En promedio, un cuarto de los habitantes del continente americano cuestiona la idea de que la democracia es la mejor forma de Gobierno, de acuerdo con el Barómetro de las Américas, una encuesta panamericana del centro de opinión pública LAPOP, de la Universidad de Vanderbilt en EU. En países como Haití, Honduras, Colombia, Perú, Argentina y Bolivia el sistema democrático sigue perdiendo apoyo.
Por Melissa Barra
Ciudad de México, 19 de noviembre (RFI).- La democracia pierde partidarios en las Américas. Según la encuesta que realiza cada dos años el centro de estudios sobre opinión publica LAPOP (Latin American Public Opinion Project, en inglés) de la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos, un cuarto de los ciudadanos de la región no considera que la democracia sea la mejor forma de gobernar un país.
En Haití, por ejemplo, donde se sufre a diario los efectos de un Estado fallido sean cuales sean sus dirigentes, la mitad de la población no cree en la democracia. En otros países como Colombia (+14 por ciento), Perú (+12 por ciento), Honduras (+16 por ciento), Bolivia (+8 por ciento) y Argentina (+10 por ciento), ha aumentado desde 2008 la proporción de escépticos.
El LAPOP destaca que la tolerancia americana a los golpes de Estado militares está en uno de sus puntos más bajos desde mediados de los años 2000. “En general en la región hay poco apoyo a las dictaduras que hemos visto en otras épocas. Pero sí hay mucha desconfianza en el manejo de las elecciones, en la posibilidad de que gobiernos extranjeros influencien elecciones o que figuras ricas y poderosas puedan comprar resultados”, explica a RFI Noam Lupu, director adjunto del LAPOP.
Llama la atención el % de ciudadanos en América que está "muy de acuerdo" con que la #democracia sea mejor que cualquier otra forma de Gobierno, según los datos del último Barómetro de las Américas, realizado cada dos años por el Lapop de la Universidad de Vanderbilt.
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— Miriam Romainville (@miriamroiz) November 16, 2021
Sin embargo, en Perú o Guatemala, más de la mitad de los encuestados respondieron que podrían tolerar un golpe de Estado para acabar con altos niveles de corrupción. “Hay una percepción de que los representantes que son electos democráticamente están involucrados en corrupción”, dice Lupu, y apunta las diferentes olas de escándalos mediáticos como Odebrecht, los Panama Papers y más recientemente los escándalos de las vacunas anti COVID-19 o los Pandora Papers.
ALTA TOLERANCIA A GOLPES EJECUTIVOS
Otro deterioro de la credibilidad de la democracia viene de países con alta polarización política como Colombia y Argentina -donde respectivamente un tercio y un cuarto de la población duda de esta forma de Gobierno-, o naciones con mayor inestabilidad institucional como lo ha sido estos últimos años Perú.
Quizás el punto más impactante de la encuesta, que no presenta datos sobre Venezuela o Cuba, es que en diez años se ha duplicado la cantidad de ciudadanos de las Américas dispuestos a aceptar una toma de poder ejecutiva en tiempos de crisis, para alcanzar 30 por ciento de los encuestados.
Algo especialmente diferente en El Salvador de Nayib Bukele, donde esta cifra alcanza el 51 por ciento. Aquí surge un Presidente que se presenta como si fuera un outsider, alguien ajeno al establishment. Por su popularidad, los ciudadanos justificarían un cierre del Congreso por parte del poder ejecutivo por estar en contra de una política tradicional que representan los parlamentarios”, detalla el director del LOPAP.
LOS JÓVENES SON MÁS ESCÉPTICOS
El informe también resalta que los jóvenes de 18 a 25 años de edad son más propensos a dudar de la democracia, y en eso las redes sociales juegan un papel fundamental. “Porque consiguen las noticias políticas a través de ellas. Hemos encontrado en otros estudios que los que consumen más noticias en Twitter o Whatsapp suelen tener opiniones más negativas de las instituciones políticas”, apunta Lupu.
Uruguay a la inversa es la nación americana que apoya con más fervor la democracia, con el 44 por ciento de su población muy a favor con este sistema. Paradójicamente, el segundo país entusiasta del continente es también el que vio nacer las fake news y en el que más estruendo ha causado el conteo de votos en el último año: Estados Unidos.