La devaluación del peso mexicano, decretada el 20 de diciembre de 1994, desató no sólo la gran crisis económica y financiera del siglo XX en México, sino que el llamado «error de diciembre» agravó los problemas sociales y políticos que ya tenía el país, en un año de elección federal y de hechos inéditos: la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que quitaba las barreras comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá; el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas; el asesinato del candidato priista a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, así como el del secretario general del partido tricolor, José Francisco Ruiz Massieu.
Las consecuencias fueron devastadoras para las familias: el desempleo se disparó; se recortaron los gastos en todos los rubros; miles de empresas –de todos tamaños– quebraron; millones perdieron propiedades inmobiliarias, terrenos, hipotecas y autos, debido a que cayeron en la insolvencia ante la pérdida de poder adquisitivo y el repunte de las tasas de interés.
En dos décadas, integrantes de la administración saliente, encabezada por el ex Presidente, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y la entrante, la de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), se han culpado mutuamente. Los zedillistas acusaron a los salinistas de dejar el país sostenido “con alfileres”, mientras que los segundos argumentaron que Zedillo y su equipo se los quitaron y, encima, mostraron incapacidad para evitar la hecatombe.
Políticos, economistas y testigos de ese capítulo de la historia coinciden en que Zedillo recibió una economía frágil y a punto de quebrarse. También aseguran que Salinas debió devaluar y no lo hizo para evitar ser el primer Presidente, desde Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), que salía adelante. Comentan que la torpeza en la forma de devaluar de Zedillo, al advertir a los empresarios de lo que venía, fue el gran error: los hombres de negocios sacaron su dinero del país de inmediato, lo que hizo aún más grande el daño. En diciembre de 1994, México registró una fuga de capital de más de 4 mil 771 millones de dólares.
Por Linaloe R. Flores, David Martínez y Juliana Fregoso
Ciudad de México, 19 de diciembre (SinEmbargo).- La opinión es generalizada: en 1994 México vivió un año de horrores. El 1 de enero, la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas estalló, al mismo tiempo que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Ese fue el inicio de una cadena de zozobra que encontró su desenlace la noche del 19 de diciembre cuando el gobierno federal tomó la decisión de devaluar el peso, lo que ocasionó un colapso financiero durante 1995.
A 20 años de distancia, las razones que motivaron la crisis aún son objeto de encendidas discusiones, como si fuera ayer. Muy pocos de los protagonistas están dispuestos a comentar en voz alta por qué México se sumió en esa desgracia, cuando meses atrás era una de las naciones más aplaudidas. Cientos de estudiantes vieron truncados sus anhelos, miles de empresarios presenciaron el fin de sus negocios y millones de familias mexicanas supieron lo que es la ruina.
Cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) muestran que de 1994 a 1996 el porcentaje de personas en pobreza patrimonial creció del 52.4 por ciento al 69 por ciento de la población total. Casi 17 millones de personas perdieron su patrimonio en sólo dos años.
La pérdida de capacidad adquisitiva para cubrir vestido, salud, educación y esparcimiento aumentó de 30 por ciento en 1994 a 46.9 por ciento en 1996; es decir, aquellos que no tenían patrimonio que perder, pero que sí vieron seriamente menguados sus ingresos, representaron 16 millones 536 mil 086 de personas. Pero no fue todo, un número similar de habitantes de este país perdieron su capacidad de compra para lo más indispensable: la canasta básica, y pasaron a formar parte del estrato denominado en “pobreza alimentaria”, que en palabras llanas significa que no cubrían sus necesidades alimenticias. El porcentaje de la población con este tipo de carencia pasó del 21.2 por ciento en 1994 al 37.4 por ciento en 1996, representando un aumento de 15 millones 636 mil 246 nuevos pobres en 24 meses. Ese fue el trágico desenlace del «error de diciembre» en el periodo Salinas-Zedillo.
Los especialistas ven en el presente una evocación de aquellas fatídicas escenas. Sus elementos son la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural Superior Raúl Isidro Burgos, el 26 de septiembre pasado, y los enfrentamientos a balazos en Michoacán entre grupos de narcotraficantes y las llamadas autodefensas, mientras que el crecimiento de la economía evidencia un freno con una expectativa que no supera el 2.2 por ciento para 2014, de acuerdo con datos del Banco de México (Banxico).
Protagonista de los acontecimientos de hace 20 años, el analista político Eduardo Huchim plantea: “La crisis de 1995 es una herida abierta en la sensibilidad de los mexicanos, pero también en los funcionarios de la época, los empresarios, los banqueros y los políticos. Las lecciones fueron muchas. De no cometer los mismos errores dependerá la consolidación del crecimiento del futuro inmediato ahora que el gobierno se enfrenta a la peor crisis social de la historia reciente, que es Ayotzinapa”.
“Ese día, el primero de enero [de 1994], el día que justo iba a entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), hubo un levantamiento armado en el estado de Chiapas que evidenció la situación real en que viven, no solamente la población indígena de Chiapas sino la inmensa mayoría de mexicanos, y eso profundizó una crisis que ya se venía asociando”, recuerda el Senador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alejandro Encinas Rodríguez.
En 1994, Encinas Rodríguez era Diputado federal en la LV legislatura y formaba parte de la primera comisión que dio seguimiento al levantamiento armado en Chiapas. Incluso fue partícipe de la primera marcha por la paz, en los primeros días de ese enero, que partió de San Cristóbal a San Juan de los Baños, donde todavía estaban los bombardeos del Ejército.
En realidad, como aspecto social, la rebelión en Chiapas tuvo muy pocas repercusiones en las finanzas de México en 1994. A principios de año, las reservas extranjeras ascendían a 25 mil millones de dólares, lo que en esa época era considerado como un “nivel cómodo”. En un sentido práctico, durante 1994, la política financiera consistió en reducir el nivel de reservas al vender dólares al mercado para apoyar el peso y utilizar un instrumento llamado “tesobono” como opción de bajo costo para las actividades oficiales. Pero Luis Donaldo Colosio, el candidato a la Presidencia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue asesinado. Y ese horror sí tuvo repercusiones: las reservas cayeron a 17 mil 300.
El asesinato de Colosio Murrieta ocurrió el miércoles 23 de marzo de 1994, luego de que el candidato celebrara un mitin en la colonia popular Lomas Taurinas, de la ciudad de Tijuana, Baja California.
“Tanto la reconformación de la oligarquía mexicana, el abandono del campo, las privatizaciones que derivaron en despidos, en el debilitamiento, de los sindicatos en el país, fueron generando tensiones políticas que llegaron al nivel de asesinar al candidato del PRI a la Presidencia”, rememora Alejandro Encinas, quien como Diputado federal también participó en la comisión investigadora del Congreso sobre el asesinato de Colosio.
“No fue un asesino solitario [como plantea la versión oficial] quien llevó a cabo este magnicidio, sino que fue el resultado de la disputa por el poder y la presencia de grupos delictivos ligados al Gobierno que llevaron a este grado de desestabilización en el país”, afirma el legislador perredista.
Posteriormente, el 28 se septiembre fue asesinado el secretario general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, lo que enrareció aún más el clima político.
En lo económico, el 1 de enero había entrado en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN) con el cual México levantaba barreras comerciales a productos de estos país.
“Ese año, 1994, marcó un hito en la historia del país”, expone en entrevista para Sin Embargo el Senador Encinas.
“En la desestabilización política es en lo que debe poner atención el gobierno federal si es que quiere aprender de la historia nacional”, plantea a su vez Nicolás Loza, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Para este experto en política pública es afortunado el vigésimo aniversario de la crisis en el sentido de la revisión. “Todos los países cometen errores. Pero no todos aprenden de ellos”, comenta.
UN DÍA COMO HOY
Algunas personas se acuerdan de la historia: un día como hoy, pero de 1994, al filo del mediodía, el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Jaime Serra Puche, se comunicó con el Secretario del Trabajo, Santiago Oñate Laborde, para acelerar el mecanismo de concertación de precios entre el sector productivo y el Estado, conocido como el Pacto, para que accedieran a poner precios relativos.
La verdadera intención de la reunión era comunicar a los empresarios, líderes sindicales y del campesinado, a todos por separado, la necesidad de elevar la banda de flotación del peso –lo que técnicamente es una devaluación, para contener la caída del peso y compensar la existencia de pocas reservas internacionales.
Serra Puche y su equipo revelaron ante el empresariado la debilidad de la moneda mexicana, por lo que los hombres de negocios advirtieron inmediatamente una devaluación y, según cuentan quienes estuvieron en la reunión del pleno, que se realizó esa misma noche y en distintos turnos, algunos empresarios se salían de la junta para instruir a sus empleados y familiares que sacaran dinero del país o compraran dólares porque se avecinaba una devaluación.
Al día siguiente, a las 7:00 horas, Serra Puche, en entrevistas radiofónicas, anunció que el país tenía que ampliar la banda de flotación del tipo de cambio.
En un Informe del Banco de México, se establece que las reservas internacionales del país, un día antes del anunció, eran de 10 mil 497 millones de pesos, pero para el 21 de diciembre habían caído a 5 mil 584 millones de dólares.
El 20 de diciembre se experimentó en el país la mayor salida de capitales en la historia en un solo día, como lo reseñara la misma SHCP en el informe “El crédito público en la historia hacendaria de México”, publicado en 2012.
“El miércoles 21, el Secretario Serra y el Presidente Ernesto Zedillo concluyeron que era necesario dejar el peso en un régimen de flotación”, destacó la publicación.
El Secretario de Hacienda duró menos de un mes en el cargo y renunció después del “error de diciembre”. Serra Puche tuvo que esfumarse después de haber sido, en el sexenio anterior, el artífice de un cambio estructural en la parte comercial, ya que fue responsable de las negociaciones del TLCAN, y uno de los secretarios más poderosos. Por su manejo de las finanzas del país se le apodó como “El Cete”, en referencia a que sólo duró 28 días en su puesto, mismo que fue entregado a Guillermo Ortiz Martínez.
Meses más tarde, cuando al ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, quien había dejado el poder apenas 19 días antes de la devaluación, le preguntaron sobre la devaluación de México y la crisis, él la denominó como “el error de diciembre”. Años después, en su libro México un paso difícil a la modernidad, Salinas se retractó diciendo que el término ya lo había leído en The New York Times, y acusó a los mismos funcionarios de Zedillo de haberlo acuñado.
Hasta ahora, Salinas y su sucesor, Ernesto Zedillo Ponce de León, siguen culpándose mutuamente.
El 9 de mayo de 2008, en una entrevista en la radio, Salinas de Gortari admitió que su rompimiento con Ernesto Zedillo inició en diciembre de 1994 y se debió a la crisis financiera y a las decisiones que se tomaron.
“Yo he escuchado que dicen que la decisión del Presidente Salinas dejó esa deuda monumental de tesobonos y no había manera de pagarlos. Pero la realidad es que sí, mi gobierno dejó un saldo de tesobonos de 15 mil millones de dólares, pero reservas internacionales por 16 mil”, dijo Salinas.
Explicó que en diciembre de 1994 dos hechos provocaron la crisis: la información privilegiada a la que tuvieron acceso los empresarios y la emisión excesiva de tesobonos.
Según Salinas, en unas horas hubo fuga de capitales y eso provocó una severa caída las reservas internacionales.
Sobre los denominados tesobonos, instrumentos que emitía el gobierno para financiarse, expresó que la administración zedillista emitió un número desproporcionado, y al 31 de diciembre de 1994 tenían 30 mil millones de dólares de tesobonos con vencimientos de corto de plazo.
“Es eso lo que yo llamo que convirtieron un problema, en una crisis. El problema existía y yo lo he reconocido, pues sí tuvimos un año dificilísimo, pero no estábamos en crisis. La crisis la provocaron por esas decisiones que llevaron a la crisis financiera del país”, agregó Salinas de Gortari.
En su libro La Década Pérdida culpó a “los neoliberales y populistas” de haber tomado decisiones que perjudicaron la economía de México.
LA DEVALUACIÓN DE LAS VANIDADES
El periodista y analista Luis Enrique Mercado Sánchez, quien en 1994 era el director fundador del diario especializado El Economista, explica a SinEmbargo que la crisis se gestó, principalmente, por la guerra de vanidades que existía entre los integrantes de los dos gabinetes, y a que a los mercados nunca estuvieron de acuerdo con los funcionarios nombrados por el nuevo Presidente.
El 30 de noviembre de ese año, el vocero de Zedillo, Carlos Salomón Cámara, anunció al nuevo equipo de funcionarios que acompañaría al aún Presidente electo en su administración. Sin embargo, los mercados financieros reaccionaron de manera desfavorable porque esperaban que parte del equipo económico continuara, entre ellos el Secretario de Hacienda de Salinas, Pedro Aspe Armella, y que habían sido importantes en la contención de mercados.
“Era evidente que a la gente y a los mercados no les gustó. La bolsa [Bolsa Mexicana de Valores] se cayó y las tasas de interés que andaban en 13 por ciento se fueron al 17 por ciento. Recuerdo que el día que fue la toma de posesión de Zedillo, la cabeza principal de nuestro diario fue: ‘Desconcierta a los mercados el gabinete’”, recuerda Luis Enrique Mercado.
A su juicio, la administración zedillista no supo manejar los desequilibrios con los que recibió la economía, “pero no era para que el país se viera en ese problema. Más bien se desatendió a los fondos de inversión que estaban en México, el Libro Blanco que dejó Aspe lo tiraron a la basura, no les interesó, esa fue una crisis de vanidad entre personajes: la de Zedillo, quien se sentía menos junto a Aspe, y la de Jaime Serra, quien no aceptaba que el Secretario anterior le dejara una instrucción y, además, contó la ambición de Aspe. Todos dejaron un mal ambiente y en el juego de las vanidades nos llevaron a un problema”.
“Cuando deciden hacer el ajuste, yo no sé quién les dijo que podían devaluar el peso 15 por ciento y que ahí se quedaba”, cuestiona Mercado.
A juicio del periodista, no había un programa económico ni una estrategia para hacer la devaluación: “Creyeron que solamente moviendo la banda de flotación era suficiente y lo que todo mundo decíamos es que si mueves tanto el tipo de cambio no lo vas a poder contener, lo movieron tantito y se les fue hasta 104 por ciento la devaluación”.
Mercado revive que siempre se culpó al gobierno anterior –al de Salinas- por no haber devaluado la moneda y asumido el costo de esta acción, pero a su juicio, no se necesitaba una devaluación.
“Todos estábamos aterrorizados porque no se pensaba que fuéramos a tener otra crisis”, comenta.
Para el actual coordinador del PRD en la Cámara de Diputados, Miguel Alonso Raya, el “error de diciembre” fue una enorme irresponsabilidad porque se jugó con el patrimonio de millones de familias en México.
Desde la academia, el sentir es el mismo. Haydeé Elena Moreyra García, directora de la Carrera de Licenciatura en Economía y Finanzas del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, considera que el problema que detonó la crisis fueron las decisiones que tomó el gobierno por no actuar oportunamente: “No se estaba viendo la evidencia, no se conocía al país; había que ver el saldo deficitario de la balanza comercial que hacía que todo fuera importado y nada estuviera manufacturado en México, dependíamos del exterior, cualquier tema te iba a afectar tu balanza comercial, la paridad cambiaria; el gobierno no se dio cuenta que existía ese problema”.
Estos problemas, explica, se venían acumulando desde el sexenio del ex Presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), cuando el país atravesó por periodos de inflación de hasta 300 por ciento. Para resolver los conflictos del país emprendió la llamada Renovación Moral de la Sociedad, elaboró un Plan Global de Desarrollo, estableció a nivel constitucional un sistema de planeación democrática, así como la apertura económica, la desregulación, descentralización y la privatización de empresas estatales. A lo largo de su gestión, el número de paraestatales se redujo de mil 155 en 1982 a 413 en 1988.
Durante el sexenio de De la Madrid también se iniciaron los llamados Pactos de Crecimiento Económico con los diversos sectores sociales, mediante los cuales el gobierno subsidiaba parte de los precios de los productos básicos y los productores y distribuidores se comprometían a no aumentarlos, lo que a la larga también empezó a generar presiones sobre la economía según expertos.
El 6 de julio de 1995, en medio de la crisis que había iniciado hace medio año, el diario estadounidense The Wall Street Journal cuestionó: “Cómo pudo tanta gente inteligente en Wall Street, en la Ciudad de México y en Washington estar tan ciegos ante tantas advertencias”.
Al siguiente año, ya en 1995, el ex Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, realizó un fuerte cabildeo para enviar un paquete de ayuda a nuestro país por 20 mil millones de dólares, para impedir que cayéramos en moratoria de pagos.
En el libro Breve Crónica de Una Crisis (1994-1995) Mitos y Realidades, publicado este año por el ex presidente del PRI y ex legislador federal, Humberto Roque Villanueva, se trata de responder a este cuestionamiento. El político plantea que “la mera formulación de la pregunta nos lleva a considerar la uniformidad, con algunas excepciones, que existía en torno a la no preocupación por la existencia potencial de una crisis del tamaño que realmente ocurrió. Si no es fácil encontrar el factor determinante en la detonación de la crisis, sí existe claridad en todos los componentes de la misma”.
20 AÑOS DESPUÉS
Alejandro Encinas afirma que el “error de diciembre” no es otra cosa que simple y sencillamente la filtración de información privilegiada a un grupo muy importante de empresarios mexicanos que fueron avisados sobre la inminente devaluación del peso, lo cual generó una fuga de divisas y trastornó no solamente a la economía de México sino de todos los países de la región.
Al descontento social que se vivió entonces le precedieron una serie de reformas constitucionales que impulsó el gobierno de Salinas de Gortari. No fueron muchas, incluso los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa impulsaron más cambios a la Carta Magna que Salinas, pero fueron suficientes para trastocar de raíz los cimientos históricos y culturales de la Nación.
Reformas como la que se realizaron al Artículo 27 constitucional, con la cual el ejido puede pasar al régimen de propiedad privada, llenó de muchas tensiones el campo mexicano en los meses previos a 1992, año en que se publicó la reforma en el Diario Oficial de la Federación y se creó la Ley Agraria.
También cristalizaron reformas que permitieron la privatización de las empresas paraestatales, que ya se había iniciado con el Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, pero que tuvo un mayor impulso con Carlos Salinas de Gortari. De ahí emergió una nueva camada de empresarios concentradores de monopolios, lo cual generó una recomposición de la oligarquía mexicana.
Por ejemplo, de la venta del monopolio estatal Teléfonos de México (Telmex) surgió el monopolio privado que dio forma al enorme imperio de Carlos Slim Helú, catalogado por la revista Forbes como el hombre más rico del mundo en algunos años, y en otros como el segundo o tercero en el mismo rubro.
Fueron tiempos en que el gobierno federal también promovió la idea de que era mejor y más barato comprar alimentos en el extranjero que producirlos en las tierras mexicanas, con lo cual se inició un sistemático desmantelamiento de todo el aparato de fomento económico y se terminó con la intervención del Estado en el desarrollo rural.
Fue una época en que los medios de comunicación pregonaban el gran milagro de la economía mexicana: destacaban la pujante construcción de infraestructura y la inminente entrada del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), al tiempo que ensalzaban la figura presidencial. Pero callaban sobre la crisis social que se gestaba en varias partes del país.
Los legisladores consideraron que existen similitudes entre la crisis social y política de 1994 con la que México ha vivido en este 2014.
El Diputado Miguel Alonso Raya afirma que en 20 años México no aprendió que lo que se requiere es solucionar los problemas del país, cambiar el modelo económico y atender las demandas sociales, al grado que padece los mismos problemas de entonces, solo que con diferentes actores.
“Es el sur abandonado, rezagado, sin infraestructura, sin resoluciones de problemas estructurales, sin inversión estable, con escuelas abandonadas, sin empleo, con el campo sin inversión”, expresa.
“Es un problema que nos vuelve a estallar ahora en las policías comunitarias, en las autodefensas, en el malestar de los indígenas, en el malestar en Guerrero y en Oaxaca, el malestar en Chiapas y la frivolidad de su Gobernador, etcétera”, destaca.
De la misma forma que hoy, tanto el gobierno federal como algunos medios de comunicación afines tratan de ocultar la realidad del país. “En aquel momento la aparente normalidad democrática pretendía ocultar la realidad de lo que se estaba viviendo”, plantea el perredista Miguel Alonso Raya.
Para el Senador Alejandro Encinas, 1994 fue un año de gran intensidad política y social; sin embargo, considera que a pesar de la turbulencia “nunca llegamos a un nivel de incertidumbre política, económica y social como el que tenemos ahora”.
“Nunca habíamos llegado a un enojo y un malestar tan profundo de enojo de la sociedad contra los partidos políticos y las instituciones públicas”, afirma.
Para el perredista la diferencia fundamental es el nivel de degradación y de descomposición de las instituciones públicas que hoy están prácticamente penetradas por la delincuencia organizada.
“Ahora el debilitamiento y el deterioro de las instituciones públicas y del Estado mexicano va asociado no solamente a conflictos políticos y económicos, sino a una verdadera injerencia, una intervención directa de la delincuencia organizada, donde los poderes fácticos del crimen han permeado todas las instituciones públicas, todos los órganos del gobierno, a los tres Poderes de la Unión y estamos en un proceso de descomposición de las instituciones y de la ética pública”, plantea.