La gran estrella de la música, ese hombre que una vez que vino a México le preguntábamos ¿qué opina de Ray Charles, de Miles Davis, de John Coltrane? «Son todos músicos que extraño, mis amigos». Es uno de los pocos estadounidenses en ganar el Grammy, el Emmy y el Oscar. Fue productor de cine con El color púrpura, hizo mucha música para cine (entre ellos A Sangre Fría). Hoy está en el final de su vida, acompañado de sus siete hijas, una de las cuales, Rashida Jones, dirigió este documental junto con Alan Hicks.
Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo).- “No se puede vivir sin agua y sin música”, dice en un momento del documental Quincy Jones, la gran estrella de la industria, no sólo el que perteneció a Mercury Records, sino el que sacó de su letargo musical a Frank Sinatra y el que hizo «Thriller», junto a Michael Jackson.
Sabemos poco del documental. Lo hizo su hija, Rashida Jones y es el retrato de ella, al que siempre lo verá como padre, un hombre anciano que se pelea con la diabetes a diario, que no debe cansarse pero tiene miles de actividades, que no debe beber y sin embargo le encantan los martinis y los whiskys.
Quincy, que se estrenó el 21 de septiembre, muestra a los hijos de quien fuera el gran productor musical de la industria del jazz y del pop del siglo XX, un hombre que ha tenido a muchas mujeres, hijos con cada una y amigos queridísimos que ya no están, como Ray Charles, Miles Davis o Michael Jackson, sólo por nombrar a algunos.
“No podía controlar a los blancos que me insultaban cuando caminaba solo, no podía controlar a mi madre enferma (su progenitora fue enviada a un hospicio cuando él tenía 7 años), pero podía controlar a la música”, dice Jones, quien viaja en sillas de ruedas, con asistentes, pero tiene a los 85 años una lucidez demoníaca, que le hace entender los sonidos del presente, sin dejar de pensar en todo su legado.
Cuando se encuentran con Chick Corea y Herbie Hancock, les cuenta que ha dejado de tomar, que ahora ha seguido el consejo de Herbie y que casi se muere por las cirugías cerebrales. “El ego es inseguridad disfrazada”, le dice con plena seguridad a su hija, aunque no niega que la confianza es lo que le permite manejar su arte.
Fue también productor de cine, con El color púrpura, eligiendo él mismo a Oprah Winfrey para ese papel memorable y convenciendo a Steven Spielberg para que sea el director.
Este miembro del Salón de la Fama del Rock n’ Roll, ganador de múltiples premios entre los que destacan los Emmy, Grammy y los Oscar, ha producido recientemente una ceremonia en el Instituto Smithsoniano Afroamericano, donde habló Barack Obama y donde él fue aplaudido a rabiar.
“Francia me hizo sentir libre como artista y como negro”, recuerda cuando fue a estudiar con Nadia Boulanger y también evoca sus fracasos, como querer financiar a una big band en Europa, para un show llamado Free and Easy, algo que lo desmoronó y provocó su regreso a Nueva York.
Todos sus hijos aparecen y lo acompañan, de lejos se ve Kenya, la niña de Nastassia Kinsky, quien fuera esposa de Quincy durante 10 años, pero es de la única mujer que no habla y a la que Rashida no muestra. Como se sabe, la Kinsky no quiere aparecer en los medios y es muy rigurosa con ese tema, por lo que debe de haberle prohibido a la documentalista mencionarla.
Como sea, Quincy ha hecho mucho por la música. Lo llamaban «Q» y en estos tiempos, dice que el rap se parece mucho al bebop. No se sabe si aparecerá un productor tan versátil como él y que haya tenido tantos éxitos con Frank Sinatra, con Ray Charles, con Michael Jackson, con U2. Su trabajo en la música del cine es muy valiosa, con filmes muy importantes como El prestamista, A sangre fría, Ironside, Al calor de la noche…
Siempre dice que todo lo logrado en su vida, ha sido por no tener madre. “Nunca pude ser vulnerable”, admite.