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100 días | Trump no es más capaz ni racional, si lo fuera destruiría la democracia: The New Yorker

20/02/2017 - 12:04 pm

 “Un líder autoritario y errático, una Presidencia caótica, una legislatura en decadencia, una burocracia permanente resistente, manifestaciones callejeras, temor en el extranjero: así son los regímenes que no son liberales. Si Trump fuera más racional y más competente, podría tener la oportunidad de destruir nuestra democracia”, así sintetiza el analista político y periodista George Packer la joven estancia en la Casa Blanca del hombre de negocios neoyorquino.

Ciudad de México, 20 de febrero (SinEmbargo).– Si Trump fuera más racional y más competente, podría tener la oportunidad de destruir nuestra democracia y “esto no va a mejorar” si los republicanos no le ponen freno, advierte el analista político George Packer en un artículo –“Holding Trump Accountable”–publicado este lunes por la influyente revista The New Yorker.

La Presidencia de Trump se muestra tan caótica, dice quien es colaborador de esa publicación desde 2003, que en el ambiente flota la Sección 4 de la Vigésima Quinta Enmienda de la Constitución, que permite la remoción de un Presidente que ya no puede cumplir sus funciones… pero no puede o no quiere decirlo. Esa legislación, añade Packer, autoriza al Vicepresidente, junto con «la mayoría de los principales funcionarios de los departamentos ejecutivos o de cualquier otro cuerpo que el Congreso pueda por Ley proveer», declarar al Presidente impropio e instalar al Vicepresidente como Presidente interino.

«Donald Trump ya ha demostrado ser incapaz de cumplir con sus deberes. La discapacidad no es la pereza ni la falta de atención. Se expresa en ritos paranoicos, peleas sin parar en público y actos impulsivos que sólo pueden dañar a su gobierno y a él mismo», refiere.

La semana pasada, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el Presidente se comportó como el líder desquiciado de una República inestable y apenas democrática. Habló durante casi una hora y media, siguiendo el guión; lanzó insultos a los reporteros; anunció que se estaba divirtiendo; y se felicitó muchas veces y en términos absurdos [“esta Administración está funcionando como una máquina afinada», dijo] que la prensa de la Casa Blanca sólo lo miraba con asombro.

El llamativo drapeado de oro de la Sala del Este contribuyó a la impresión de que en cualquier momento Trump podría declararse Presidente de por Vida”, expone el periodista quien también es colaborador en The New York Times, Dissent, Mother Jones, Harper’s y otras publicaciones.

Así, agrega, mientras la Casa Blanca se aísla por las luchas de poder, la administración presidencial está en una revuelta casi abierta, con diplomáticos disidentes que renuncian al Departamento de Estado, en puestos claves que siguen sin cubrirse; funcionarios de la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency) que lucha por detener a Scott Pruitt, y las cabezas de las agencias de inteligencia, a los que Trump ha despreciado y ahora alimentan de información a la prensa sobre la participación de Rusia en la campaña electoral del magnate neoyorquino.

En tanto, dice el también profesor en Harvard y Columbia, los líderes extranjeros, dependiendo de su orientación, observan este espectáculo con incredulidad o con un calculador interés. Aliados, como los primeros ministros Justin Trudeau, de Canadá, y Shinzo Abe, de Japón, halagan al Presidente para evitar el destino del australiano Malcolm Turnbull, a quien Trump primero reprendió y luego le colgó una llamada telefónica. Vladimir Putin, a su vez, está probando Trump, y envia aviones de combate rusos para vigilar buques de la Armada de EU. Xi Jinping posiciona a China para llenar el vacío que dejará en la Cuenca del Pacífico la política del “America First” de Trump, y los pragmatistas de Irán tratan de juzgar si se puede contar con que el nuevo gobierno americano actúe racionalmente, que es lo que los funcionarios estadounidenses se preguntaban sobre el liderazgo fracturado de la República Islámica.

“No va a mejorar. La idea de que, en algún momento, Trump comenzaría a comportarse como ‘Presidencial’ siempre fue una fantasía que tiene una verdad atrás: la presión de la Presidencia lo está empeorando. Está aislado por los aduladores y por los miembros de la familia, y todavía puede recorrer un largo camino en un siguiente paso al populismo. Aunque la oleada de oposición cívica, la independencia de los tribunales y el nuevo vigor de la prensa son alentadores, la única influencia real sobre Trump está en manos de los republicanos. Pero la Sección 4 [de la Vigésima Quinta Enmienda constitucional] no será invocada», detalla el medio.

El Vicepresidente Mike Pence no se enfrentará a la verdad en una sala privada de un restaurante de Washington con los secretarios Betsy DeVos, Ben Carson y Wilbur Ross, o en las oficinas del presidente de la Cámara Paul Ryan y la del líder de la mayoría en el Senado Mitch McConnell . Los líderes republicanos han optado por el poder sin restricciones”, afirma George Packer.

Incluso la perspectiva de la influencia rusa sobre nuestras elecciones y nuestro gobierno “deja a estos patriotas americanos inmóviles”, dice sobre los republicanos. El Senador John Cornyn, de Texas, el látigo republicano, lo dejó claro: Trump puede continuar siendo Trump «siempre y cuando podamos hacer las cosas». En tanto, el Senador Rand Paul, de Kentucky, explicó: “Debemos empezar a hacer las cosas que tenemos que hacer, como la derogación de Obamacare, y no estar pasando todo el tiempo buscando que los republicanos investiguen a los republicanos”.

El creciente escándalo ruso pondrá en duda la voluntad de ese partido para responsabilizar al Presidente, afirma el autor. Hasta ahora, la situación no es alentadora, pues los jefes de los principales comités de la Cámara y el Senado son partidarios de hacer lo menos posible para exponer la corrupción y la posible traición en la Casa Blanca. Las pocas voces republicanas críticas –los senadores John McCain, Lindsey Graham y Susan Collins, y la representante Mark Sanford– son ineficaces, considera.

“Quizá los líderes del partido busquen en privado en sus almas; tal vez, como con el viejo bolchevique Rubashov [personaje central de en la «Oscuridad al mediodía», la obra maestra del escritor, ensayista y periodista Arthur Koestler] la ideología y el poder los han hecho incapaces de un juicio moral independiente. Sea cual sea el caso, la historia no será amable con ellos”, considera el articulista de The New Yorker, y concluye:

“Un líder autoritario y errático, una Presidencia caótica, una legislatura en decadencia, una burocracia permanente resistente, manifestaciones callejeras, temor en el extranjero: así son los regímenes que no son liberales. Si Trump fuera más racional y más competente, podría tener la oportunidad de destruir nuestra democracia”.

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