El Fondo Monetario Internacional (FMI) «monitorea» la situación de Brasil después del escándalo de corrupción que esta semana salpicó directamente al Presidente Michel Temer y consideró que todavía es «pronto» para realizar un diagnóstico sobre las consecuencias que la nueva crisis tendrá en el campo económico.
Sao Paulo, 19 mayo (EFE).- América Latina y el Caribe se recuperan de una recesión a escala regional, pero las perspectivas son más débiles que las proyectadas hace unos meses, según informó hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI), que consideró poco posible un «contagio» de la crisis brasileña.
La recesión, según el organismo, oculta resultados diferentes entre los distintos países, con un crecimiento relativamente vigoroso en América Central, «contradicciones profundas» en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, y una avance en general moderado en el resto de la región.
Así se desprende del informe «Las Américas. Historia de dos ajustes», presentado hoy por directivos del FMI en un encuentro celebrado en la escuela de economía Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo.
El director del departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, estimó que, de acuerdo con la experiencia de crisis anteriores, el nuevo escándalo que ha sacudido Brasil no tendría por qué afectar a otros países de América Latina y el Caribe.
«Las economías de la región están bien ubicadas, en términos de que tienen suficiente espacio de maniobra, reservas internacionales y salud en las hojas de balance de los bancos y las principales corporaciones», aseguró.
Y añadió: «Cuando hubo la crisis política de Brasil hace dos años, o la volatilidad de México ante la incertidumbre sobre la posible renegociación del tratado de libre comercio, el impacto regional fue limitado».
La proyección de crecimiento para América Latina y el Caribe es de 1.1 por ciento este año y del 2 por ciento para 2018, mientras que a medio plazo se sitúa moderada en el 2.6 por ciento.
El Fondo Monetario advierte que en un contexto «lleno de desafíos» la región debe apuntalar los ajustes fiscales y externos con el fin de preservar y reponer los márgenes de maniobra y apostar por una política monetaria flexible en los países en los que la inflación sigue una tendencia a la baja.
En Suramérica, donde existen «marcadas recesiones» en algunas de sus principales economías, como Brasil, el organismo considera «necesario» que continúen realizándose esfuerzos para reducir las distorsiones internas, resolver la incertidumbre sobre las políticas, mejorar la gestión del gobierno e impulsar reformas estructurales.
Werner señaló que el FMI «monitorea» la situación de Brasil después del escándalo de corrupción que esta semana salpicó directamente al presidente Michel Temer y consideró que todavía es «pronto» para realizar un diagnóstico sobre las consecuencias que la nueva crisis tendrá en el campo económico.
El directivo precisó que en las próximas semanas el organismo seguirá de cerca los acontecimientos de Brasil con el fin de evaluar futuras proyecciones económicas, aunque por el momento mantendrá sus pronósticos.
«Hay que tener cautela. Vamos a ver cómo las cosas se desarrollarán y con las cosas más claras evaluaremos las proyecciones económicas», aseguró.
Según el FMI, el Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil avanzará un tímido 0.2 por ciento este año y escalará al 1.7 por ciento en 2018, después de dos ejercicios consecutivos en números rojos por primera vez desde la década de 1930.
La economía del país suramericano cayó un 3.8 por ciento en 2015, su mayor tropiezo en un cuarto de siglo, y perdió un 3.6 por ciento en 2016, hundiéndose en una profunda recesión.
Para el FMI, las perspectivas para América Central y México se ven afectadas por su exposición a Estados Unidos a través de la vinculación del comercio, la migración y la inversión extranjera directa.
En ese sentido, resalta la entidad, resulta crucial preservar la estabilidad macroeconómica y la confianza del mercado en un entorno de elevada incertidumbre.
Sobre el Caribe, el FMI destaca que las perspectivas están mejorando, pero precisa que la deuda del sector público sigue siendo un importante factor de vulnerabilidad.