Desde hace dos décadas la milpa del Ejido de Río Playa en Tabasco no pudo sembrarse más por la salinidad que invadió la tierra. Los ejidatarios recurrieron a la siembra del manglar. Sus más de 200 hectáreas los ha proveído de mojarra y aire limpio al mitigar la contaminación de Pemex por sus mecheros a la redonda.
Ciudad de México, 17 de agosto (SinEmbargo).– Luego de que la salinidad en la costa mató a la tierra donde cultivaban milpa, ejidatarios de la reserva ecológica ejidal Río Playa, en el selvático norte de Tabasco, han sembrado desde 2006 más de 200 hectáreas de manglar, el cual además de proveerlos de mojarra mitiga las emisiones contaminantes de los mecheros de Petróleos Mexicanos (Pemex) que se ven en el horizonte.
«Alrededor están los mecheros y nos ha afectado, y a comunidades vecinas, porque hay temporadas en que hay lluvia ácida y perjudica lo sembrado. Actualmente está el proyecto de la refinería, lo que nos va a seguir afectando en cuanto a la contaminación porque, aunque digan que se van a utilizar las mejores técnicas, de todas formas van a contaminar tanto el agua como el aire», dijo vía telefónica uno de los ejidatarios que siembra este ecosistema, Remedios Hernández.
«Con los manglares es como contrarrestar parte de esa contaminación porque capturan dióxido de carbono y además son barreras que nos protegen de los huracanes», agregó.
Los manglares de México abarcan 905 mil 086 hectáreas en 17 entidades costeras. La extensión representa el 6.7 por ciento del total mundial y coloca al país en el cuarto lugar de las naciones que poseen este ecosistema sólo por debajo de Indonesia, Australia y Brasil, muestran cifras de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Tabasco ganó de 2015 a 2020 3 mil 815 hectáreas por lo que alcanza 49 mil 225 ha, de las cuales 9 mil 818 ha son áreas naturales protegidas como la reserva ecológica Río Playa.
A sólo ocho kilómetros de esa reserva, se construye frente al Golfo de México la refinería de Dos Bocas en el municipio de Paraíso, una zona pantanosa que –justo por la contribución del sector fósil al calentamiento global– quedará inundada en 2100 por el irreversible aumento del nivel del mar que iniciará en la entidad sureña desde 2030, lo que también causará salinidad, escasez de agua potable y cultivos muertos, de acuerdo con una estimación de Climate Central publicada en la revista científica Nature.
Juan Manuel Orozco, especialista en innovación social de Horizontes Creativos que ha acompañado a los ejidatarios, planteó que en Comacalco, municipio abajo de Paraíso, están teniendo problemas similares de salinización de las tierras relacionado con el aumento del nivel del mar, «pero lo de Río Playa fue muy drástico de un año para otro».
En medio de este panorama, la obra de la refinería sigue. La Secretaría de Energía (Sener), que hace unos días resaltó la construcción de un parque ecológico dentro de este proyecto fósil, informó que al corte de la semana pasada en el área de proceso se llevó el montaje de estructura de acero para la planta de coquización retardada a cargo de la empresa ICA.
«Tabasco es un ejemplo vivo de la destrucción del medio ambiente y el petróleo ha configurado la organización social de las comunidades. Los mecheros de Pemex están quemando gas todo el tiempo», afirmó el activista Juan Manuel Orozco. «Es bien fuerte el contraste de este foco de esperanza que es Río Playa, en un contexto de crisis global climática, a lado casi de Dos Bocas. [Para la refinería] se tiró más mangle de lo que han podido forestar los ejidatarios en más de diez años».
En Kalabogi, Bangladesh, debido al aumento de la salinidad del agua subterránea por el aumento del nivel del mar del Golfo de Bengala, sus habitantes carecen de agua potable durante la temporada de sequía, documentó una fotografía de una mujer que extrae agua de una tela extendida para captar lluvia, la cual fue tomada por K M Asad, uno de los fotógrafos premiados en el World Press Photo 2021.
«FUE TODO UN RETO»
La reserva ecológica Río Playa fue decretada como Área Natural Protegida el 29 de septiembre de 2004. Se veían pejelagartos, quelonios, mojarras, pijijes. Los ejidatarios como Rutilio y Remedios Hernández León consideran que el agua salada del Golfo de México se coló a las lagunas y arroyos desde el 2000 luego de que en el municipio vecino de Paraíso se abrió un canal para que entraran buques de Pemex, la novena petrolera más contaminante del mundo (23 mil 025 MtCO2, un indicador de gases de efecto invernadero), de acuerdo con Carbor Major 2020.
Se carece de suficiente material académico que avale esa atribución, pero el hecho es que en unos meses la sal dejó inerte al suelo del Ejido Río Playa de mil 137 hectáreas e imposibilitó siembras de maíz y frijol para autoconsumo y venta. Muchos dejaron el campo y, para subsistir, comenzaron a trabajar en carpintería o construcción.
«Anteriormente era un ejido donde se trabajaba el cultivo de la milpa y se tenían pastizales para la ganadería. Pero en el año 2000 comenzó a entrar la salinidad y terminó con todo. Todos los pastizales se murieron y ya no era posible la siembra de la milpa», evocó Remedios vía telefónica.
En unos foros de Nayarit, los ejidatarios se informaron sobre los beneficios de los manglares, los cuales pueden brotar y vivir en tierra salina, son una barrera natural contra huracanes y son sumideros de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero emitido por la petrolera y causante clave del cambio climático.
Después del «desastre», como lo llama Remedios, se pensó en ello. Desconocían cómo sembrarlo, pero sabían que se daba en agua salina. Se unieron cinco ejidatarios para empezar, pero fallaron al inicio.
«Fue todo un reto y cometimos muchos errores hasta llegar a saber cómo hacer los viveros para plantar mangle», recordó Remedios, quien ahora tiene 16 años de experiencia y resaltó que ahora llevan 200 hectáreas sembradas, más las 50 hectáreas que se han extendido de manera natural en el pantano.
«Ha sido mucho sacrificio el ir plantando. El Gobierno no ha apoyado. Por parte de Conafor nos dieron para sembrar mangle y nada más», dijo. «Pero a raíz del manglar hay mucha mojarra. De esa manera se están beneficiando las familias que llegan a pescar», aseguró.
Juan Manuel Orozco, de Horizontes Creativos, contó que los ejidatarios también se apoyaron de investigadores y funcionarios públicos. La primera siembra de mangle no se les dio porque subió el nivel del agua en la temporada de lluvias, pero volvieron a intentarlo con montículos contra la creciente.
«Cambiaron el machete por el cayuco, una especie de canoa, y el remo. Lo cuidan mucho porque en el mangle se reproducen varias especies y en la pandemia valoran mucho que, en medio de la crisis y el desempleo, pescaron muchísima mojarra, lo que fue una fuente de alimentación muy importante».
Sin embargo, se han encontrado con dos obstáculos: tala ilegal desde la raíz en los márgenes del ejido por lo lucrativo del carbón de mangle y se tapó un dren que complica el paso de la canoa por lo que han disminuido a sólo una vez por semana las visitas al manglar para darle mantenimiento.
«Debido a que ya no podemos llegar tan seguido al manglar, porque es muy complicado por ser pantano, por la parte del norte del ejido están talando el mangle y también en otros ejidos», lamentó Remedios. «Es un peligro que tenemos ahí y ya lo hemos denunciado, pero se queda en la denuncia y no se actúa por parte de las autoridades».
Para desazolvar el dren, está en proceso la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) al tratarse de una reserva ecológica impulsada por un grupo de 44 ejidatarios que conforman la Sociedad de Solidaridad Social (SSS) denominada Los pochitoques.
«Hay futuro en el manglar, no en el petróleo», sentenció el activista Juan Manuel.