectores que no son de la comunidad gay. Han descubierto que está novela, a pesar de tratarse del amor entre dos hombres, va mucho más allá de la sexualidad gay, y trata sobre los valores de los seres humanos: el amor, el desamor, y todos esos sentimientos que entran en el proceso de enamorarse. Todos esos puntos que encontró Ricardo Cayuela, el editor, se los pasó al editor de Alfaguara, Ramón Córdoba, quien tristemente murió hace un par de semanas. Él la leyó también y se enamoró inmediatamente de la novela. Yo tuve la gran suerte de que Alfaguara, que para mí es el premio de oro de las editoriales en México, se interesara por la novela. Yo la entregué hace menos de un año y ya está publicada. No sé si hace algunos años hubiera sido más difícil. Espero que tenga la misma recepción con los lectores. Estamos en un mundo moderno, en el que la gente puede leer más allá de cualquier prejuicio que pueda existir en los círculos más retrógradas.
–¿En qué momento estamos en la Ciudad de México en materia de derechos de las parejas del mismo sexo?
–Creo que México avanzó, el país en general. Avanzó a pasos agigantados. Yo llevo 20 años viviendo en los Estados Unidos. Yo me fui en 1997. La idea de que en México algún día pudiera haber matrimonio gay, era inconcebible en 1997. Entonces que en este momento el matrimonio gay sea un tema que no se discute y no se pone sobre la mesa para que la gente dé su opinión, sino que se dé como un tema hecho, es algo increíblemente maravilloso. No sólo en México, en el mundo, la comunidad gay da dos pasos hacia adelante y unos para atrás. Todavía hay grupos que luchan contra los derechos de las minorías. Vamos hacia adelante. El progreso es gigantesco. La Ciudad de México siempre ha sido progresista y marca la pauta en muchos sentidos. En otros lugares de la República toma más tiempo, pero nos van alcanzando. Adoro este país.
–¿Qué le dices a los que todavía rechazan?
–Mi perspectiva es que las personas que se dedican a atacar los derechos de las minorías, no tienen ni la paciencia, ni la inteligencia para leer una novela completa. Dudo mucho que vayan a surgir en contra de mi novela. El único consejo que podría darles es que se educaran y que tuvieran empatía. Pero es pedirle peras al olmo.