Obama arranca este domingo un histórico viaje a Cuba, donde la gente mira con una mezcla de esperanza y cautela el presente y futuro a poco más de un año que se acordó normalizar las relaciones bilaterales tras cinco décadas de ruptura. Tras su arribo, el Presidente estadounidense tiene previsto acudir a la embajada estadounidense en La Habana y luego realizar un recorrido por el centro histórico de la ciudad, que es uno de los proyectos de restauración y de mejoramiento de la calidad de vida de la población más exitosos de la isla.
LA HABANA, 20 de marzo (AP/EFE/dpa) — El Presidente Barack Obama inicia este domingo una histórica visita a La Habana, en el mayor gesto diplomático de un líder estadounidense que busca dejar atrás más de cinco décadas de enemistad de Estados Unidos con Cuba. Obama, el primer mandatario en estar en la isla en casi nueve décadas, llega a un país donde la gente ve la visita con una mezcla de esperanza y cautela el presente y futuro a poco más de un año que se acordó normalizar las relaciones bilaterales.
Obama se convirtió este día en el primer Presidente de Estados Unidos en visitar Cuba tras la revolución de 1959 y desde hace 88 años. Obama llegó a La Habana en el marco del histórico deshielo iniciado por Washington y la isla socialista en diciembre de 2014. El Air Force One, el avión presidencial estadounidense donde Obama viajó acompañado de su esposa Michelle, sus hijas Malia y Sasha y su suegra Marian Robinson, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de La Habana a las 15.50 hora local.
Junto a Obama y su familia viajaron la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, los senadores demócratas Patrick Leahy y Dick Durbin y el republicano Jeff Flake, mientras que una delegación más amplia de líderes políticos y empresariales viajó separadamente.
La familia Obama empezará su visita con un paseo por el bello centro colonial de La Habana Vieja. El mandatario estadounidense se reunirá también en la Catedral con el arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, uno de los pocos interlocutores reconocidos por el castrismo fuera del aparato gubernamental en la isla.
A unas horas del arribo de Obama disidentes del grupo de las Damas de Blanco realizaron como cada domingo una protesta contra el gobierno, mientras autoridades llamaron a Estados Unidos a ampliar las medidas para relajar el embargo y permitir, por ejemplo, a empresas estatales cubanas entrar al mercado nacional estadounidense.
Al finalizar la habitual marcha pacífica a la salida de misa en la habanera Iglesia de Santa Rita, las Damas de Blanco intentaron caminar hacia otras calles fuera de su recorrido, donde se habían concentrado grupos afines al oficialismo que comenzaron a increparlas. El incidente, que con diferente intensidad se viene repitiendo todos los domingos desde hace unas 46 semanas, se produjo a pocas horas de la llegada a la isla del Presidente de EU.
Las Damas de Blanco junto a un grupo de disidentes y activistas de otras organizaciones opositoras reunidos bajo la plataforma #TodosMarchamos caminaron unos 100 metros portando una tela con la inscripción «Obama, viajar a Cuba no es divertido. No + violaciones de Derechos Humanos» y lanzaron copias de la Declaración Universal de los Derechos Humanos al llegar a una bocacalle.
En ese punto le esperaba una contra-manifestación de varios cientos de simpatizantes del Gobierno que portaban carteles en los que se leía «#Todos Marchamos por un socialismo próspero y sostenible» y «#TodosMarchamosporCuba«, y gritaban «Fidel, Fidel», en alusión al líder cubano Fidel Castro.
Los manifestantes oficialistas corearon consignas revolucionarias como «Esta calle es de Fidel», «Revolución sí, este pueblo está contigo», mientras las Damas de Blanco eran introducidas a la fuerza en tres autobuses por agentes femeninas de la policía. Otros activistas varones que las acompañaban fueron esposados y conducidos en automóviles patrulleros.
Aún después de los arrestos, el grupo de manifestantes progubernamentales continuó en la zona y recorrieron una manzana bailando al ritmo de una popular conga encabezada por una comparsa de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Previamente, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, declaró a Efe que su grupo pide al presidente Obama que durante su visita «dé un mensaje bien claro de apoyo al pueblo de Cuba, dado que siempre los Estados Unidos han querido el bien y la democracia para la isla».
«También queremos que le exija al gobierno cubano la libertad inmediata para todos los presos políticos, una amnistía general y que cese la violencia policial», añadió la opositora.
Soler dijo que si puede conversar con el presidente Obama en La Habana, le dirá que «aquí nada ha cambiado pero tampoco va a cambiar, va a llegar a una Cubareprimida y se va a ir de una Cuba reprimida también».
LA AGENDA DE OBAMA EN CUBA
Tras su arribo, Obama tiene previsto acudir a la embajada estadounidense en La Habana y luego realizar un recorrido por el centro histórico de la ciudad, que es uno de los proyectos de restauración y de mejoramiento de la calidad de vida de la población más exitosos de la isla.
El viaje atrapó la atención de los cubanos comunes, muchos de quienes nunca pensaron atestiguar algo así, aunque conforme avanzaba el día las calles lucían vacías.
«Esto es una cosa increíble», dijo Carlos Maza, un especialista en refrigeración de 48 años, que espera que la normalización se traduzca en la apertura de sectores como la agricultura y que se permita la importación de equipos de reparación.
«Van a haber sus cambios, pero es lento», consideró este hombre que también espera hacia adelante poder visitar Estados Unidos.
Roberto Albar, un jubilado de 68 años, ve el deshielo de las relaciones como algo que conviene a ambos pueblos. «Nosotros prácticamente somos vecinos» y el sistema político de Cuba «no quiere decir que seamos enemigos», dijo, aunque fue más cauteloso con los cambios.
«Yo no he visto nada. Yo vivo ahí y eso se está cayendo», dijo mientras apuntaba hacia el edificio con la fachada derruida donde vive. «Los pobres seguimos siendo pobres».
La gente ha visto en los últimos días un verdadero frenesí en la capital con el arreglo de calles, el pintado de fachadas o el mantenimiento del Malecón, por donde se supone pasará el mandatario o su comitiva de funcionarios y empresarios.
Sin embargo, las calles se veían sin gente el domingo, cuando las familias suelen pasear por el Malecón e ir a comer o tomar un helado, salvo los guardias de seguridad, varios de ellos vestidos de civil.
Para la visita del Papa Francisco en septiembre, el gobierno dio a los trabajadores tiempo libre e incluso facilitó transporte a la iglesia para que la gente pudiera acudir a los lugares por donde pasaría.
Temprano, mientras caminaba hacia su casa, Xiomara Sánchez, de 60 años, dijo sentirse «orgullosa y bien que él venga a Cuba». Si se encontrara de frente con Obama, dijo, «lo felicitaría por buscar la forma, la manera de unirse con nosotros, de estar en paz y estar bien».
Para algunos, la relación entre la gente de ambos países nunca fue el problema. «Al final los dos pueblos nunca tuvieron problemas entre sí. Siempre fue más problema de política», dijo Maite Bautista, una enfermera de 43 años.
Obama tiene previsto encontrarse el martes con un grupo de disidentes. Berta Soler, líder del grupo de las Damas de Blanco, dijo que había recibido la invitación y que pensaba acudir.
«Yo le diría: ‘señor Presidente, cuando se hace negocios ambas partes ponen condiciones y cuando se hacen negocios con un gobierno totalitario hay que poner condiciones»’, comentó.
Durante el último año, las marchas de las Damas de Blanco junto con otras organizaciones han sido interceptadas por grupos pro-gubernamentales y posteriormente dispersas por policías, uniformadas o de civil, pero sin armas. Y este domingo no fue la excepción.
Cuba y Estados Unidos sorprendieron al mundo relanzando sus relaciones diplomáticas en diciembre de 2014 de camino a la normalización total de sus nexos. En julio de 2015 abrieron sus embajadas.
Obama reconoció que la política de sanciones aplicada contra Cuba no dio los resultados esperados de un cambio en el modelo político y busca con el deshielo fomentar lo que llamó un empoderamiento del pueblo en la isla.
Pero el Presidente Raúl Castro advirtió que su gobierno no está dispuesto a realizar reformas políticas. En todo caso, más allá de esta visita, ambas administraciones reconocen que subsisten diferencias de fondo, pero que están dispuestos a dirimirlas por el diálogo.
Hasta ahora Obama usó su poder ejecutivo y a lo largo de un año y medio aprobó cuatro paquetes de medidas para aliviar las sanciones en temas como los permisos para que ciudadanos estadounidenses puedan viajar a Cuba o el uso del dólar por parte de la isla en las transacciones bancarias internacionales; pero hasta ahora no ha logrado convencer al Congreso que debe derogar las leyes del embargo.
El Ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, dijo el domingo en rueda de prensa que las medidas tomadas hasta ahora por el gobierno estadounidense como parte de la búsqueda de normalización de relaciones «han mantenido un cerco discriminatorio hacia empresas del sector público», cuando son el corazón de la economía cubana.
Malmierca reconoció la importancia de algunos cambios como el levantamiento de la prohibición para el uso de dólares en transacciones, pero dijo que «la efectividad de las medidas debemos comprobarlas en la práctica».
El arribo del mandatario ocurrirá también luego de algunos anuncios que muestran el inicio de cambios impensables hasta hace poco. Por ejemplo, la empresa Starwood firmó un acuerdo el sábado para renovar y operar 3 hoteles cubanos, con lo que las cadenas estadounidenses regresan a la isla más de 50 años después de que la Revolución de Fidel Castro incautó propiedades de ese país.
La visita de Obama se extenderá hasta el día martes y contempla un encuentro con el presidente Castro, ofrendas florales al líder independentista José Martí, intercambio con emprendedores, y hasta la asistencia del gobernante a un partido de béisbol entre un equipo de grandes ligas y un seleccionado local, antes de seguir su viaje a Argentina.
-Con información de Andrea Rodríguez y E. Eduardo Castillo de The Associated Press