¿Cómo podríamos definir el azar? Para Alberto Ruy Sánchez: “era un elemento de juego, de posibilidades combinatorias, de formas geométricas que se pueden alternar casualmente; formaba parte de un lenguaje y de unas matemáticas secretas. Ahora los pintores tienden cada vez más a enfatizar en el azar su rasgo de destino”.
Por Bárbara García
Ciudad de México, 19 de septiembre (SinEmbargo).- Desmenuzar el número trece de la revista Artes de México. El arte de la suerte es preguntarse, como Gabriel Zaid, ¿De qué manera ha sido pensado el azar en la tradición occidental?, ¿qué hay escondido en el azar que anima debates milenarios sobre su naturaleza? y ¿es el azar otro nombre de Dios? Todas estas preguntas son necesarias para adentrarnos en el pasado y origen pictórico del azar en occidente y ver, a través de la imagen, si en verdad: “nada es más peligroso para el hombre que un repentino cambio de fortuna”.
La idea del azar, como se nos ilustra en un inicio, es un concepto humano que es tan antiguo como la vida. Sin embargo, llegó a México en forma de naipes con la Conquista. Se rumoraba que Cortés mismo era un gran jugador de baraja. En Nueva España, las cartas eran más bien un pedazo de cuero de algún tambor donde se pintaban los distintos palos, números y caras. Todo esto a través de la necesidad de un entretenimiento y diversión.
De las cartas, derivaron diferentes modos de azar o la suerte: el juego de la lotería con cartones y la rifa de objetos y a pesar de la prohibición, era comunes, como nos menciona Artemio De Valle Arizpe. Además, en casi todas las poblaciones se jugaba la lotería, principalmente en los colmados y en las botillerías, sede también de otros pasatiempos que perseguían las autoridades. Por lo que surgieron versiones menos “dañinas” y más educativas como la lotería eclesiástica, juego ilustrado con figuras religiosas que tenían la intención de instruir a los feligreses en su credo y, tal vez, recaudar fondos para la misión católica.
Ante esto, como menciona Carlos Monsiváis, hubo quien se pronunció de manera sorpresiva, comentando si no era una absoluta irreverencia aparejar el sentido “chocarrero” de la lotería con la solemnidad debida a los símbolos sagrados. Los canónigos respondieron: “Hermanos míos, hijos, nada tiene de malo lo que se hace con el corazón limpio. En las intenciones anida el pecado, y Dios juzga el ánimo, porque lo está viendo”. Sin embargo, en cuanto la lotería se vio consumida por las falsificaciones y “malos usos” en general, se entregó a la Academia de San Carlos para que hicieran del azar un arte y tiempo después, un juego encauzado por el estado.
¿Cómo podríamos definir el azar? Para Alberto Ruy Sánchez: “era un elemento de juego, de posibilidades combinatorias, de formas geométricas que se pueden alternar casualmente; formaba parte de un lenguaje y de unas matemáticas secretas. Ahora los pintores tienden cada vez más a enfatizar en el azar su rasgo de destino”. Porque la fortuna no es sólo ciega, sino que ciega a quienes abraza.
¿Y el arte? Tal como menciona Lourdes Andrade, el surrealismo como corriente pictórica y estética, al proponerse crear “el mito colectivo propio de nuestra época”, otorga a México un lugar de excepción, y esto se inserta en una actividad a la que estos poetas y artistas dieron gran importancia; el juego de azar.
Por otro lado, el concepto del “azar objetivo”, asociado a Hegel y a Engels, remite a una situación en la que se esclarecen, según Bretón, las relaciones que existen entre la necesidad natural (fenomenológica) y la necesidad humana (psicológica). De manera que, súbitamente, vemos coincidir, como por arte de magia, hechos cuya superposición resulta sorprendente y de la cual se desprende un fulgor inusitado: el encuentro artístico, el más importante de ellos.
A manera personal, el azar pensado desde México es esa oscura deidad que tan misteriosamente irrumpe en nuestra existencia. A través de distintas imágenes que se anuncian como destino, donde se juega con la vida y a veces con la muerte. La fortuna y el azar es ese símbolo que unifica la diversidad. Siguiendo las palabras de Santo Tomás de Aquino, la fortuna y el destino siempre estarán por encima de todos, son parte de las distintas etapas del existir y de su constante mutación.