En los años recientes las redes sociales se han convertido en parte de nuestras vidas, ya sea para simplemente para pasar el tiempo, mantener comunicación con personas cercanas o mantenerse informado del acontecer en el mundo.
Pero desgraciadamente también nos encontramos con la faceta negativa, donde se toma como referencia la imagen «espectacular» y «cuerpos perfectos» en algunos perfiles causando daños en la autoestima de muchas personas en su lucha por conseguir el cuerpo o la imagen soñada.
Por Marcos Merino
Ciudad de México, 20 de Marzo, (TICbeat/SinEmbargo).- No decimos nada novedoso si afirmamos que las redes sociales han revolucionado nuestra vida cotidiana y hasta laboral, pero conviene no olvidar que dicha revolución no está exenta de facetas negativas, sobre todo para algunos de los segmentos de población más vulnerables.
Un reciente estudio de la Universidad de Córdoba prueba, por ejemplo, que la incidencia de la publicidad en redes sociales sobre la concepción de la imagen propia y el aumento de la baja autoestima es mayor a medida que aumenta la frecuencia de conexión y el tiempo de exposición a dichas redes. Estos efectos son, además, más acusados entre las mujeres.
Este estudio se dividió en 3 fases:
Comenzó con una contextualización de la relevancia de los vídeos e imágenes en Twitter, Instagram, Youtube y Facebook que permitió visualizar la repercusión de estos productos audiovisuales en la vida diaria de sus usuarios. En el aspecto cualitativo, destaca el marcado estereotipo de belleza que se promueve en esos productos haciendo hincapié en el caso de las mujeres.
Posteriormente se diseñaron unas encuestas sobre autopercepción de la imagen corporal dirigidas a una muestra del alumnado de la UCO de entre los 18 y 25 años. Dichas encuestas permitieron descubrir que, pese a que las mujeres consideraban que la imagen femenina de los vídeos e imágenes publicitarias es extremadamente estereotipada e inclinada hacia una delgadez extrema, a la hora de responder cuál era su imagen deseada ésta se acercaba bastante al prototipo publicitario. Los hombres, por su parte, también buscaban asemejarse más al cuerpo musculoso que se visualiza en la publicidad, pero su preocupación por llegar a ese ‘ideal’ era menor.
Por último, y para valorar la conexión de los aspectos anteriores con los desórdenes alimentarios que se derivan de querer cambiar la imagen mediante hábitos poco saludables, se consultó a un grupo de profesionales de la salud sobre la actualidad de esos desórdenes. Dichos profesionales advirtieron sobre el aumento de estos trastornos de la alimentación y evaluaron la publicidad como un factor de riesgo con un valor de 4,60 puntos sobre una escala de 5.
Según los investigadores, estos datos hacen “patente la necesidad de programas educativos que fomenten una relación más saludable con la alimentación y un refuerzo de la autoestima para que las personas más jóvenes puedan disfrutar de las ventajas de las redes sociales sin que estas se conviertan en un factor de riesgo“.