La relación con un recluso condenado por robo a mano armada empezó en 2019, cuando Scarlett Aldrich, que ahora tiene 22 años, trabajaba en una prisión británica de máxima seguridad.
Ciudad de México, 19 de abril (RT).- Una oficial de prisión británica mantuvo una relación romántica con un recluso, lo que le ha costado esta semana una condena de 10 meses de prisión, informan medios locales. Un tatuaje que llevaba la mujer con el número de la celda del preso fue la pista que puso al descubierto su relación.
Scarlett Aldrich, que ahora tiene 22 años, trabajaba en la prisión de máxima seguridad HMP Full Sutton, cerca de York, en 2019, cuando comenzó su relación con un recluso condenado por robo a mano armada, identificado únicamente como Jones.
Aldrich, cuya madre y padrastro son agentes de policía, fue vista por primera vez hablando con Jones en el taller de la prisión en agosto de 2019. Luego, la pareja comenzó a charlar hasta durante dos horas seguidas, y, en determinado momento, la joven le pasó de contrabando un teléfono móvil y una tarjeta SIM al recluso para que pudiera contactarla.
El comportamiento de Aldrich con el preso fue descrito como «de coqueteo», según el fiscal Ayman Khokar, quien asegura que otros reclusos habían comentado sobre la «cercanía entre los dos». Un colega de Aldrich le advirtió sobre los peligros de su conducta, pero la oficial no le hizo caso.
En un primer momento, Aldrich negó ante la Policía su relación con Jones. Luego, el personal de la prisión encontró en la celda del recluso cartas de amor, una de las cuales contenía una imagen de un tatuaje con el número de su celda. Durante una revisión médica a Aldrich, se descubrió el mismo tatuaje en la parte superior de su muslo izquierdo.
La joven admitió el cargo por mala conducta en un cargo público, así como por contrabandear un teléfono móvil y una tarjeta SIM en la prisión.
El juez John Thackray QC declaró que sus acciones habían «puesto en peligro la seguridad de la prisión», y recordó que la mujer desarrolló una relación cercana con un recluso a pesar de haber recibido capacitación sobre «los peligros obvios» de hacerlo.