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Redacción/SinEmbargo

19/04/2017 - 7:13 am

Las dudas del caso Duarte / Delfina en la mira / El Chapo, la película

Conforme van avanzando los días, la desconfianza por captura de Javier Duarte va en aumento, al igual que las preguntas en torno al caso, si bien el actuar de las autoridades al solicitar la extradición del ex mandatario veracruzano sigue siendo cuestionado por los ciudadanos, así como la falta de acciones en contra de la ex primera dama verecruzana, Karime Macías, la nueva pregunta que ha comenzado a hacer eco es: ¿cuánto tiempo pasaría en la cárcel el ex Gobernador priísta si llegara a ser encontrado culpable de los delitos de los que se le acusa?

Las dudas del caso Duarte
Conforme van avanzando los días, la desconfianza por captura de Javier Duarte va en aumento, al igual que las preguntas en torno al caso, si bien el actuar de las autoridades al solicitar la extradición del ex mandatario veracruzano sigue siendo cuestionado por los ciudadanos, así como la falta de acciones en contra de la ex primera dama verecruzana, Karime Macías, la nueva pregunta que ha comenzado a hacer eco es: ¿cuánto tiempo pasaría en la cárcel el ex Gobernador priísta si llegara a ser encontrado culpable de los delitos de los que se le acusa?. Al respecto en El Universal, el periodista Salvador García Soto, escribe que: «la duda parte del escepticismo que provoca en la población las prácticas extralegales que históricamente hay en los juicios a figuras de la política, que rara vez llegan a prisión o a completar una condena porque son liberados, ya sea bajo fianza o por acuerdos políticos […]. Un análisis de abogados penalistas sobre los delitos de que acusan a Javier Duarte, tanto en la orden federal por delincuencia organizada y lavado de dinero, como en las órdenes estatales por enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal, tendrían penas máximas que van de los 14 años, en el caso de lavado, enriquecimiento y peculado, y hasta 30 años en el de delincuencia organizada que es el más grave. Las condenas, acumulables y purgables de manera sucesiva, llevarían, en el supuesto que a Duarte lo declararan culpable de todos los delitos que le imputan, a una pena total de cárcel por 72 años […]. A las sospechas se suma ahora otra: ¿por qué si el gobierno de Guatemala reconoció que Duarte entró de manera ilegal a su país, la PGR de Raúl Cervantes no aprovechó su situación migratoria para promover su inmediata deportación o expulsión, en términos de la legislación y tratados en esa materia? Era la vía más rápida y segura para traer al ex Gobernador a México e iniciarle de inmediato el juicio en el nuevo sistema penal. Pero en vez de eso, la Procuraduría decidió recurrir a la extradición, como si la estancia del político veracruzano en territorio guatemalteco hubiera sido legal […]. Y otra vez la suspicacia por ‘pactos’ o ‘estrategias pactadas’, porque con una extradición que aún puede llevar meses, el gobierno peñista parece seguir administrando el tema Duarte con intenciones muy distintas al “golpe a la impunidad” que presumen. Lo dicho ‘No hay chile que les embone’, dijera el estadista».

Otra de las interrogantes del caso, es lo referente a la información que el ex Gobernador podría revelar respecto a la red de corrupción que lo protegió, entre otras cosas. Por ello en Milenio, el periodista Ricardo Alemán, se pregunta ¿Por qué temen que hable Duarte?, y el mismo responde que: «todos o casi todos los que hablan de Javier Duarte dicen […] que se trata de uno de los más grandes pillos de los tiempos modernos. Sin embargo, a muchos de esos que ‘de dientes para afuera’ mientan madres contra Duarte, repentinamente ‘les tiemblan las corvas’ ante la idea de que […] el ex Gobernador decida ‘cantar’ […]. Bueno, en una de esas, y hasta ‘el canto’ de Duarte es capaz de tirar una que otra candidatura presidencial, por decir lo menos. Por eso el miedo de muchos a que Duarte revele todo lo que sabe sobre la ingeniería financiera, política, mediática y electoral de un gobierno como el suyo, que fue diseñado milimétricamente para saquear dinero público […]. ¿Quién le teme a Javier Duarte? ¿Por qué le temen? 1. […] ¿Por qué el miedo de AMLO a que hable Duarte? […] Porque Duarte sabe la verdad sobre el explosivo crecimiento de Morena en Veracruz y otras entidades. […]. Claro, AMLO se cuidó de aclarar que si ocurre esa declaración, ‘nada es cierto’. Y, en efecto, nadie podrá probar nada de la alianza AMLO-Duarte. ¿Por qué? Porque una alianza como esa y sus costos políticos y económicos no la pactan ‘los machochones’, sino ‘los achichincles'[…]. 2. Como ya se dijo, Duarte diseñó una acabada ingeniería financiera para el saqueo de Veracruz. Los detalles de ese diseño involucran a servidores, empresarios, políticos y medios de comunicación de Veracruz […]. 3. […] Todos saben que un Congreso local es ‘par’ del Ejecutivo estatal. Por tanto, el Congreso debe ser contrapeso y sus funciones básicas son la transparencia y el combate a la corrupción […]. La complicidad es de todos […] ¿Dónde estaban senadores y diputados federales de todos los partidos, que representan a Veracruz, durante el saqueo? […] 4. Es muy grande el riesgo de un atentado contra Duarte […], sobre todo porque existen evidencias de vínculos con el crimen organizado […]. 5. Pero, sobre todo, el miedo a que el locuaz Duarte se convierta en “ventilador” […] se extiende a parientes y amigos […]. Del tamaño del saqueo que operó Duarte en Veracruz es el tamaño de sus enemigos y del miedo que tienen de que hable. Es del mismo tamaño del peligro que corre en una cárcel».

El papel de la esposa Duarte durante la fuga, así como a lo largo de su gobierno, es retomada en El Universal, el periodista Ricardo Rocha, escribe que: «desde luego que sería injusto acusarla de portación de marido prohibido. Pero no es su caso: Karime Macías Tubilla era el poder tras el trono […]. De familia rica, sorprendió a todos al fijarse en un simpático gordito de clase media baja llamado Javier Duarte cuando estudiaron y se graduaron en Derecho en la Universidad Iberoamericana; donde, por cierto, fungió de cupido su amigo Moisés Manzur que luego cobraría con creces sus gestiones. Más tarde, Karime haría una maestría y doctorado en la Universidad Complutense de Madrid en la especialidad de Asistencia Social. Todo indica que se trajo esos conocimientos para convertir en negocio tan noble propósito. Los cercanos refieren que Karime fue fundamental en la carrera política que […] llevaría a Duarte a la gubernatura […]. Poco a poco las mieles del poder endulzaron su ambición: armó un equipo de ocho ‘cerebros’ incondicionales en su propia oficina dentro de la casa de gobierno […]. Ahí mismo se fraguó todo un entramado de corrupción que incluyó a las celebérrimas 600 empresas fantasmas. Para soportarlo, Macías Tubilla hizo que ‘Javidú’ nombrara a decenas de parientes en cargos públicos que le reportaban directamente a ella […]. Sólo los muy torpes, los muy ingenuos, los muy necios o los muy interesados podrían negar que muchos de esos dineros del erario público veracruzano fueron a parar en la compra de mansiones en Estados Unidos, Centroamérica o Europa, lo mismo que en las tiendas de Nueva York donde Karime gastaba escandalosamente. Por esas y otras razones la gente en Veracruz está indignada porque, a pesar de la detención de Duarte, Karime y su parentela gozan de absoluta libertad […]A ver: Javier Duarte de Ochoa es el peor Gobernador en la historia de este país […]. Pero Duarte nunca —salvo ahora— estuvo solo. Tenía a su lado a la que él tal vez veía como su blanca paloma. Que así también la miran los señores del gobierno federal, aumentando la sospecha de lo que sería un histórico suicidio político: un pacto deleznable con la listísima señora Karime». 

El debate sobre la deportación o extradición del veracruzano es abordado en el Excélsior, la periodista Yuriria Sierra, quien escribe: «que Javier Duarte no ha aceptado la extradición […]. Pasado el mediodía de hoy miércoles, Javier Duarte será captado por primera vez por una gran cantidad de medios de comunicación que desde la noche del sábado pasado, se han trasladado a la capital de Guatemala para ir en busca de las razones de aquella, su hoy ya icónica, sonrisa aún con las manos esposadas […]. Y es que al ex Gobernador se le tienen anotados en su expediente en nuestro país, los delitos de enriquecimiento ilícito, peculado, incumplimiento del deber legal, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita y delitos electorales. Ésos, sólo algunos. Pero… ‘En Guatemala, se aplica desde hace varios años el sistema penal acusatorio que otorga al inculpado amplios derechos y obliga a los tribunales a probar con algo más que dichos y testigos protegidos, los delitos por los que se puede condenar a una persona en prisión […]”, escribía ayer Luis Cárdenas en su columna de El Universal […]. Bastante bien estudiadas se tendría las rutas de escape, por eso se dijo que otro de los destinos a los que pudo haber huido era Canadá, con quien México no tiene acuerdos de extradición. Esto quiere decir que si Duarte es extraditado a nuestro país, sólo podrá ser juzgado por los delitos por los que fue requerido por la PGR a Guatemala: delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Las otras acusaciones […] no podrían formar parte de su expediente ni de su sentencia […]. O sea, de llegar extraditado a México, a Duarte lo tendrían que juzgar sólo por dos delitos y no por todas las denuncias que tiene pendientes. Sería procesado por casi, casi nada […]. Por eso que algunos están pidiendo que a Duarte no se le extradite, sino que se le deporte, lo cual podría ser posible si es que se comprueba que entró de manera ilegal a Guatemala, lo que obligaría al país a ejecutar su ley de migración. El asunto es que, como sabemos, la PGR pidió ya su extradición, y hoy sabremos si Duarte acepta el proceso o decide pelearlo desde un tribunal de Guatemala».

En tanto, en Milenio, el periodista Carlos Puig, escribe que: «el gobierno y sus voceros han mandado a poner el delirio de Javier Duarte en la caja de Andrés Manuel López Obrador. Sale. Lo que pasa es que los datos no dicen eso. Al menos los datos de la Auditoría Superior de la Federación […] diez, gracias a Leonardo Núñez. Estas son las observaciones al gobierno de Veracruz en tiempos de Duarte. En millones de pesos. 2011  47.6,  2012 en 9.4; 2013 9 mil 245.87; 2014, 14 mil 047.10 2015, 7 mil 704.30 en total   34,057.10 millones de pesos. Treinta y cuatro mil y cachito. Para quien no lo recuerde, 2013 fue el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto. El 2012 fue el último año de Presidencia de Felipe Calderón. Entre el dinero ‘observado’ en 2012 y el de 2013 por la Auditoría Superior de la Federación hay 98 mil por ciento de diferencia. Es decir. Déjenme, por hoy, creer en los datos, antes de creer en lo que me cuentan en un café. Lo que dice la Auditoría es que Javier Duarte se sintió comodísimo desviando dinero cuando llegó el PRI a Los Pinos. Y que en Los Pinos y su gabinete —todos priistas— estuvieron cómodos con las desviaciones de Duarte, porque la Procuraduría —priista— no se inmutó y otros siguieron yendo a saludarlo felices, mientras el estado se caía a pedazos. Nada se hizo contra Duarte hasta que una investigación periodística de Animal Político denunció una parte del abuso y, luego, el entonces candidato Miguel Ángel Yunes pusiera una denuncia frente a la fiscalía. Duarte se supo cinco años priista, parte de la nueva generación, según el Presidente, y así actuó. Nadie lo molestó. Todos disfrutaron. Y puede ser, no sería raro, pero no hay documentos que prueben, al mero final, que Duarte le dio una lanita a Morena para que el PRI ganara y, entonces, siguiera protegido. Y luego hay dos tuits de López Obrador. Tienen razón compañeros. Vamos sobre ‘El Peje'».

Delfina en la mira
Con las elecciones por la gubernatura del Estado de México cada vez más cerca, los candidatos están al pendiente de cada paso de sus contrincantes. En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que «en el PRI ponen cada vez más atención a la información sobre los recursos utilizados por Delfina Gómez, la candidata de Morena al gobierno del Estado de México, porque aseguran tener información respecto a la utilización de fondos provenientes de la Feria del Caballo de Texcoco, municipio del cual fue alcaldesa la abanderada de ese partido, así que buscarán que se aclare el origen del financiamiento a su campaña. ¿Será?»

El Chapo, la película
En un tema que podría parecer viejo, en El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, retoma que: «en enero del año pasado, el día que fue capturado por segunda vez en este sexenio Joaquín ‘El Chapo Guzmán’, una línea del discurso oficial desató el jugoso apetito de la prensa […]. Cuando fue presentado ‘El Chapo’ a los medios de comunicación […], se informó que se descubrió ‘la intención de Guzmán Loera de filmar una película biográfica, para lo que estableció comunicación con actrices y productores’. […]. No fue casual la mención aunque no se tratara de lo central del mensaje. Había dos factores. El primero: la víspera de la captura, llegó al gobierno federal mexicano la versión de que estaba por publicarse en la revista Rolling Stone de Estados Unidos un artículo del actor Sean Penn exhibiendo que él se había reunido con ‘El Chapo’ y que los detalles del encuentro los había acordado con el capo más buscado del mundo mientras el famoso artista se hospedaba en Nueva York en el mismo hotel en el que se quedó Peña Nieto durante una visita a la ONU. El golpe iba a ser seco, brutal. El segundo factor, según mis fuentes: juntar la captura de ‘El Chapo’ con el mundo del cine fue una estrategia colateral diseñada desde Los Pinos para despertar más el morbo del público y a la vez complicarle la vida a una actriz que había irritado al gobierno por sus relaciones políticas y sus declaraciones antiPeña Nieto […]: Kate del Castillo. Desde ese instante, el gobierno nutrió la versión de que la actriz había cometido un acto ilegal […]. Ha pasado más de un año y el gobierno federal, que en un inicio declaró públicamente que indagaba qué de ilegal había en la relación Kate-Chapo, nunca presentó una acusación formal. Está claro que no tienen nada contra ella: ni un peso de Guzmán Loera en la tequilera, tampoco en la posible película que se planeaba sobre la vida del capo. Y contactar y reunirse con ‘El Chapo’ en la clandestinidad cae dentro del terreno laboral y personal».

Sin Fiscal
La designación del Fiscal Anticorrupción en México aun se ve lejana y por ello, en el Excélsior, su columna de trascendidos, Frentes Políticos, asegura que «pasan las semanas y el panorama no se aclara para designar al Fiscal Anticorrupción en México. Hace un mes comparecieron en el Senado 23 candidatos y aún no se deciden por la mejor opción. Va para largo, los senadores siguen haciendo cuentas. El PRI y el PAN acordaron realizar, por separado, un primer filtro de candidatos y entrevistarlos con el objetivo de agilizar el nombramiento. Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priistas, dijo que con esta acción esperan que la próxima semana haya una definición. ‘Me imagino que el PT ya está haciendo su trabajo, que el Verde está haciendo su trabajo, que el PRD está haciendo su trabajo, el PAN lo va a hacer y el PRI lo va a hacer’, dijo. ¿Y si no?»

Conductor de BMW hace amigo en prisión
En El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: «el conductor del BMW que chocó en Paseo de la Reforma, en cuyo siniestro murieron cuatro pasajeros, tiene un nuevo amigo en el Reclusorio Preventivo Norte. Nos cuentan que Carlos Salomón Villuendas convive y se apoya con Benjamín Serment, actualmente bajo proceso penal por la muerte de su padre el cineasta León Serment. Hasta el momento, nos comentan, Salomón Villuendas dice que entró en una etapa de amnesia y no recuerda los hechos ocurridos el 31 de marzo. ¿Quiénes visitan al detenido del BMW? Nos dicen que su madre y hermana acuden al centro de reclusión y le llevan medicinas y revistas de automóviles, que le sirven de pasatiempo para las siguientes semanas. La juez Gloria Hernández Franco fijó dos meses para la culminación de la investigación del accidente que conmovió a habitantes de la Ciudad de México.

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