De acuerdo con testigos, la esposa del anciano intentó separarlo del vendedor, cuya reacción se tornó violenta y mordió el dedo de la mujer logrando desprender un trozo del mismo.
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En la estación del metro San Antonio Abad #CDMX hombre le arranca un pedazo de dedo a una señora de la tercera edad. pic.twitter.com/0hpHvS4CXW
— Qué Poca Madre (@QuePocaMadre_Mx) 19 de diciembre de 2018
Ciudad de México, 19 de diciembre (Vanguardia/SinEmbargo).- Un vagonero habría arrancado de una mordida un dedo a una mujer de la tercera edad luego de una discusión en el Metro de la Ciudad de México.
De acuerdo con el portal Crónica Policíaca, le hecho se reportó la mañana del martes cuando la mujer y su esposo viajaban en la Línea 2 que corre de Taxqueña a Cuatro Caminos. En ese momento, el vagonero (que tendría una debilidad visual) ingresó al vagón y empujó a la pareja de ancianos, lo que derivó en una discusión.
La mujer, al tratar de calmar los ánimos entre su esposo y el vendedor, metió su mano para separarlos pero solo consiguió una mordida que le quitó parte de un dedo. Por lo que elementos de la Policía Auxiliar coadyuvaron a la atención de la agredida.
Hasta el momento no hay un pronunciamiento oficial de la administración del Metro de la Ciudad de México y se desconoce el destino de las víctimas y del vendedor ambulante.
La semana pasada un grupo de vagoneros protestó en la dirección del Metro para exigir que se les permita vender dentro de sus instalaciones.
Vagoneros burlan a las autoridades
En las instalaciones del Metro es común ver a vendedores que burlan a los policías bancarios que vigilan las instalaciones; hay versiones de que existe corrupción ya que se «tolera» su presencia en algunas estaciones, sobre todo en aquellas que son terminal o en los pasillos de transborde.
Suele pasar que por las noches en algunas estaciones como el transborde de Salto del Agua, Pantitlán o Tacubaya, los vendedores se colocan en los pasillos y uno de los suyos está al pendiente del paso de los policías, cuando llegan a hacer recorrido los uniformados, basta con un chiflido para que en cuestión de segundos retiren sus mercancías.
Lo mismo pasa en los vagones, ya que en los recorridos suben uno o dos vendedores pero esperan al cierre de las puertas para evitar ser detenidos; además de tener guardada su mercancía en maletas que pasan desapercibidas.