El discurso que la reina Isabel II leyó en la Cámara de los Lores incluyó decenas de leyes que el Gobierno británico planea aprobar durante el próximo año, incluida la ley necesaria para concretar el Brexit.
Por Jill Lawless
LONDRES (AP).— La reina Isabel II inauguró formalmente las sesiones del Parlamento el jueves con un discurso en el que expuso el plan del Primer Ministro Boris Johnson de utilizar su amplia mayoría para sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea y reformar los servicios públicos.
El Partido Conservador de Johnson obtuvo una mayoría de 80 bancas en la cámara de 650 parlamentarios en las elecciones de la semana pasada con la promesa de “consumar el Brexit” el 31 de enero y de poner fin a años de austeridad en el gasto público.
Ahora Johnson tiene que convertir sus promesas electorales en una realidad política.
El discurso de la reina, escrito por el Gobierno pero que la monarca leyó desde un trono dorado en la Cámara de los Lores, mencionó varias decenas de leyes que el Gobierno planea aprobar en el próximo año.
La primera será el Proyecto de Acuerdo de Retiro, la ley necesaria para convertir el Brexit en una realidad. Necesita sancionarla antes del 31 de enero para cumplir sus plazos, y el Gobierno prevé someterlo a una primera votación el viernes.
El proyecto obliga a Gran Bretaña, después de la salida, a concluir negociaciones comerciales con la UE para fines de 2020. Johnson insiste que no aceptará nuevas demoras, una promesa que ha despertado alarmas en el sector empresario, que teme un Brexit “sin acuerdo” para el inicio de 2021.
Expertos en comercio y funcionarios de la UE dicen que será difícil lograr un acuerdo de libre comercio en 11 meses. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que los plazos constituyen un “reto extremo”.
El Gobierno también planea una serie de medidas derivadas del Brexit, entre ellas un nuevo sistema migratorio ya que los ciudadanos de la UE perderán el derecho automático de vivir y trabajar en el Reino Unido, así como nuevas estructuras para la agricultura y la pesca.
El discurso es la pieza central de la sesión de apertura, una combinación de política y espectáculo que suele celebrarse una vez al año. Gran Bretaña presenció su última apertura parlamentaria hace apenas dos meses, poco después de que Johnson tomara el relevo como Primer Ministro de manos de Theresa May tras unas primarias del Partido Conservador y poco antes de las elecciones anticipadas que le revalidaron en el poder.
El boato se redujo para la segunda visita de la reina en un año. Aún hubo funcionarios con antiguos títulos y ropajes tradicionales. Pero la monarca de 93 años llegó en auto, y no en un coche de caballos, y llevó sombrero en lugar de una corona con diamantes.
Más allá del Brexit, habrá una ley que comprometa al Gobierno a gastar más en el Servicio Nacional de Salud, que ha tenido problemas para asumir la creciente demanda en una década de recortes impuestos por los gobiernos conservadores anteriores.
A Johnson le encantan los grandes proyectos de infraestructura y en el pasado ha propuesto desde crear una isla para el aeropuerto en el río Támesis hasta tender un puente entre Escocia e Irlanda del Norte. Una prioridad más probable es mejorar los deteriorados servicios ferroviarios en el norte de Inglaterra.
También hubo anuncios de medidas estrictas en materia de seguridad, con condenas más largas para personas condenadas por terrorismo y otros delitos graves.
El discurso del jueves dará a los británicos una idea más precisa de las motivaciones de Johnson, un político cuyos valores siguen siendo un misterio, incluso para sus aliados.
En ocasiones actúa como un populista al estilo de Donald Trump: llama a su gabinete un “Gobierno del pueblo” y prohibió a sus ministros asistir al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, en enero. Pero también dice ser un conservador “socialmente liberal” que acoge a los inmigrantes y quiere que Gran Bretaña sea un líder mundial en la lucha contra el cambio climático.
Tim Bale, profesor de política en la Universidad Queen Mary de Londres, señaló que todos los primeros ministros conservadores, como Margaret Thatcher y Theresa May, asumieron el cargo prometiendo, como Johnson, “sanar al país” y combatir la injusticia social.
“Pero en realidad, al final (…) no quieren gastar mucho dinero, no quieren subir demasiado los impuestos, no quieren regular la economía (…) y en realidad no pasa gran cosa”, dijo. “De modo que esperen sentados”.