Por el caso Berlinah Wallace está procesada; es acusada de echar un líquido corrosivo en el rostro del joven mientras dormía, lo que le generó dolores durante más de un año. Tras el ataque, Van Dongen sufrió quemaduras en 83 por ciento de su cuerpo.
Ciudad de México, 19 de abril (RT/SinEmbargo).- Un joven británico eligió poner fin a su vida en una clínica de eutanasia tras padecer durante 15 meses un sufrimiento físico y psicológico insoportable, causado por quemaduras con ácido sulfúrico que le inflingió su ex novia en medio de un ataque de celos. O al menos eso es lo que asegura la fiscalía en el juicio por este caso, que actualmente se está llevando a cabo en la corte de Bristol, Reino Unido, informa The Guardian.
El incidente ocurrió en la madrugada del 23 de septiembre de 2015, cuando Mark Van Dongen, el ahora fallecido, se encontraba durmiendo en la cama. Entonces Berlinah Wallace, ex pareja de la víctima, ingresó a la habitación y vertió el líquido corrosivo sobre el rostro de Van Dongen, mientras reía y exclamaba: «Si yo no puedo tenerte, nadie más podrá hacerlo», sostiene Adam Vaitilingam, el abogado querellante.
El ácido «cubrió su cara y la parte superior del cuerpo», pero a medida que Van Dongen se sacudía de dolor, el líquido «se dispersó hacia su parte inferior», relató Vaitilingam. Y agregó que el joven, «cubierto de ácido ardiente», corrió en ropa interior hacia la calle «pidiendo ayuda a los gritos», hasta que fue ayudado por un vecino que lo metió bajo una ducha y llamó a los servicios de emergencia.
Man died at euthanasia clinic after ‘jealous girlfriend threw acid at him’ https://t.co/K0J6hWCXNO
— Metro (@MetroUK) April 19, 2018
Tras el ataque, Van Dongen resultó con el 83 por ciento de su cuerpo quemado y quedó paralizado del cuello para abajo. Además, el joven perdió por completo la vista de un ojo y casi la totalidad de la visión del otro, aparte de sufrir la amputación de su pierna izquierda. «Su rostro y la mayor parte de su cuerpo quedaron con cicatrices grotescas», resumió Vaitilingam.
Finalmente, tras una larga batalla contra su agonía, en enero de 2017 Van Dongen obtuvo el permiso para someterse a una eutanasia en Bélgica, donde residía su familia.
Por su parte, Berlinah Wallace, quien previamente había realizado búsquedas en internet sobre casos de ataque con ácido, asegura haber pensado que el vaso que arrojó en la cara de Van Dongen contenía agua. La acusada sostiene que fue el propio fallecido el que puso ácido sulfúrico en el recipiente, con la idea de dárselo a beber junto con sus pastillas.