Lorenzo Meyer Cossío, historiador e investigador de El Colegio de México (Colmex), puede ver el “vaso medio lleno” o “medio vacío” al evaluar la administración del priista Enrique Peña Nieto; sin embargo, en ninguna de las dos opciones encuentra algún acierto y sólo advierte fracaso.
En el ocaso de su sexenio, Peña Nieto, como ningún otro Presidente de la República, está solo y enfrentará una retirada en descampado, dice. El Presidente del “nuevo PRI” fracasó y junto con él, los gobernadores que eran considerados como “el nuevo rostro” de aquel priismo que había recuperado el poder después de 12 años, mostraron la cara más “brutal y mañosa” de la corrupción, argumenta en esta entrega el historiador.
“La ‘casa blanca’, la corrupción abierta y finalmente, el caso de Ayotzinapa, marcan ante la opinión ciudadana mexicana el sexenio de Peña Nieto”, dice Lorenzo Meyer en esta entrevista con SinEmbargo.
Ciudad de México, 19 de noviembre (SinEmbargo).- Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, que está a 11 días de concluir, sólo hubo retrocesos: se retrocedió en seguridad, en derechos humanos, educación y hasta en economía, porque aunque no cayó a menos que lo alcanzado por su antecesor Felipe Calderón Hinojosa, tampoco creció, dice Lorenzo Meyer Cossío, historiador y profesor de El Colegio de México (Colmex), en entrevista con SinEmbargo.
Meyer Cossío asegura que no puede ver ningún acierto en la administración de Peña Nieto. Ni en en el Pacto por México, las reformas estructurales y tampoco en su estrategia de seguridad.
“La ‘casa blanca’, la corrupción abierta y finalmente, el caso de Ayotzinapa, marcan ante la opinión ciudadana mexicana el sexenio de Peña Nieto”, afirma.
El profesor e investigador plantea que “desde el principio de la victoria de Peña Nieto está Monex, está la compra del voto, y ya con eso deja un aire de violación de las reglas básicas de la democracia. No puede ser democrático alguien que viene del Estado de México, porque el Estado de México tiene esa peculiaridad que desde el inicio del régimen priista hasta hoy nunca ha tenido un gobierno de oposición. Siempre ha manipulado, es experto ese grupo del Estado de México en la manipulación de los instrumentos autoritarios no democráticos del sistema y pasó de hacerlo en Toluca a hacerlo a nivel nacional. Yo no puedo ver nada positivo”.
En el ocaso de su sexenio Peña Nieto, como ningún otro Presidente de la República, está solo y enfrentará una retirada en descampado. El Presidente del “nuevo PRI [Partido Revolucionario Institucional]” fracasó y junto con él, los gobernadores que eran considerados como “el nuevo rostro” de aquel priismo que había recuperado el poder después de 12 años, mostraron la cara más “brutal y mañosa” de la corrupción, argumenta en esta entrega el historiador.
“Es verdad que Zedillo se fue a la Universidad de Yale y que [Carlos] Salinas, después de que a su hermano lo metieron a la cárcel, prefirió andar por Irlanda, Cuba, pero volvió y el sistema lo volvió a cubrir y él, supongo, piensa que manejó al sistema a pesar de todo. Yo creo que a Peña Nieto no le va a ocurrir los mismo. Va a quedarse bastante solo”, dice.
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–¿Cuál su evaluación general del sexenio de Enrique Peña Nieto?
–No hay, creo yo, en los juicios políticos una objetividad como puede haber si la pregunta viniera en el contexto de una ciencia dura. En las ciencias sociales, en particular en política, no hay forma de lograr objetividad, aunque uno lo intente. Mi juicio sobre Peña Nieto es negativo, pero es el mío. Acepto que puede ser rebatido e introducir otras variables, pero desde el inicio mismo es la recuperación de la Presidencia por parte del PRI. En realidad es el regreso a su régimen, ese régimen que se empezó a construir inmediatamente después de la Revolución con la Constitución de 1917 y la elección de Venustiano Carranza se inicia el régimen. Es cierto que quedó en manos de un panista en el 2000, lo mismo que en el 2006, pero el PAN [Partido Acción Nacional] de esa docena de años ya no es realmente un PAN que esté muy lejos del PRI. Cuando se usa el concepto de PRIAN creo que tiene mucha sustancia. Entonces no le veo una ruptura con el antiguo régimen, es una continuación de cambios, pero no de fondo. Así pues, Peña viene a concluir un siglo del mismo régimen y probablemente a cerrarlo. Porque en esta ocasión gracias a las elecciones del 1 de julio de 2018 ya no hay la posibilidad de un mismo régimen, sino que los que tomaron el poder anuncian que son un nuevo régimen. Lo anuncian de una manera muy peculiar: es la Cuarta Transformación, bueno apelando a la historia política de México; igual hubieran podido decir es el inicio de un régimen. Entonces Peña Nieto es el que cierra ese ciclo centenario. Y no lo cierra con broche de oro, sino con muchas dificultades y fracasos.
Si el proyecto de Peña Nieto, el sexenal, es el Pacto por México, que sí fue un golpe político espectacular ver a los partidos de oposición comiendo de la mano de Peña Nieto, al PAN y al PRD [Partido de la Revolución Democrática], que fue el creador del Pacto y se la compró Peña, pues sí es algo que llama la atención. Es un Gobierno de coalición como se dijo entonces y se pusieron más de 90 compromisos que se iban a cumplir. Compromisos en relación a la corrupción, al crecimiento económico, a la recuperación de la paz. Se cumplieron unos cuantos. El compromiso que se cumplió a fondo es el de la Reforma Energética que, desde mi punto de vista, no es precisamente el que más convenía a México: fue abrir de manera clara, sin tapujos, la explotación petrolera; dejar a Pemex [Petróleos Mexicanos] de lado y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) también y abrir esto al capital privado nacional y extranjero. En eso sí lo logró, sobre todo en materia petrolera, aunque no logró el aumento en la producción que se supondría vendría casi de la mano de esa apertura; eso se dejó para más adelante, para el siguiente Gobierno. Así que, incluso en esto que fue muy exitoso, porque las empresas privadas y extranjeras vinieron y compitieron por sus lotes para la explotación del petróleo, todavía no han llegado a producirlo, transformarlo y entregarlo al mercado nacional. Seguimos importando cada vez más gasolinas, los precios de los combustibles subieron; incluso en esa reforma, que fue la que más les importó a ellos, estaban en juego millones y millones de dólares, pues el éxito es relativo.
–Del resto de las reformas estructurales de Peña Nieto que sacó adelante con el Pacto por México, ¿qué opina?
–La Reforma Educativa, pues tuvo sus problemas. Esa reforma se inicia y casi se estanca en la evaluación de los docentes. Ese fue su punto central. Todavía no se ve en el salón de clases, en lo que los niños y adolescentes vayan asimilando de conocimiento útil para el mundo moderno. Se quedó en la evaluación de los profesores. Los sometió a examen a todos los profesores; ahora que termina su Gobierno ya se supone que han pasado por el examen un millón y tantos que es el equivalente a la planta completa del sindicato. Pero tuvo muchas resistencias, algunos de ellos se negaron a la evaluación. Hubo choques y el de Oaxaca fue mortífero y no queda claro qué es lo que va a pasar con esa reforma, porque delante de Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador dijo que no iba a dejar piedra sobre piedra de la reforma, así que el éxito es bastante relativo. Porque sí se creó un Instituto de Evaluación Educativa, se pusieron los exámenes, fueron la mayoría de los docentes para arrancarle al sindicato el control de la calidad de la enseñanza, lo cual a mí me parece bien; no es posible ser juez y parte. Se metió a la cárcel a Elba Esther Gordillo como representante de la antigua fórmula educativa, pero al final se le dejó en libertad.
–Y la forma en la que obtiene su libertad. ¿Cuál fue el mensaje político?
–El mensaje político es que se le metió a la cárcel por razones políticas, porque no se le pudo probar el lavado de dinero, de lo que se le acusó. Y sale sin que se le haya podido fincar ese delito y justo cuando Peña Nieto se va. Se parece un poco a lo que sucedió con «La Quina» [Joaquín Hernández Galicia] durante el Gobierno de Carlos Salinas: un líder sindical que era molesto, se le hacen cargos, se le mete a la cárcel, pero no se concretan. En el caso de «La Quina» se le puso el cadáver de una persona en su casa y luego, ¿qué pasó con ese crimen? Así que se parece mucho el “gordillazo”: es el uso de la justicia para fines políticos para control sindical. Pero el SNTE [Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación] ahí sigue, dice la profesora Gordillo que ella va a recuperar su papel ahí. Y la CNTE [Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación] simplemente no se sometió y está ahora otra vez activa, pudo actuar contra el Gobierno de Peña Nieto y el PRI en la elección del 1 de julio. Así que nadie niega que se necesita una Reforma Educativa, nadie. Las pruebas que se han puesto a estudiantes dan por resultado una baja calidad de la enseñanza. Así que la reforma se requiere, pero resulta que la de Peña Nieto para todo propósito práctico ya murió. No le dieron tiempo, diría Peña, de mostrar el avance, pero es un hecho, no se avanzó.
–¿Y en materia económica Doctor?
–Se supuso en el momento del Pacto, del entusiasmo de diciembre de 2012, que México dejaría ese promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 2 por ciento, que ascendería al 3, al 4 por ciento; no se pudo. Nos seguimos quedando en el que teníamos antes, se siguió durante todo el sexenio. Si se quiere ver el vaso medio lleno, pues no hubo un desastre. Si se le quiere ver medio vacío, pues resulta que quedó en la mediocridad en que encontró Peña Nieto al crecimiento económico.
–Uno de los puntos más importantes, seguridad. La estrategia de seguridad de Peña…
–Ahí, ese es el punto donde las cifras son más dramáticas. Porque hay cifras. No le creamos a las cifras, porque en realidad cuántos desaparecidos hay, pues se han hecho unas listas, pero no son todos. Las fosas que se han descubierto ya, más de 2 mil, pero cuántas debe de haber. Pero los asesinatos dolosos, que es el indicador, pues son ahora que termina el Gobierno de Peña Nieto mayores que en el sexenio de Calderón, quien fue el que inició la guerra contra el narcotráfico. Entonces, la pérdida en vidas humanas es un poco mayor ahora. ¿Pero podría uno decir se le rompió el espinazo al narcotráfico?, ¿quién lo puede decir eso? Las cifras recopiladas aquí, en Estados Unidos y en organizaciones internacionales nos dicen que el comercio de sustancias prohibidas sigue viento en popa. Que han cambiado un poco: que la mariguana tiene menos importancia, por eso se va a poder legalizar, que los opioides ahí la llevan y que la droga sintética esa sí sigue viento en popa. Que los cárteles mexicanos están metidos en esto, así que digamos, la conclusión es que aquí no tenemos ningún avance.
El no avanzar es retroceder, porque no se puede uno quedar en el mismo lugar. Si se empleó ya con Calderón la fuerza del Estado, la máxima más organizada que es el Ejército y en el de Peña Nieto es el Ejército y la Armada ya de una manera más profunda, además de la Policía Federal y la Gendarmería –que yo no sé qué rayos hace la Gendarmería–, pero son ya cuatro fuerzas y la violencia no cede. Esa era la última línea del Estado para acabar con ella, para aminorar y ganarle con el tiempo la batalla, si no se ha podido hacer, ¿qué queda de esa estrategia, que es la estrategia armada?
Dejó un cambio en el mundo de los cárteles que quedó muy descabezado. Al momento de llevar esta entrevista tenemos que ya Joaquín “El Chapo” Guzmán está en su juicio allá por Nueva York. Pero a la hora de cortar las cabezas grandes, surgieron las cabezas chiquitas y son más. Y esas cabezas de organizaciones más pequeñas que no tienen la capacidad de meterse al tráfico de drogas en grande: de ver su producción, su procesamiento, exportación a lo grandes mercados internacionales y que si ya no tienen eso, entonces se dedican a extorsionar a la sociedad mexicana, cosa que antes no hacían. El Cártel de Sinaloa no se dedicaba a sacarle recursos a la sociedad mexicana; se dedicaba a comerciar la droga con Estados Unidos, pero los que ya no pueden porque los descabezaron, porque ya no hay esa pirámide de organización y autoridad, entonces se ceban sobre la sociedad mexicana. En ese sentido estamos peor que antes. No se avanzó, se retrocedió.
–Las extorsiones, los secuestros…
–Secuestros, robo de casa habitación, automóviles, robo en medios de transporte, huachicoleo, cobro de piso.
–¿Desaparición de mujeres no? Para la trata.
–Todo eso, trata de personas. Sí el negocio cambió por el uso de la fuerza del Estado contra los grandes capos. Pero el hecho de que haya cambiado, no quiere decir que la situación ha mejorado. Sino que para propósitos del mexicano común y corriente empeoró.
–Esta detención de “El Chapo”, luego se les fugó y lo volvieron a detener. Luego lo extraditaron a Estados Unidos, ¿qué le dice?
–Que el sistema carcelario mexicano es un desastre. Porque no es nada más la fuga de “El Chapo”, que es lo que más impactó nacional e internacionalmente: son los escándalos en la cárceles, los asesinatos, los motines. El hecho de que haya habido cárceles donde el gobierno es el de los criminales que podían salir, cometer sus crímenes y regresar a refugiarse en una cárcel, esto es de Lewis Carroll, pero perverso. Es Alicia en el País de las Maravillas, pero peor. Resulta que las cárceles son los refugios para que de ahí salgan a hacer sus acciones contra la sociedad y regresen. Ahí reparaban los autos, hacían los vehículos blindados para el narcotráfico. Ahí torturaban, ajusticiaban, bueno eso de ajusticiar está mal empleado, ahí asesinaban. Ahí los desaparecían en algunas prisiones del norte de México. Entonces es una historia de fracaso.
–De fracaso, ¿y en el combate a la corrupción y a la impunidad?
–Que era parte del Pacto por México, ahí se decía muy claramente que se iba a ir en contra de la corrupción.
–Y luego se descubre la «casa blanca»…
–La «casa blanca» (ríe), esa sí fue un garbanzo de a libra, pero supongamos que no se hubiera descubierto. El problema, el tema seguiría siendo el mismo. Esos gobernadores de Veracruz, de Chihuahua, de Quintana Roo, que se presentaron por parte del Presidente como «jóvenes del nuevo PRI», el concepto era interesante: el PRI había perdido la Presidencia a manos del PAN, pero regresaba y ya no era el mismo. Había sido castigado, había aprendido su lección, ahora era nuevo. Algo para el siglo XXI. Era el mismo de siempre; se había refugiado un tiempo en los estados y volvió a recuperar el poder, pero con las mismas fórmulas, las mismas mañas y en esta ocasión lo hicieron de manera más obvia, más brutal. No eran nuevos, eran los mismos, pero más cínicos, más abiertamente corruptos. Y luego tenemos la «Estafa Maestra» como ejemplo de la corrupción desde arriba; y ya la Casa Blanca es que se les fue, se equivocaron: eso de haberla presumido en una revista para las clases medias y altas donde se exhiben los que tienen y acaparan los recursos económicos en México… se vio la «casa blanca» y eso sí, respecto del pasado es un cambio, pero no por Peña Nieto, que es la existencia de un mundo de periodistas más plural, más profesional, eso les sirvió de indicador de que algo interesante estaba detrás de esa casa y rápidamente se sacó a la luz. Lo que sí importa es la censura. Que se volvió a las prácticas antiguas, muy antiguas en México. Entonces quien sacó a la luz la relación que todos nos imaginábamos, aunque no tuviéramos los datos, entre quienes son contratistas del Gobierno y quienes les dan el contrato para la carretera, el puente, el tren, para lo que sea. Suponíamos que había ahí una recompensa para que el que diera el contrato y aquí se vio clarito; ya no había que imaginarla, estaba ahí a la vista. La Casa Blanca, la corrupción abierta y finalmente, el caso de Ayotzinapa, marcan ante la opinión ciudadana mexicana el sexenio de Peña Nieto. Lo de Ayotizinapa es, en el eslogan que sacaron los primeros manifestantes: ‘Fue el Estado’. Eso es obvio, si eran los policías de Iguala, los de Huitzuco, los de Cocula, son el escalón más bajo, pero son el Estado.
–¿Y el Ejército?
–Esa es la parte que se trató de velar. El Ejército, el 27 Batallón está ahí, entre otras cosas para hacer actividades de inteligencia. Que el Ejército supo lo que había sucedido desde el primer momento, ellos mismos lo admiten. Que un grupo de militares entró a un hospital privado para ver a los estudiantes que se refugiaron ahí y los echaron a la calle en vez de protegerlos, después de tomarles sus datos, fue el Ejército. La presencia de organismos internacionales, instancias para investigar lo de Iguala, eso se debe a que fracasó el intento de la procuraduría de resolverlo por sus propios medios. Es bien interesante que esta derrota del Gobierno y de Peña Nieto la haya sufrido a manos de un sector de la sociedad mexicana de los más desprotegidos. Son las comunidades rurales de Guerrero las que francamente están muy abandonadas, las que movilizaron, se movilizaron por sí mismas y luego movilizaron a la opinión pública nacional, y luego movilizaron a la opinión pública internacional y pusieron contra las cuerdas a Peña Nieto y no pudo resolverlo. Al irse, porque estamos a punto de que se vayan, siguen sosteniendo que la investigación de la Procuraduría de Murillo Karam es la que tiene validez para él, pero resulta que no se la cree nadie más que él, si es que él se la cree. Y el tema del Ejército está en el centro de esto: no se pudo llevar a cabo la investigación, después de todo la responsabilidad era de autoridades locales bajas y del crimen organizado no del Gobierno federal, pero se quiso evitar que se involucrara en la investigación al Ejército y eso despertó sospechas que no han podido ser disueltas, siguen ahí. La derrota en este caso además se debió a la insensibilidad, que es un elemento interesante en los gobernantes. No pueden ser sensibles a todas las demandas y problemas de la población, porque simplemente terminarían en un psiquiátrico. Son tantas las aflicciones de la sociedad que si todas las hicieras suyas, pues necesitarían ser santos. Tienen que tomar distancia respecto de la realidad, pero en este caso se le pasó la mano cuando en la primera etapa de la investigación les aconseja a los padres de familia ‘ya supérenlo’, ósea ‘ya denlos por muertos, ya no estén molestando. Ya fueron 43 que se fueron’. El tiro salió por la culata ahí. No era aceptable para la opinión pública que el Presidente se expresara de esa manera ante la tragedia de estos jóvenes y en conjunto, se hizo muy mal al principio y la bola de nieve se fue agrandando hasta llegar a este momento en que el tema es el de un Estado moderno que no puede explicar qué pasó con 43 estudiantes que quedaron en manos de su policía y que desde 2014 hasta el 2018 no puede dar una explicación y le hereda el problema al siguiente Gobierno.
–Sí, es con lo que abrirán, con el tema Ayoztinapa. Ahorita que hablábamos de la libertad de expresión, de la censura, ¿cómo calificaría usted en materia de libertad de expresión este sexenio y qué es lo que ve usted para el siguiente? Ya hemos visto algunos roces entre el Presidente electo con la prensa mexicana, como lo que sucedió con Proceso. ¿Qué ve en ese sentido?
–Comparado con lo que era la libertad de prensa y de expresión en el México del momento cumbre del autoritarismo priista: [Adolfo] Ruiz Cortines, [Adolfo] López Mateos, [Gustavo] Díaz Ordaz, ahí sí que no había libertad de los medios. Se fue ganando poco a poco con muchos costos y creo que ahí sí hay una ganancia que ya no se perdió: hay algunos medios muy corruptos, el Gobierno sigue y el de Peña Nieto se distinguió por eso, por gastar enormes cantidades en publicidad que es una manera de alimentar a ciertos medios y no a otros. Pero las fórmulas modernas, el internet, permitieron que surgieran otras vías y muy eficaces. Por lo tanto hay ahora una libertad de expresión que México no conoció nunca. Cossío Villegas podría decir que en el época de la República Restaurada, en el inicio de esos gobiernos como el de [Benito] Juárez hubo una gran libertad, pero quienes leían la prensa en aquella época eran un puñadito de mexicanos. Muchos mexicanos no tenían acceso a ninguna información, hoy sí. Hoy el mexicano si quiere tiene acceso, independientemente de sus ingresos; por lo tanto la información hoy es mayor que nunca en México. Si a eso le añadimos esa parte de los mexicanos que pueden acceder al inglés, al francés o a los medios extranjeros que tienen sus secciones en español, ya no hay forma de que la censura triunfe.
Y sí, el nuevo Gobierno tendrá que enfrentarse a eso: hay una prensa, unos medios mexicanos que van a estar en contra del Gobierno porque son parte de la derecha, de los intereses creados. Se crearon a lo largo de mucho tiempo, van a estar ahí y van a estar en choque con el Gobierno. Sobre todo que ya se señaló que no se va a disponer de muchos recursos para la publicidad gubernamental. Entonces si no hay dinero, la frase de López Portillo de ‘no les pago para me peguen’ ya no tendrá mucho sentido, porque no les va a pagar, pero le van a pegar. Y bueno, esa es la naturaleza de un sistema plural. Existe la novedad de las noticias falsas. A eso se va a tener que enfrentar el Gobierno; le van a levantar un montón de falsos. Tendrá Jesús Ramírez, el encargado de las comunicaciones de Andrés Manuel, que hacerle frente a este nuevo entorno de las falsas noticias. Estará muy complejo, pero mejor que lo que teníamos. Es cierto y lo ha dicho López Obrador que la prensa tuvo mucho que ver con la caída de [Francisco I.]Madero, porque en ese 1911, 1912 se volcó contra el nuevo Gobierno desde una óptica muy reaccionaria y creó una atmósfera en las ciudades, en las clases medias, en contra de cambio. Bueno, eso es cierto y lo va a tener que sufrir Andrés Manuel. Pero así es la vida pública en una sociedad que tiene un sistema político plural. No hay de otra.
–La información está a un click y cada vez hay más acceso a la Internet a través de los celulares…
–La censura es imposible, es la parte buena. La parte mala es que el invento de noticias es muy factible. Los memes, que sí hacen reír, pero también difunden muchas cosas que son falsas y crean atmósfera. No sabemos cómo se pueda enfrentar eso. No creo que haya un gobierno que sea capaz de decir que puede hacerle frente a las falsas noticias. En Estados Unidos todo el tiempo el Presidente norteamericano [Donald Trump] se está quejando de que la crítica que se le hace en buena medida es por las fake news, yo creo que la imagen que tiene en ciertos sectores de Estados Unidos y la opinión mundial se la ha ganado con noticias ciertas, pero sí, el punto es que resultan molestas para todos los sistemas políticos.
–Volviendo a Peña Nieto, ¿usted ve algún acierto importante durante su administración?
–Le dije a usted que no pretendo una evaluación objetiva, aunque lo intente y francamente no. No lo veo ni desde el principio, porque desde el principio de la victoria de Peña Nieto está Monex, está la compra del voto, y ya con eso deja un aire de violación de las reglas básicas de la democracia. No puede ser democrático alguien que viene del Estado de México, porque el Estado de México tiene esa peculiaridad que desde el inicio del régimen hasta hoy nunca ha tenido un gobierno de oposición. Siempre ha manipulado, es experto ese grupo del Estado de México en la manipulación de los instrumentos autoritarios no democráticos del sistema y pasó de hacerlo en Toluca a hacerlo a nivel nacional. Yo no puedo ver nada positivo. Veo algo positivo en la sociedad mexicana, en esa sí. Durante los seis años de Peña Nieto maduró un poco más y fue capaz de sobreponerse a los instrumentos tradicionales de control que se pudieron ver muy bien en 2017 en las elecciones del Estado de México que le dieron la victoria a [Alfredo] del Mazo, hijo de otro Gobernador, nieto de otro Gobernador, que es la continuidad de la política tradicional. Ahí apenas si logró la victoria, porque puestos los votos de Morena [Movimiento Regeneración Nacional], un partido recién nacido y el PRI que tiene todo menos recién nacido y ganó Morena. Del Mazo es Gobernador porque se le añaden los votos de la coalición que formó, pero ahí se vio que habían llegado a su límite las viejas formas de control […], cuando la oposición logró una masa tan importante aplastó una de las armas más importantes para mantenerse en el poder al partido que le dio la calidad a la política mexicana en todo el siglo XX y principios del XXI. Esa parte es la que yo vería ¡uff positiva!, pero no es de Peña Nieto, es en contra de Peña Nieto. Él despertó, sin quererlo, ese deseo de ya no ser más víctimas de estas maquinarias.
–¿Cómo ve a Peña Nieto ahora al dejar el poder respecto a otros ex presidentes?, respecto a [Felipe] Calderón, a Vicente Fox [Quesada], al mismo Ernesto Zedillo [Ponce de León] que perdió la Presidencia de la República con el PAN. ¿Cómo ve a Peña en esta retirada?
–Todos los otros nombres que ha dado y podemos añadirle más, algunos de ellos salieron muy desprestigiados, pero eran cubiertos por el sistema. El PAN no intentó perseguir a Zedillo. A Fox su correligionario, no le caía muy bien a Calderón, pero no le hizo nada. Peña Nieto no intentó nada contra Calderón. Esta ocasión, aunque Andrés Manuel lo ha dicho, yo supongo que lo va a cumplir, no está para gastar su pólvora en infiernitos y no va andar persiguiendo al pasado, pero de todas maneras está al descubierto. Es el primer Presidente que, ha de tener sus ahorros, ha de tener una buena cantidad de contactos con los poderes fácticos, porque el cambio hasta este momento es en esa parte de régimen que es política política, pero no en la de los poderes fácticos del antiguo régimen que siguen ahí. Ahí están las grandes concentraciones de capital, está la Iglesia, está todas las cosas que en el pasado fueron parte del sistema, esas lo pueden proteger, pero sí se va a sentir un poco en descampado. Por lo menos esa experiencia no la tuvieron todos los demás. Es verdad que Zedillo se fue a la Universidad de Yale y que [Carlos] Salinas, después de que a su hermano lo metieron a la cárcel, prefirió andar por Irlanda, Cuba, pero volvió y el sistema lo volvió a cubrir y él, supongo, piensa que manejó al sistema a pesar de todo. Yo creo que a Peña Nieto no le va a ocurrir los mismo. Va a quedarse bastante solo.