Los oftalmólogos nos advierten de que la exposición excesiva a la luz ultravioleta (UV) aumenta los riesgos de enfermedades oculares, tales como las cataratas, los tumores en el ojo, y el cáncer.
MADRID, 19 de mayo (Europa Press).– La exposición a la luz solar nos permite obtener beneficios para nuestro organismo como la síntesis de vitamina D o la activación de diferentes procesos metabólicos. Por ello, la luz solar es necesaria, pero siempre debemos ser prudentes. Igual que protegemos nuestra piel del sol, ¿por qué no proteger a nuestros ojos?
Los oftalmólogos nos advierten de que la exposición excesiva a la luz ultravioleta (UV) aumenta los riesgos de enfermedades oculares, tales como las cataratas, los tumores en el ojo, y el cáncer, según recuerda la Academia Americana de Oftalmología (AAO). «Los crecimientos de tejido en el ojo, tales como el ‘pterigión’, pueden aparecer en los adolescentes o jóvenes, especialmente en quienes hacen surf, esquiadores, pescadores, agricultores, o cualquier persona que pase largas horas bajo el sol del mediodía, o en condiciones de intensa radiación UV encontradas cerca de los ríos, océanos y montañas», advierte.
Enfermedades como cataratas oculares y cánceres pueden tardar además muchos años en desarrollarse, según indica la AAO, a la vez que advierte de que cada vez que salimos al sol sin protección podríamos estar agregando daño, que se suma a los riesgos de estos graves trastornos. «Los bebés y los niños deben usar sombreros y gafas de sol por esta misma razón. Las personas de todas las edades deben tomar precauciones cuando estén al aire libre», reconoce la entidad científica.
En este sentido, el doctor Carlos Vergés jefe del servicio de Oftalmología Hospital Universitari Dexeus de Barcelona recuerda que el espectro de la luz lo forman diferentes tipos de radiaciones, como la radiación ultravioleta, la radiación o luz visible, y la radiación infrarroja.
Centrándonos en la popular radiación ultravioleta (UV), el también director médico del Instituto Oftalmológico Quirónsalud Dexeus de Barcelona, de reciente creación, precisa que la UV se puede subdividir en radiación ultravioleta A (la mayor parte de UV que nos llega, responsable del bronceado y envejecimiento de la piel, y puede agravar efecto de radiación de la UV-B); la radiación ultravioleta B (nos llega en menor porcentaje pero puede causar quemaduras y dañar el ADN de las células); y los ultravioletas C (la más nociva para la vida, pero la mayor parte de esta radiación es absorbida por la capa de ozono).
A su juicio, en verano deberemos extremar la precaución porque existe una mayor radiación de luz UV, debido a la angulación del punto en el que nos encontramos respecto al Sol. Sin embargo, dice que existen otros factores que influyen en estos niveles de radiación, como el contenido de ozono existente, la altitud, o el nivel de contaminantes, por ejemplo. «Por ello, sea verano o invierno deberemos siempre prestar atención al cuidado de nuestros ojos ante la luz solar», insiste el experto.
PRINCIPALES ENFERMEDADES QUE SE PUEDEN GENERAR EN LOS OJOS
El también director médico de la clínica Área Oftalmológica Avanzada de la ciudad condal precisa que la capa de ozono nos ayuda a filtrar parte de las radiaciones nocivas, y en nuestro sistema ocular también disponemos de otros filtros naturales de protección como la conjuntiva, la córnea y el cristalino, encargados de absorber parte de la luz ultravioleta. «A pesar de ellos, no somos indestructibles y este tipo de radiaciones pueden generar alteraciones en los ojos si no somos prudentes», advierte y cita con ello:
1.- Pterigium: Se trata de un crecimiento de tejido fibrovascular que invade la córnea. Produce sensación de cuerpo extraño, irritación, y en casos extremos puede llegar a limitar la visión. Suele encontrarse más frecuentemente en países con mayor exposición solar, y el tratamiento es la eliminación de ese tejido anómalo mediante cirugía.
2.- Conjuntivitis: Inflamación de la conjuntiva que provoca irritación, picor y lagrimeo.
3.- Queratitis: Inflamación de la córnea que provoca dolor, sensación de arenilla en los ojos, posible visión borrosa, o fotofobia dependiendo de la gravedad.
4.- Cataratas: Pérdida de transparencia en el cristalino que se produce con el paso de los años, afectando a la agudeza visual, y a la calidad visual. La radiación UV puede acelerar su proceso de formación. El tratamiento requiere de la cirugía para la sustitución de ese cristalino por una lente intraocular artificial.
5.- Degeneración Macular y afectaciones en retina: Las alteraciones de retina pueden ser frecuentes con la edad pero la exposición a la luz solar es una factor de riesgo añadido, aumentando el riesgo de padecerlas. Algunas de estas patologías pueden provocar la ceguera, o una pérdida severa de la visión.
RECOMENDACIONES PARA NUESTROS OJOS FRENTE A LA LUZ SOLAR
Con todo ello, el doctor Verges recomienda:
1.- Nunca debemos mirar directamente al Sol y mucho menos intentar mantener la fijación de forma prolongada. Puede generar ‘quemaduras’ o lesiones graves en la mácula (zona central de la retina). Otras fuentes luminosas intensas también pueden emitir dentro de su espectro de luz un porcentaje de radiación que sea peligrosa. Por ello, no se aconseja mirarla fijamente, y menos a una distancia muy próxima. Un deslumbramiento puede ser algo leve y temporal, pero también puede generar lesiones permanentes.
2.- Utilizar gafas de sol homologadas. Para situaciones en las que nos llega radiación solar reflejada de un plano horizontal, como las actividades en la nieve o en el mar, pueden resultar beneficiosas las gafas polarizadas. Existen diferentes categorías de lentes solares dependiendo del nivel de absorción que presentan. Es aconsejable consultar a su óptico-optometrista cuál es la lente más adecuada según sus necesidades.
3.- Las épocas de mayor exposición solar suelen asociarse con mayor frecuencia a actividades al aire libre y a actividades acuáticas. Por ello los usuarios de lentes de contacto deben extremar las condiciones de higiene, y el uso según las directrices de su contactólogo.
4.- Existen muchas patologías en las que una detección precoz es clave para el éxito en su tratamiento, y que incluso pueden verse agravadas por la exposición solar. Por ello es muy importante realizar revisiones periódicas con su oftalmólogo.»