Un ser querido desaparecido forzadamente es un drama que no termina nunca y así lo ha dejado expresado el fotógrafo uruguayo Juan Urruzola en la muestra «Miradas ausentes»
Ciudad de México, 19 de diciembre (SinEmbargo/Global Voices en Español).- Cuando Juan Urruzola regresó a Uruguay después de 12 años en el exilio, retomó su antiguo hábito de caminar por las calles de Montevideo. El cielo, el paseo peatonal conocido como la rambla, el río, el mar, la comunidad –todo estaba casi como lo recordaba. Salvo que muchas caras que veía de vez en cuando ya no estaban ahí.
Era 1987. La dictadura que lo había expulsado a vivir en España –después de dos años en prisión– ya no estaba en el poder. Pero las heridas que dejó no se habían curado.
Similar a lo ocurrido en los vecinos Argentina y Brasil así como en el cercano Chile, en 1973, Uruguay pasó por un golpe cívico-militar que sumergió al país en una dictadura militar los siguientes 12 años.
La represión –impuesta con apoyo de otras dictaduras en América Latina– incluía métodos de tortura, asesinato y desapariciones. Como resultado, en Uruguay todavía hay 192 personas que desaparecieron durante la dictadura y que siguen sin ser encontradas.
Para Urruzola, la peor parte fue que solamente a algunas personas parecía importarles recordar todo. Como le contó a Global Voices en una entrevista por correo electrónico:
“A partir de mi regreso definitivo me rencontré con la impunidad y los vacíos de memoria de nuestra sociedad, una gran parte de la sociedad luchaba por saber y por encontrar respuestas a lo sucedido de 1972 a 1985 y otra parte de la sociedad empecinadamente quería tapar lo sucedido, ocultar y liberar a los represores de enfrentarse la justicia… todo eso me llevó naturalmente a introducir los temas de memoria en mis trabajos”, dice.
EL ARTE DEL EXILIO
Fue a través de la fotografía, arte que aprendió en el exilio, que Urruzola encontró una manera de llenar los vacíos. Empezó con Montevideo 12, colección que retrata su propio reencuentro con su ciudad natal. Pero le tomaría más de una década reunir las imágenes que componen su trabajo más reconocido: Miradas Ausentes, colección de fotografías en la que Urruzola sostiene retratos de personas que desaparecieron durante la dictadura teniendo como fondo paisajes de la capital.
El criterio para elegir a los personajes de la serie fue puramente incidental. Recibió un paquete con varias imágenes de la Organización de Familiares de Detenidos Desaparecidos para que se usaran como recuerdo en honor de los que lucharon contra la dictadura. Luego de un tiempo, Urruzola vio que podía hacer más con los retratos:
“Yo salía a la calle con las fotos en un bolsillo y sacaba una con mi mano y la ponía delante de la cámara cuando el paisaje me gustaba y hacía la foto, a veces si el fondo era oscuro o claro, buscaba sin elegir otra foto más clara o más oscura. La idea era que se despegara del fondo de ciudad…”, explica.
Urruzola dice que todavía no sabe si fue destino o coincidencia que el hombre en su fotografía favorita –la que a menudo pone en la vitrina de la mayoría de sus exhibiciones– resultó ser el retrato de la primera persona desaparecida “encontrada” en Uruguay.
El hombre en la foto era Fernando Miranda, cuyos restos fueron hallados por antropólogos de la Universidad de la República en marzo de 2006 en una antigua instalación del ejército. Miranda era un notario que enseñaba Derecho Civil en la universidad y era delegado del Partido Comunista y FIDEL, el Frente Izquierda de Liberación.
Tenía 56 años, estaba casado y tenía dos hijos cuando se lo llevaron de su propia casa en 1975.
Miradas Ausentes se convirtió luego en una campaña de afiches primero en Porto Alegre, durante la Bienal de Artes de Mercosul. La misma iniciativa se llevó a Montevideo, pero con resultados muy diferentes:
“Siempre hubo de todo en cuanto a las reacciones de la gente. Desde los que se emocionan hasta gente que rompe los afiches. La memoria es algo muy necesario para algunos y muy negado por otros. Eso hace interesante el arte “político” o el arte de denuncia: incorporar al imaginario elementos y temas que implican debate, discusión, etc…”, dice.
Urruzola fue arrestado por primera vez a los 15 años por “conducta antisocial”. La segunda vez fue en 1971, acusado de ser “estudiante e izquierdista”. Muchos de sus amigos enfrentaron la misma acusación. Algunos se fueron al exilio, mientras otros desaparecieron dentro de los cuarteles militares. Es a ellos a quienes Urruzola dedica el trabajo de su vida. Para atesorar la memoria de los que nunca olvidará y para ayudar a su país a hacer lo mismo.
Internet lo ha ayudado a llevar su trabajo a un público nuevo y más amplio. Se puede ver más de la historia de Urruzola en este video, publicado por Sebastián Alonso en Vimeo.
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MANTENER VIVA LA MEMORIA HISTÓRICA
En la entrevista, el artista habla de memoria y reparaciones, pero sobre todo, afirma la importancia de mantener viva la memoria histórica:
“La desaparición forzada es una cosa terrible, en América Latina tenemos cientos de miles de desaparecidos, en particular de las poblaciones indígenas. Países como Guatemala, El Salvador, Colombia, lo usaron masivamente y más cerca Chile, Argentina, Brasil, Bolivia. En fin, es una deuda seguir denunciando el tema. Buscar a un familiar que ha desaparecido es un dolor que no se acaba nunca. Se queda adentro para siempre”, afirma.