Los cárteles han acumulado demasiados efectivos, recursos y consolidado muchos territorios que están bajo su control. Cuentan con fuentes de financiamiento regular, esquemas de reclutamiento y alianzas que les permiten mantenerse activos.
Por David Saucedo
Guanajuato, 19 de octubre (PopLap).- Todos los mapas de conflictos armados son fotografías del momento. Los desplazamientos de tropas, conquistas de territorios, repliegues y ofensivas están sujetos a vaivenes producto de la disposición de recursos, reacciones del adversario, errores, aciertos y golpes de suerte, comunes en cualquier conflagración armada. La radiografía que presentamos a continuación es necesariamente provisional. Es un primer acercamiento, a vuelo de pájaro, de la posición actual que ocupan en el campo de batalla los ejércitos que participan en la guerra por Guanajuato se pueden establecer algunas tendencias en el curso de la guerra de cárteles. Pero son eso, tendencias que mañana pueden revertirse, acentuarse o diluirse.
Adelantemos una primera conclusión. Por la cantidad de municipios que controlan y por los territorios que ocupan los principales cárteles (Cártel Jalisco Nueva Generación -CJNG- y Cártel Santa Rosa de Lima -CSRL-) es evidente que pasará mucho tiempo antes de que podamos cantar el fin de las hostilidades. Los cárteles han acumulado demasiados efectivos, recursos y consolidado muchos territorios que están bajo su control. Cuentan con fuentes de financiamiento regular, esquemas de reclutamiento y alianzas que les permiten mantenerse activos. Los únicos grupos que verdaderamente enfrentan la posibilidad de ser exterminados son La Unión de León, El Grupo Sombra y Cárteles Unidos. Pero tanto CJNG como el CSRL tienen los recursos suficientes para mantenerse en pie de lucha. Ciertamente el CJNG es el cártel que muestra mayor movilidad. Se comporta como un ejército de invasión. Siempre está en la búsqueda de nuevos territorios. Pero el Marro desata furiosos y certeros contragolpes que detienen las embestidas del Mencho.
Por ejemplo, si el CJNG llegara a apoderarse de la ciudad de Celaya, las tropas del Marro se refugiarían en la ciudad de Salamanca o marcharían en retirada hacia San Miguel de Allende. Desde ambas ciudades intentarían una contraofensiva para recuperar el control de la ciudad cajetera. La ciudad de León lleva 4 años en guerra. A pesar de tener una superioridad manifiesta, el CJNG no ha podido romper la alianza de las mafias locales con la policía municipal. Ese ha sido un factor decisivo que ha impedido que puedan exterminar a las bandas delictivas leonesas. Pénjamo es muy grande territorialmente. Desde la inexpugnable sierra penjamense células delictivas del Marro se atrincheran para librar una guerra de guerrillas en contra de los ejércitos del Mencho, estacionados en Cuerámaro, Manuel Doblado y la cabecera municipal de Pénjamo. La frontera de Pénjamo con Michoacán es muy extensa. Grupos del narco michoacano pueden entrar en Guanajuato en un sinfín de caminos, puentes y brechas. Pueden entrar, golpear, retirarse a voluntad y refugiarse en tierras purépechas. En suma, la geografía del estado de Guanajuato dificulta enormemente la terminación de la guerra. Ésta no terminará pronto.
CABEZAS DE PLAYA
La primera fase del plan para la invasión del estado de Guanajuato por parte del CJNG consistió en la instalación “cabezas de playa” en los municipios de León y Pénjamo. La avanzada del Mencho tenía la misión de aterrizar en colonias y comunidades de bajos recursos, para fijar en ellas un perímetro de seguridad que permitiera el arribo de más contingentes. Una vez obtenido el control total de las “zonas de desembarco”, con un número de elementos suficiente y un poder de fuego adecuados, comenzarían los avances ofensivos y la expansión del cártel hacia más municipios del estado. En el caso de León, el reto consistía en cooptar o aniquilar a las mafias locales. En el caso de Pénjamo la misión consistía en desplazar a las células de los Caballeros Templarios que dominaba en Santa Ana Pacueco, la cabecera municipal de Pénjamo, comunidades asentadas en la carretera federal Irapuato-La Piedad y en la zona de La Herradura. La guerra en León implicaba esencialmente aplicar tácticas de combate urbano. La pelea por Pénjamo tenía implícito operar en un frente de varios kilómetros de extensión, incluyendo zonas rurales de difícil acceso. Varios de los comandantes que participaron en el “desembarco” del CJNG en León y Pénjamo, a la postre serían jefes de plaza en los municipios que fueron conquistando en la invasión del estado. Se fraguaron al calor de la batalla y recibirían como recompensa posiciones cómodas en plazas que iban quedando en la retaguardia.
LA PELEA POR LEÓN
El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) mantiene una pelea encarnizada con las mafias locales por el control de la ciudad de León desde hace aproximadamente 4 años. Es de hecho el primer municipio del estado de Guanajuato en donde el Mencho quiso “sentar plaza”. Aunque había reportes de la llegada de células jaliscienses a la ciudad zapatera desde principios del año 2013, no se calibró en su justa dimensión la fuerza que empezaron a acumular hasta dos años después.
Cuando en 2015 el gobierno federal realizó un operativo de captura en Jalisco para detener al Mencho, de manera sorpresiva una de las ciudades que se unió a los narcobloqueos que los comandantes del CJNG ordenaron para impedir la detención de su líder, fue la ciudad de León. Tráileres y taxis secuestrados por el CJNG bloquearon la carretera León-Lagos, la carretera León-San Francisco del Rincón y el puente elevado del Boulevard Mariano Escobedo. Posteriormente les prendieron fuego. Se sabía que había células jaliscienses en la ciudad, pero no las suficientes, ni con la capacidad para generar estas acciones y para al mismo tiempo eludir el cerco policiaco de captura. Erróneamente Octavio Villasana, alcalde interino de León, menospreció estos hechos señalando que se trató de un “coletazo” de lo que ocurría en Jalisco. Lo mismo pasó con gobierno del estado. Todos menospreciaron las demostraciones de fuerza del CJNG en León de ese año.
No se trató de un hecho aislado. Las células del CJNG que llegaron de avanzada a León reportaron a sus cuarteles generales que había las condiciones propicias para realizar una invasión del estado. Fallaron en su diagnóstico. No sería tan simple apoderarse de Guanajuato, pero desde los cuarteles generales del Mencho se dio por buena la recomendación y se emitió la orden avanzar tierra adentro.
A su arribo a la ciudad de León el CJNG utilizó la doble estrategia de golpear y negociar. Se apoderó de territorios en manos de mafias locales, pero también invitó algunos capos leoneses a sumarse a la cruzada. La mayoría declinó la invitación. No parecía muy atractivo ceder a unos recién llegados los lucrativos negocios y giros negros que habían tardado años en generar, defender y expandir. Pero el CJNG no aceptaría un negativa. De hecho, la posibilidad de sumarse a ellos no era una opción como tal. Era una orden.
Por otro lado, el CJNG percibió cierto nivel de debilidad en las mafias locales leonesas. A pesar de tener décadas siendo los amos absolutos de la ciudad, no habían expandido el consumo de drogas. No había un cártel local como tal, sino una amalgama de pequeñas bandas dedicadas a distintos giros: narcomenudeo, robo de vehículos, robo a transporte de carga, clonación de tarjetas, etc. Sus pleitos y disputas eran ancestrales. Lo único que pudo unir a tantos egos, protagonismos y desidias, fue la conciencia creciente de que tenían que unir fuerzas para enfrentar a un enemigo común, que tenía toda la intención de borrarlos del mapa. O se unían o los jaliscienses los aplastarían por completo.
SURGE LA UNIÓN DE LEÓN
Fue así como empezó la guerra por la ciudad de León. El CJNG empezó a asesinar a narcomenudistas locales que se negaron a vender la coca, marihuana y drogas sintéticas que comercializaban los jaliscienses. Primero se lanzó en contra de distribuidores de poca monta, pero después empezó a asesinar a los líderes históricos de las mafias locales.
Personajes como Agustín Álvarez Gutiérrez (a) El Guty, fueron asesinados por sicarios profesionales traídos desde el norte para hacer trabajos limpios, precisos y certeros. Fue ejecutado mientras despachaba en el restaurante Olive Garden del Centro Comercial Plaza Mayor. Otro golpe quirúrgico se asestaría en contra de Gustavo Sánchez Reynoso, alias “El Jari”, dedicado desde hacía décadas al narcomenudeo, la extorsión y el robo de vehículos. Fue ultimado junto con uno de sus hermanos en una reunión familiar. Dos años después, su hermano José Carlos correría la misma suerte. Un año antes su hijo fue asesinado mientras conducía su BMW a plena luz del día.
El Jari, El Guty, El Bule, Luis Daniel García Oropeza (a) El Naranjero, Daniel y Salvador Campos, Aurelio Aguayo, etc., todo ellos líderes del narcotráfico en León, fueron cayendo bajo el fuego de las ametralladoras del CJNG. Colocados desde una posición de fuerza los comandantes del Mencho mandaron una nueva directriz. Tal y como lo documentó la periodista Sofía Negrete, desde Milenio León, los capos locales solo tenían dos opciones: irse de Guanajuato o morir.
Pero varios grupos del narcotráfico leonés decidieron pelear. Conformaron la Unión de León, una especie de confederación de grupos delictivos locales que resistirían la invasión del CJNG. Se dieron a conocer mediante un tragicómico video, con una escenografía y discurso con la que reivindicaban su origen leonés y hacían un llamado para defender la ciudad. Desde entonces, las bandas locales del narcotráfico y el CJNG han matado policías y abogados, narcomenudistas y taxistas, parejas de los narcotraficantes y dueños de narcotienditas. Al igual que en Celaya o Salamanca, en la ciudad de León se ha disparado el consumo de sustancias ilícitas. Para financiar la guerra los grupos en disputa han incrementado sus actividades. Aunque los cárteles son los que están en guerra, los ciudadanos son quienes las financian. Grandes cargamentos empezaron a llegar a la ciudad. El número de carpetas de investigación por delitos relacionados por el narcotráfico se disparó. León se convirtió en una plaza más en manos del narco.
Pero la conquista de la ciudad de León ha tomado mucho más tiempo que el que inicialmente habían contemplado los comandantes del CJNG. Las mafias locales tienen tres ventajas innegables. En primer lugar, conocen bien el terreno. Todos los barrios, colonias, callejones, bodegas y escondites, los conocen como la palma de su mano. En segundo lugar, muchos comandantes de sector y mandos policiacos mantienen una relación histórica con las mafias leonesas. No solo cobran sobornos, sino que varios comandantes son integrantes con plenos derechos de los propios cárteles. Defienden a las mafias locales porque ellos mismos son parte de ellas. Finalmente, extirpar a mafias locales, en muchos casos conlleva aniquilar a familias y barrios completos. A los leoneses no les gusta el control externo. La presencia de un ejército de invasión proveniente del estado de jalisco resulta odiosa. Hay un regionalismo y un espíritu de independencia que incita a tomar las armas en contra de los invasores. No han impedido la invasión, pero la han dificultado.
ADOLFO ENRÍQUEZ
Frente a este panorama, el CJNG no esperó más tiempo y lanzó a sus huestes a ocupar nuevos territorios. A final de cuentas los narcos leoneses estaban haciendo maniobras estrictamente defensivas. No ponían en riesgo las líneas de abastecimiento, ni el control de la ciudad. Son una molestia permanente, pero incluso muchos de los asesinatos dolosos que se cometen en León ya no son producto de la guerra del CJNG conta los narcos locales, sino se trata de bajas que las rebeldes pandillas leonesas están dispuestas a tener para resistir al ejército de ocupación.
Sin embargo, en los últimos meses el CJNG se ha apuntado muchos éxitos en el asesinato y exterminio de narcomenudistas de grupos rivales. Lo anterior como resultado inesperado y colateral de la valiente campaña de denuncia realizada por el activista Adolfo Enríquez Vanderkam. Adolfo es un activista que ha puesto sus considerables habilidades mediáticas al servicio de distintas causas ciudadanas. La última ha tenido un éxito inesperado. Usando sus cuentas personales de Facebook y Twitter ha invitado a los ciudadanos leoneses que han sido víctimas o testigos de un hecho delictivo para que proporcionen detalles de los mismos. Protegiendo la identidad de las víctimas, ha armado el mejor banco de datos que hay sobre delincuentes que azotan a la ciudad de León. Publica en sus redes sociales los nombres, apodos, delitos que cometen, domicilios y zonas en las que operan los asaltantes, narcotraficantes, pandilleros y demás delincuentes que viven en los barrios y colonias de León.
La ciudadanía participa activamente en la elaboración de este singular “mapa el delito”. En todo caso, sorprende la pasividad de las autoridades para retomar toda esta información que serviría sin ninguna duda para poner tras las rejas por lo menos a los 100 principales delincuentes de la ciudad. Pero si para la Fiscalía General del Estado (FGE) o para la policía leonesa, la información de Adolfo Enríquez pasó desapercibida (o fue convenientemente ignorada), hubo quien no iba a desaprovechar tan valiosa información. El CJNG ha comenzado desde hace semanas a retomar los datos que suben a las redes sociales la red de ciudadanos que colaboran con Enríquez. Detectan a los individuos, actividades y domicilios y van por ellos.
En efecto, nadie puede culpar a Adolfo Enríquez de tener vínculos con el crimen organizado. Pero es un hecho que la información que sube a sus redes sociales es un insumo al que el CJNG le saca todo el jugo posible. Son los mapas de ruta que guían muchas de las incursiones nocturnas de los escuadrones de la muerte del CJNG.
YA VAMOS LLEGANDO A PÉNJAMO
La segunda cabeza de playa que el CJNG estableció en el estado de Guanajuato fue en el municipio de Pénjamo. El arribo de los jaliscienses a la zona coincidió con la llegada al poder de un alcalde de extracción priista, Jacobo Manríquez Romero. A la fecha es recordado como el peor alcalde que ha gobernado el municipio que Pedro Infante inmortalizó en una canción. Para los hechos que nos ocupan, solo nos referiremos a una de sus peores decisiones. Esto es, la designación de Hugo Tinoco como subdirector de la policía de Pénjamo.
Antes de llegar a Guanajuato, Tinoco ocupó varios cargos en ciudades fronterizas del norte del país. De acuerdo con Jesús Blancornelas periodista y director del legendario semanario Zeta, Tinoco estuvo varios años en la nómina del cártel de los sanguinarios hermanos Arellano Félix, líderes del cártel de Tijuana. Si bien es cierto que en la recta final del trienio del panista Eduardo Luna, hubo un incremento de la incidencia delictiva, durante la época del binomio formado por Jacobo-Tinoco, empezó una larga noche de violencia y muerte para los penjamenses.
De 2012 a 2015 la policía municipal sufrió una transformación pocas veces vista. En el arranque del gobierno de Jacobo Manríquez la policía de Pénjamo trabajaba para narcos y grupos michoacanos. Comenzó a ser infiltrada poco a poco por el CJNG. Para el último año del gobierno de Jacob, la policía penjamense ya trabajaba para el CJNG, aunque había elementos de la policía municipal que seguían fieles a los cárteles michoacanos. Un giro radical de 180 grados.
El punto de inflexión ocurrió en el año 2014. Fuerzas federales, encabezadas por un escuadrón de la Marina, capturaron en las inmediaciones de Mitad de Noria a Martín Soto Chávez (a) El Pony, máximo líder La Familia Michoacana. En el rancho de su propiedad había un hipódromo, en donde se hacían carreras de caballos los fines de semana a las que llegaron a asistir integrantes del primer círculo de Jacobo Manríquez. La detención de El Pony la dio a conocer en conferencia de prensa en la ciudad de México y ante medios nacionales, el propio titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), Monte Alejandro Rubido García.
Sin embargo, este “golpe” a las estructuras del narcotráfico no se debió a las labores de inteligencia que realizó el gobierno federal. La detención de El Pony se logró gracias a información que filtró el CJNG a la PGR sobre la ubicación, propiedades, rutinas y protección de la que El Pony gozaba en el municipio de Pénjamo. Rubido se colgó la medalla por la detención de uno de los últimos líderes de La Familia. El CJNG obtuvo el control del suroeste del estado de Guanajuato. Se trató de un buen intercambio, mutuamente beneficioso.
En su momento, la pelea por el control de Pénjamo situó al municipio como el de mayor tasa de homicidios dolosos en el estado. A la fecha todos recuerdan como dieron inicio las hostilidades. En la glorieta del Boulevard Lázaro Cárdenas, de la cabecera municipal fue encontrada una hielera con la cabeza de una persona que había sido decapitada. A los pocos metros estaba el resto de su cuerpo con huellas de tortura. Había dado inicio las limpias de los jaliscienses, situación que no hizo retroceder a las subsecuentes células de La Familia y Los Caballeros Templarios. Todo lo contrario.
ATACANDO LA RETAGUARDIA DEL CJNG
Al igual que en el municipio de León, el CJNG si bien llegó controlar gran parte del municipio, nunca logró pacificarlo del todo. Cuando eran derrotadas las células michoacanas se internaban en la sierra de Pénjamo en espera de refuerzos, armas y suministros. En la sierra, los michoacanos habían podido instalar narcolaboratorios en varias ocasiones. Cuando les cortaban la retirada por ese flanco, emprendían la huida hacia La Piedad, Numarán y demás municipios de la larga frontera que Pénjamo tiene con el estado de Michoacán.
Es necesario reconocer que los gobiernos panistas habían previsto y se habían preparado para evitar una invasión de cárteles del narcotráfico provenientes del sur. Se resistieron por todos los medios a construir una infraestructura que permitiera mayor movilidad de Guanajuato hacia Michoacán. No construyeron ni puentes, ni caminos por muchos años en la región. En el trienio del panista Erandi Bermúdez, instalaron una base de la SEDENA en la carretera federal Irapuato-La Piedad. Pero, sobre todo, levantaron una “muralla política” entre el cártel de Los Caballeros Templarios y Pénjamo, financiando y apoyando la campaña del panista Ricardo Guzmán a la alcaldía de La Piedad, Michoacán. Para llegar a Pénjamo y a Guanajuato, los narcos michoacanos antes tenían que apoderarse de La Piedad. Una vez electo, Ricardo Guzmán no cedió ante las amenazas recurrentes de los narcos. Durante los casi 4 años que duró su mandato, gestionó recursos para obras de alto monto (dos libramientos carreteros de 4 carriles), limpió la administración municipal y tuvo un gobierno cercano a la gente. El jefe de plaza de los caballeros templarios, exasperado por la resistencia que ofrecía un popular y honesto alcalde del PAN, ordenó su muerte. Con su desaparición física y con la llegada del PRI al gobierno de Pénjamo se aceleró la invasión de los michoacanos a territorio guanajuatense.
Pero no les duró mucho el gusto, pues al poco tiempo dio inicio la invasión del CJNG. Los michoacanos no habían esperado tanto tiempo para dejar que se les fuera su presa, así como así. Cuando perdieron el control del municipio, emprendieron una guerra de guerrillas, de hostigamiento y de desgaste en contra del CJNG en Pénjamo. Además, cuando el CJNG se trenzó en una feroz batalla contra las tropas del Marro, en la zona de Salamanca, Celaya y los Apaseos, el líder de CSRL emprendió una hábil táctica militar. Empezó a atacar la retaguardia del CJNG.
En los momentos álgidos de la guerra en el así llamado “triángulo del huachicol”, el Marro empezó a atacar la retaguardia del CJNG en San Francisco del Rincón, Cuerámaro, León y Pénjamo. Con ello aliviaba temporalmente la presión sobre las zonas que controlaba el CSRL. Al principio el Marro enviaba células de hombres armados, pero posteriormente empezó a abrir un sistema de “franquicias”. El Marro empezó a reclutar a delincuentes de las zonas dominadas por el CJNG que no se habían doblegado frente a los jaliscienses. Les dio armas, parque y dinero para que empezaran maniobras de hostigamiento en contra del CJNG. No detenían el avance en territorios del Marro, pero lo hacían más lento y tortuoso.
PAX NARCA, SÓLO UNA PROMESA
El CJNG ha fracasado rotundamente en la promesa que de manera recurrente realiza en narcomantas y videos. En ellos afirma que abatirá a delincuentes locales, que aniquilará a ladrones, secuestradores y extorsionadores. Como parte de su propaganda de guerra insiste que bajo el dominio del CJNG, llegará la ansiada paz para las familias guanajuatenses. No ha sido así.
Ni en León, ni en Pénjamo, sus dos cabezas de playa, el CJNG pudo imponer un cese de las hostilidades. Por el contrario, ambos municipios desde hace varios años muestran una alta tasa de homicidios dolosos que se mantiene constante. Las masacres continúan. Solo en algunos pocos municipios bajo su control (Cuerámaro, Manuel Doblado, Huanímaro, Romita) ha habido periodos de paz que súbitamente se ven interrumpidos por delitos de alto impacto.
El CJNG puede convivir con gobiernos municipales de distintos partidos (ese no es el caso del CSRL). Pero la pax romana de su narcoimperio sigue siendo una promesa incumplida, que deja sin sustento uno de los pocos argumentos que los pragmáticos esgrimen para defender la guerra de conquista que los jaliscienses emprendieron en Guanajuato.
Sin haber podido pacificar del todo los territorios que conquistó, pero con un razonable control de los mismos, el CJNG puso a sus ejércitos en marcha. Desde León, con una manobra de flanco, se apoderaron de Purísima y San Francisco del Rincón. Desde Pénjamo, emprendieron la conquista de Abasolo, Cuerámaro y Huanímaro. Una tercera columna avanzó sobre Manuel Doblado y Romita. Salvo Abasolo, fueron plazas relativamente fáciles de conquistar. Los problemas empezaron de nuevo cuando llegaron a Silao e Irapuato. Las primeras células de avanzada que llegaron a explorar el terreno fueron aniquiladas.
GRUPOS SOMRA Y CÁRTELES UNIDOS
Se ha discutido desde hace tiempo si hay más cárteles peleando en territorio guanajuatense. Se suele ofrecer como prueba la detención de distintos capos del Cártel del Golfo, del Cártel de los Beltrán Leyva y del Cártel de Sinaloa en las ciudades de León, San Miguel de Allende e Irapuato. Por ejemplo, el excelente estudio que realizó LANTIA CONSULTORES (Panorámica general de las organizaciones criminales en Guanajuato) identifica 11 grupos criminales operando en la entidad.
Pero no se debe confundir “contactos y relaciones” con “presencia”. La Unión de León sigue recibiendo cargamentos de droga por parte del cártel de Sinaloa. El CSRL recibe droga de parte de cárteles michoacanos y de parte del Cártel del Golfo. Es común encontrar en las zonas de guerra a sicarios de Sinaloa, custodiando embarques y envíos de armas. Es decir, a menos de que espectaculares investigaciones periodística demuestren lo contrario, Guanajuato no produce la droga que consume. En su mayoría viene de fuera. Para abastecer a las ciudades y zonas metropolitanas de Guanajuato se requieren cargamentos regulares y una red de transporte, almacenaje y distribución. Pero al día de hoy la presencia de otros cárteles en Guanajuato está orientada a suministrar armas, municiones y cargamentos de droga.
Es decir, hay dos niveles de participación en la guerra de cárteles. Por un lado, están los “peleadores” (CJNG-CSRL), que llevan varios rounds arriba del ring, pero en sus “esquinas” están los managers (Michoacanos, Cártel del Pacífico, Zetas, Cártel del Golfo), que asisten a los contendientes, curando heridas, dando agua, poniendo el protector bucal y dando consejos.
Incluso para distinguir “la droga propia” de la ajena, los cárteles ya han empezado a usar “marcas” y distintivos. Los primeros fueron los michoacanos. Los productos de piratería que comercializaban entre los tianguistas de Santa Ana Pacueco venían marcados con el logo de una mariposa, lo que permitía reconocer su “autenticidad”. De igual modo, desde hace tiempo, la marihuana y cocaína del CJNG ya se distribuye en empaques debidamente pesados y rotulados.
La única presencia documentada de cárteles foráneos operando en Guanajuato la tenemos con el grupo Cárteles Unidos y con el Grupo Sombra, del Cártel del Golfo que controlaban Silao e Irapuato, respectivamente. Cárteles Unidos y Grupo Sombra conforman la legión extranjera que apoya al CSRL en su guerra contra el Mencho. Propinaron duros reveces a las huestes del CJNG en varias ocasiones. Incluso llegaron a interrogar y torturar a algunos narcomenudistas del CJNG que dieron información sobre casas de seguridad y cargamentos. Para derrotarlos, el Mencho se vio en la necesidad de enviar a uno de sus grupos de élite que había demostrado ser mortalmente eficaz en encomiendas pasadas en otras entidades.
Con rapidez y contundencia el Cuerpo de Élite del CJNG detuvo, torturó, asesinó y descuartizó a los cabecillas de Cárteles Unidos y del Grupo Sombra. Puso al descubierto la complicidad de la policía de Silao y de agentes ministeriales de Irapuato con El Marro. Para rematar distribuyó los videos de los interrogatorios y de las confesiones de sus integrantes hechas bajo tortura.
Silao e Irapuato aún están en llamas, pero si siguen el rumbo de otros municipios como Abasolo, San Luis de la Paz y Guanajuato capital (en donde el número de homicidios ha bajado de forma significativa) poco a poco la pax narca impuesta por el CJNG permitirá que los habitantes vuelvan a las actividades que realizaban antes de la guerra. Pero si se replica el escenario que se vive en Salamanca y Celaya, las medallas que el grupo de élite se ganó en Silao e Irapuato, tendrán que ser refrendadas por nuevos operativos para terminar el trabajo que dejaron inconcluso.
CELAYA, CIUDAD SITIADA
Como ya se comentó en otro momento, desde hace meses el CJNG lanzó un ataque directo en contra de la ciudad de Celaya. No sólo envió a un ejército de invasión, que llegó desde Salamanca. Atacó la retaguardia de las células del Marro estacionadas en esa ciudad, con un amplio arco y rodeo que sus tropas realizaron para atacar desde la zona de los Apaseos. La ciudad cajetera está siendo atacada desde dos frentes. Sucesivas incursiones del CJNG, hasta el momento, no han podido doblegar a la “heroica” defensa que el Marro ha realizado de la que él considera su ciudad. La llegada de 700 efectivos de la Guardia Nacional, sin duda tendrá un impacto en el desarrollo del conflicto. Con cierta ingenuidad las autoridades piensan que quizá la FGE, las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE) y la Guardia Nacional lograrán la paz en la ciudad. El efecto será de otro tipo.
Todo depende del tipo de actividades que la Guardia Nacional desarrolle. Si la Guardia realiza labores de inteligencia, contrainteligencia y localización de objetivos, la guerra se recrudecerá. El Marro lanzará un contraataque para minar las capacidades de sus oponentes, ya sea en Celaya o en ciudades bajo el control del CJNG. Pero si la Guardia Nacional solo llegó para realizar operativos de patrullaje y presencia disuasiva, entonces quienes se verán impedidos para continuar con la ofensiva serían los efectivos del CJNG. La presencia de la Guardia Nacional le permitiría el CSRL reorganizarse aprovechando el cese al fuego y una virtual tregua.
Bajo cualquier escenario no se alcanza a apreciar de qué manera 1,200 efectivos podrían poner fin o imponer una disminución de los balaceras, ejecuciones, cobros y extorsiones que azotan a la ciudad.
QUÉ HUBIERA PASADO SÍ…
Luego de este largo recorrido por varias de las batallas y teatros de disputa de la guerra es inevitable hacerse una pregunta contrafactual: ¿Qué hubiera pasado si gobierno del estado hubiera combatido con todo su poder de fuego al CJNG en el inicio de su invasión al estado de Guanajuato? ¿En cuál situación nos encontraríamos actualmente si el gobernador Miguel Márquez hubiera eliminado las cabezas de playa que el Mencho estableció en el año 2013 en la entidad? A la luz de los hechos subsecuentes queda claro que si Guanajuato tenía una oportunidad para evitar la penetración del CJNG era muy al principio de la guerra. Es decir, cuando la invasión estaba en su fase preparatoria. Cualquier intento por hacerlo después estaría condenado al fracaso.
También vale hacerse la pregunta contraria, ¿Por qué Carlos Zamarripa permitió que el CSRL creciera tanto en la zona de Villagrán, Celaya, Salamanca y los Apaseos? ¿Cómo es que nadie se percató de la fuerza que estaba acumulando José Antonio Yépez, al grado de financiar campañas y comprar candidatos? ¿Por qué no se estableció una estrategia de combate-negociación con él, si no había condiciones para aprehenderlo? ¿De verdad el monto de los sobornos para subprocuradores y comandantes de las FSPE fue tan grande como para provocar un nivel de ceguera que impidió percibir que estaban incubando un conflicto inmanejable en el mediano plazo?
Todavía hasta hace algunos años tanto la PGE como las FSPE tenían la capacidad para mantener a raya y limitar las actividades delictivas de grupos del narcotráfico como los Zetas o La Familia Michoacana. Por ejemplo, en los tiempos de Juan Manuel Oliva, Gobierno del estado había frenado y combatido el crecimiento del PRD en el sureste de Guanajuato. En Palacio de Gobierno siempre se supo que el triunfo de los candidatos perredistas en Acámbaro, Valle de Santiago, Santiago Maravatío, etc., traería consigo la instalación de células del narco michoacano, que eran quienes normalmente financiaban las campañas de los candidatos del sol azteca. Incluso para regresarles la “cortesía”, el PAN operaba con dinero, despensas, abogados y operadores políticos en el municipio de La Piedad Michoacán. Si los narco-perredistas conquistaban Acámbaro, el panismo guanajuatense les impediría ganar en La Piedad. Era la política del ojo por ojo.
Incluso en 2011, en el trienio del alcalde perredista Gerardo Silva, la Procuraduría General del estado aprehendió al director y subdirector de la policía municipal de Acámbaro, detuvo y desarmó a todos los elementos de la policía municipal y estuvo a nada de iniciar el proceso de destitución del presidente municipal, por su presunta colaboración con La Familia Michoacana ¿Qué pasó después? ¿Dónde quedó toda esa contundencia, rapidez y reflejos para combatir primero al Marro y después al CJNG? Quizá las respuestas a algunos de esto enigmas las tendremos de manera indirecta en las memorias no escritas de muchos de los actores que vivieron y protagonizaron estos episodios.
Pero todavía hay una historia pendiente por contar. Frente a todos estos movimientos, planes de guerra, ataques y contraataques de los cárteles, ha habido movimientos análogos de la Fiscalía General del Estado, de la Fuerzas de Seguridad Pública, de la Marina y ahora de la Guardia Nacional. A diferencia de los movimientos realizados en el tablero por los generales del narco, las respuestas de las fuerzas de seguridad pública siempre han tenido una fuerte dosis de improvisación, imperativos mediáticos para apaciguar a la opinión pública y en general han sido de carácter esencialmente reactivo.
Quienes están marcando el ritmo de la guerra son los barones de la droga, la extorsión y el secuestro. A cada movimiento de los cárteles hay una acción y respuesta espejo. Pero sobre la comedia de enredos y equivocaciones en las que han incurrido las fuerzas estatales y federales, en sus operativos de captura, despliegue de efectivos y recuperación de territorios, nos referiremos en una siguiente entrega.