Pita Amor (1918-2000) era tía de Elena Poniatowska, quien en Polvo hace un prólogo de la poeta. Esta semblanza nos acerca a la vida de una de las autoras más transgresoras de la literatura mexicana del siglo XX. Además, fue una precursora de la liberación de la mujer en los años 50 en México.
Nacida en el seno de una familia conservadora, desafió las costumbres de su época. Fue madre soltera, tuvo una intensa vida amorosa y dudas existenciales y sobre Dios, las cuales plasmaba en sus poemas.
Por Carmen Sigüenza
Madrid, 19 de enero (EFE).- La poeta mexicana Pita Amor es una de las mujeres más transgresoras y polémicas de la literatura mexicana del siglo XX. Con una personalidad arrolladora creó una obra de tan gran dimensión como su perfil, en una época que la miró con extrañeza. Ahora se publica en España Polvo, obra central de su trayectoria literaria.
Pita Amor (Ciudad de México 1918-2000) era tía de la escritora, periodista y Premio Cervantes Elena Poniatowska, quien en Polvo (Torremozas) hace un prólogo semblanza de la poeta que está incluido en su libro de relatos Las siete cabritas, donde reúne retratos de mujeres imprescindibles de la cultura mexicana.
En esta semblanza, Poniatowska, cuya madre era prima hermana de Amor, traza una amplia semblanza suya y habla de cuando se publicó Polvo, en 1949. Recuerda que ella un día le dijo: «No te compares con tu tía de fuego! ¡No te atrevas a parecerte junto a mí, junto a mis vientos huracanados, mis tempestades, mis ríos de lava! ¡Yo soy el sol, muchachita, apenas te aproximes te carbonizarán mis rayos! ¡Soy un volcán!».
Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, conocida por todos como Pita, además de poeta, narradora y oralista, fue una precursora de la liberación de la mujer en los años cincuenta en México, sin pelos en la lengua, sin tapujos, llevaba una vida mundana que tapó su obra.
Una creadora desnuda, tanto en su poesía («con sonetos perfectos») como en la exhibición constante de su cuerpo. Nacida en el seno de una familia conservadora, desafió las costumbres de su época. Fue madre soltera, tuvo una intensa vida amorosa y dudas existenciales y sobre Dios que plasmaba en sus poemas.
«Ni su padre ni su madre tuvieron fuerza para controlarla y la dejaron libre como sus palabras», escribe Poniatowska.
La escritora mexicana asegura que Amor «fue de escándalo en escándalo sin la menor compasión por sí misma. En un programa de televisión, cuajada de joyas, dos anillos en cada dedo, y sobre todo, con un escote que hizo protestar a la Liga de la Decencia que afirmaba que no se podía recitar a San Juan de la Cruz con los pechos fuera, se puso a decir décimas soberbias. Sus décimas a Dios fueron el delirio», escribe.
«Dentro del universo, Pita es como un astro. Desconozco el sol en cuya órbita gira, pero puedo decir que tiene una vida propia y peculiar, aunque en algunos aspectos sus fuerzas elementales se parecen a las de nuestro planeta: vientos huracanados, fuego intenso, tempestades y polvo», sostiene Poniatowska.
«Pita es, a día de hoy, toda una leyenda de sorprendentes contrastes y emociones y, como ella misma indicó, a la eternidad ya sentenciada», añade.
Autora de títulos como Yo soy mi casa, Otro libro de amor o Décimas a Dios, entre otros, desde muy joven participó en la vida artística de México. Amor pudo acceder a la buena biblioteca de su padre y acceder a «una educación literaria no formal».
Posó desnuda para Diego Rivera, cuando no lo hacía nadie, y se comparaba en belleza con María Félix. «Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo», decía.
Un personaje que eclipsaba su vida y su obra literaria, que es aquello por lo que debe ser valorada, como recordaba a Efe en México Michael K. Schuessler, autor de la biografía Pita Amor. La undécima musa.
«Si hacemos memoria, después de Sor Juana (1648-1695) ¿quién fue la poetisa más aclamada en México, la más famosa, la más leída? Fue Guadalupe Amor». «Abrió muchos caminos a las mujeres escritoras de las siguientes generaciones», afirmaba el escritor con motivo del centenario de la poeta el 30 de mayo de 2018.
«Pita vivió una tragedia que marcó hondamente su vida personal y sus creaciones: la muerte de su hijo Manuel, quien se ahogó cuando solo tenía un año. Al incidente le siguió un largo silencio creativo y, cuando volvió a tomar la pluma, el ritmo, el contenido, ya no era igual, ya no tenía esos aspectos místicos, esa profundidad de los primeros versos», explicaba.