Los datos más recientes del Instituto Nacional de Salud Pública obtenidos a través de la Encuesta de Salud y Nutrición en menores de 12 años durante la pandemia por COVID-19 muestran que más de 60 por ciento de niñas y niños del país consumió refresco o bebidas azucaradas en un día promedio y más del 70 por ciento lo hace regularmente.
Por Kennia Velazquez
Ciudad de México, 20 de marzo (Pop Lab).– El confinamiento por COVID-19 no alejó a niños y niñas de la comida chatarra y en cambio los expuso más a la agresiva publicidad de esta industria. Los infantes mexicanos consumieron alimentos no recomendables entre tres y cuatro días a la semana, seis de cada 10 toman un vaso de refresco diario, incluso el 23 por ciento de los bebés de entre 6 y 23 meses lo hacen.
Estas cifras fueron dadas a conocer por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) dentro de la Encuesta de Salud y Nutrición en menores de 12 años durante la pandemia por COVID-19 (ENSARS-CoV-2), un estudio que evaluó la alimentación, la actividad física, atención médica, morbilidad, medidas de mitigación y cuidados durante la pandemia. Si bien el estudio no contó con una muestra aleatoria ni representativa del ámbito nacional, las cifras presentadas son alarmantes.
Nuestro país tiene una de las tasas de prevalencia más altas en sobrepeso en menores de edad: 35 por ciento. Las niñas y niños de 2 a 11 años consumieron siete días previos a la encuesta en promedio de 3 a 4 días por semana alimentos no recomendables como mantequilla, mayonesa, crema o manteca (grasas saturadas), bebidas azucaradas, botanas, dulces y postres y azúcares añadidos. El 90 por ciento de ellos lo hace cotidianamente.
Más de 60 por ciento de niñas y niños de ese rango de edad consumió refresco o bebidas azucaradas en un día promedio. Pero más del 70 por ciento lo hace regularmente. Incluso los bebés de más de 6 meses. “Cifras muy altas para ese rango de edad”, dijo el doctor Juan Rivera, director del INSP.
ACCIONES PRIORITARIAS
Mauro Brero, jefe de nutrición de Unicef dijo durante la presentación que los niños y niñas mexicanas previo a la pandemia ya tenían a cuesta la triple carga de sobrepeso, obesidad y desnutrición. Todo esto vinculado a la mala alimentación, por el consumo excesivo de alimentos no nutritivos y ultraprocesados.
El funcionario recordó que el ambiente alimentario en México es obesogénico, “porque hay una oferta excesiva de productos no saludables, que son accesibles, baratos, son adictivos y también hay un marketing agresivo que influye en las decisiones de los consumidores”.
El nuevo etiquetado que se implementó durante la pandemia contribuye a mejorar los entornos alimentarios de las personas menores de edad y al mismo tiempo se vio un incremento de donaciones de productos no saludables, dijo Brero.
Si bien durante el confinamiento más personas mostraron preocupación por alimentarse de manera saludable, hay un problema que podría agudizarse: la inseguridad alimentaria moderada y severa pasaron de 23 por ciento en 2018 a 36 por ciento en 2021.
Con más infantes frente a las pantallas, aumentó “el mercadeo digital de alimentos y bebidas dirigidos a niños y niñas que exaltan posibles beneficios que sus productos puedan brindar al sistema inmune”, alertó el funcionario de Unicef.
Unicef propone a México una serie de acciones prioritarias: atención integral de salud y nutrición durante los primeros 1000 días de vida, regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a niños, niñas y adolescentes y la implementación de una estrategia para transformar el entorno escolar alimentario en previsión al regreso a clases presenciales.
Actualmente, 8 millones de escolares y 12 millones de adolescentes tienen acceso a internet, la información que se recolecta de ellos online permite elaborar estrategias de mercadeo más efectivas, suelen utilizar influencers y videojuegos patrocinados para atraerlos, por lo cual es urgente regular el mercadeo digital.
La Unicef celebra la creación de la materia vida saludable, pero ve como urgente que se aprueben los lineamientos generales para el expendio y distribución de alimentos y bebidas preparados y preparados en escuelas y que se homologue con la ley de etiquetado antes de que regresen a clases.
¿QUÉ PROVOCAN LAS BEBIDAS AZUCARADAS EN LOS NIÑOS Y NIÑAS?
En México el consumo de refresco es de 163 litros por persona al año, ocupando los primeros lugares a nivel mundial por ello y es un hábito que inicia a edades tempranas.
El gran problema de que niños y niñas tomen líquidos con altos niveles de azúcar es que consumen una gran cantidad de calorías vacías y eso está relacionado con el sobrepeso, un bebé con exceso de peso tiene posibilidades de padecer en su juventud diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares, que lo pueden llevar a una muerte temprana.
Entonces suele haber niños con sobrepeso y desnutridos porque esas bebidas no vienen acompañadas de nutrientes, como sí pasaría, si comieran frutas y verduras. Se desplaza la ingesta de alimentos como la leche y esto provoca una deficiencia de calcio con el consiguiente riesgo de osteoporosis y fracturas y además provocan caries dental y erosión del esmalte.
Y las bebidas light o bajas en calorías, no se salvan. Profeco informó que los edulcorantes utilizados en este tipo de bebidas, podrían alterar el equilibrio y la diversidad de la microbiota intestinal, provocando intolerancias a la glucosa y enfermedades metabólicas.