La célebre periodista mexicana presenta su nuevo libro de crónicas, Los placeres de los días, donde se permite la ligereza y una sana frivolidad para tratar temas como el baile, la lujuria por las harinas blancas y un retrato de la Latinoamérica entrañable a la que ha dedicado sus días y sus horas
Ciudad de México, 19 de marzo (SinEmbargo).- Entrevistar a Alma Guillermoprieto es entrevistar sin duda a quien podría ser considerada la mejor periodista mexicana, sobre todo si de periodismo narrativo, reporterismo esencial, se trata.
Su nombre está unido al auge que actualmente goza el periodismo narrativo: durante décadas, sus crónicas y reportajes han tendido puentes entre el público de habla inglesa y la compleja realidad de nuestro continente.
Su escritura lleva a sus lectores a conocer personajes extraviados en los confines de la globalidad, a emprender un viaje al corazón de la cultura que los hace posibles.
El encanto internacional de los ritmos cubanos: a través del exilio musical de Celia Cruz y del éxito del Buenavista Social Club, que rescató a grandes intérpretes de la isla. Los secretos de la cocina mexicana vista a través de los ojos y el paladar de una mujer que considera la comida como una forma de conocimiento.
El espectáculo de la lucha libre boliviana, donde hombres y mujeres, rudos y técnicos, se enfrentan para materializar los sueños propios y ajenos, fugazmente, sobre el cuadrilátero.
Esos son los temas que narra en su reciente libro Los placeres y los días, editado por Almadía. Se trata de un trabajo menos político aunque no por ello menos comprometido de situaciones y personajes que conforman la esencia de nuestra identidad.
Las ilusiones del latinoamericano, sus penurias, su fe, las expresiones que definen su espíritu bravo y aventurero, fiestero y perseverante, son el material de unas crónicas que dibuja con un estilo pulcro y una mirada sagaz.
En el encuentro con Puntos y Comas, el México de sus desvelos aparece con una sensación de pesimismo basado en la certeza de que durante 70 años, la dictadura del PRI ha tomado la corrupción como moneda de cambio, un legado del que resulta difícil escapar y que contamina la actualidad expresada a través de la “indiferencia absoluta” de los habitantes de este país doliente.
Es una Alma íntima que no duda en confesar que todo se lo ha dado a su oficio de contar historias y de estar cerca siempre de la gente, inspirada sobre todo por sus compañeros fotógrafos y regida por esa máxima de Robert Capa (1913-1954) cuando decía que “si la foto es mala es porque no estuviste lo suficientemente cerca”.
“Si no es tenso el reportear, es tenso el escribir y siempre son tensas ambas cosas”, dice la mujer que cuando ha tenido amores que han querido protegerla de su propia adrenalina, ha huido espantada.
“Ya nadie paga por una nota periodística”, acepta con resignación al describir los enormes obstáculos en que hoy se desarrolla el profesional de la noticia, mientras que con una entrañable muestra de fragilidad reconoce su incapacidad para medirse frente a la lujuria de los carbohidratos y se muestra rotundamente rendida a la magia de la danza, su oficio primero.
Quién es Alma Guillermoprieto: (Ciudad de México, 1949) inició su carrera en 1978 como reportera en América Central para el diario inglés The Guardian. Desde 1989 escribe sobre América Latina para The New Yorker y The New York Review of Books. Ha colaborado con el Washington Post, el semanario Newsweek y National Geographic, entre otras publicaciones de renombre internacional.
A petición del escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez (1934-2010) y Gabriel García Márquez (1927-2014), impartió el primer taller de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI. Ha recibido las siguientes distinciones: Premio Maria Moors Cabot en 1990, Premio a los Medios de la Latin American Studies Association 1992, Premio MacArthur Foundation Fellow en 1995, Doctorado Honoris Causa, Baruch University (2008), Cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara (2008) y Overseas Press Club Award 2009.
Coordinó el libro 72 migrantes (Almadía, 2011) y es autora de Samba (1990), El año en que no fuimos felices (1998), Al pie de un volcán te escribo (1995), Las guerras en Colombia (1999), Looking for History: Dispatches from Latin America (2001) y La Habana en un espejo (2005).
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