El tema de Salvar el fuego, última novela de Arriaga, surgió en 2001 o 2002, luego que un homicida brasileño le escribió una carta en diciéndole que en la cárcel donde era bibliotecario se peleaban por leer el único ejemplar que había de su novela El búfalo de la noche, publicada en 1999, en el que una muchacha se enamora de un joven esquizofrénico internado en un hospital psiquiátrico.
El escritor se comunicó con su editorial y mandaron varias decenas de libros a la cárcel brasileña. En su cabeza quedó retumbando lo que le dijo el reo: que las mentes de los presos eran liberadas por la lectura y la creación.
Por Gisela Salomon
Miami, 19 de mayo (AP).- Al escritor mexicano Guillermo Arriaga le gusta improvisar. Cuando empieza sus novelas sólo tiene una idea general de lo que quiere contar, tal vez algún personaje, pero no mucho más que eso. Los detalles van surgiendo a medida que avanza.
Así sucedió también con su más reciente obra, Salvar el fuego, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2020, uno de los más prestigiosos de la lengua hispana. Todo lo que sabía era que quería escribir una historia sobre una mujer casada, con una posición económica acomodada, que se enamoraba de un preso.
“Eso era todo lo que sabía”, dijo Arriaga en una entrevista reciente por Zoom desde México. “Yo quería contar una historia de amor. Punto. Nada más”, remarcó tras indicar que no toma notas ni hace dibujos para recordar lo que quiere contar. Todo lo guarda en su mente, y si no vuelve a aparecer, es porque no merece ser contado.
Al avanzar con la trama se fueron agregando capas que ni siquiera él sabía que estaban ahí.
“Los escritores somos vehículos de las historias y las historias nos susurran, nos hablan, nos dicen lo que quieren”, explicó Arriaga, también escritor de películas como Amores perros, 21 Grams (21 gramos) y Babel, por la que fue nominado al Oscar al mejor guion, además de The Three Burials of Melquiades Estrada (Los entierros de Melquiades Estrada), que le mereció un premio en el Festival de Cine de Canes.
En el caso de Salvar el fuego, el tema estuvo unos 15 años en su cabeza. Surgió en 2001 o 2002 —no recuerda con exactitud— luego que un homicida brasileño le escribió una carta en portuñol diciéndole que en la cárcel donde era bibliotecario se peleaban por leer el único ejemplar que había de su novela El búfalo de la noche, un triángulo pasional publicado en 1999 en el que una muchacha se enamora de un joven esquizofrénico internado en un hospital psiquiátrico (el libro fue llevado al cine en 2007 como una película en inglés, The Night Buffalo).
“Esa carta me marcó mucho”, contó Arriaga, quien ha publicado anteriormente las novelas Escuadrón Guillotina, Un dulce olor a muerte y Salvaje, además de la colección de cuentos Retorno 201.
El escritor se comunicó con su editorial y mandaron varias decenas de libros a la cárcel brasileña. En su cabeza quedó retumbando lo que le dijo el reo: que las mentes de los presos eran liberadas por la lectura y la creación.
Nunca más supo de ese preso. Se quiso comunicar con él, pero tan bien guardó su carta que no pudo encontrarla más. Ahora ni siquiera se acuerda del nombre del criminal, ni el de la cárcel. Pero cuando llegó el momento de escribir una nueva novela, esa fue la idea que prevaleció. Así surgió su más reciente libro, presentado ante el jurado de Alfaguara con el título original de El león detrás del cristal bajo el seudónimo de Isabella Montini.
Se trata de la historia de Marina, una coreógrafa con cierto prestigio, casada y con tres hijos, que se involucra en un amorío improbable con un hombre impensable. Salvar el fuego retrata dos Méxicos escondidos, en los que Marina, que pertenece a la clase social más alta, se relaciona con un hombre al otro extremo de la sociedad, en la cárcel.
El libro aborda las contradicciones de un país y de la propia naturaleza humana. Fue publicado en Latinoamérica en marzo y el martes sale a la venta en Estados Unidos.
Arriaga no quería que ninguno de los miembros del jurado tuviera si quiera la sospecha de que él era el autor.
Temía que la temática de la infidelidad, que ya estaba presente en sus cuatro novelas anteriores y en algunas de sus películas; el hecho de que la historia transcurría en el norte de México, y su forma de describir en busca de que el lector sienta y experimente lo que él está contando, revelaran que él la había escrito.
Por eso decidió presentar el libro como si fuera escrito por una mujer, incluso con una dedicatoria a su esposo y el hijo que tuvo nueve meses en su vientre. El libro, además, está narrado en primera persona por una mujer.
“Quería ganarme el premio de la manera más legal posible”, dijo Arriaga, quien a pesar de haber escrito exitosas películas prefiere que no lo describan como guionista. “Que no tuvieran ni idea de que se trataba de mi”, agregó el también director y productor de cine.
Arriaga se tomó más de cuatro años para escribir la novela, y hubiese podido seguir. Es que su perfeccionismo es tal, que al terminar una obra vuelve a escribirla palabra por palabra, a veces cambiándola toda. Lo hizo seis veces.
“Nunca estoy contento con la obra final y me gustaría tener toda una vida para escribirla”, admitió. “Pero hay otras historias que contar, entonces hay un momento en que hay que soltarla”.