Familiares de las víctimas de la explosión de una toma clandestina colocada en un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex), ubicado en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, tratan de identificar a sus seres queridos entre los cuerpos que han rescatado los servicios de emergencia, ya que hasta el momento no saben nada de ellos.
El siniestro se registró la tarde de ayer, cuando decenas de personas se encontraban en el lugar intentando llevarse el combustible que salía de una fuga, por lo que el fuego los alcanzó y dejó un saldo de 66 muertos y 76 heridos, los cuales fueron trasladados a diversos hospitales del Estado de México y la capital del país.
Tlahuelilpan, Hidalgo, 19 de enero (SinEmbargo).– «Ahí están. Todos los blancos que están ahí. Los montoncitos negros son los cuerpos«, señaló una anciana con su bastón de madera a unos metros de la zona acordonada, donde los peritos aún recogen cadáveres calcinados tras la explosión en el ducto Tuxpan-Tula, ubicado en Tlahuelilpan, Hidalgo, mientras pobladores y familiares miran.
Aún huele a gasolina. Aún hay bidones tirados.
Bajando al área del accidente que dejó 66 muertos y 76 heridos, se ven zapatos enterrados a un lado de bidones y cubetas vacías.
Cuando las camionetas comenzaron a llevar los cuerpos al Semefo de Tula, los familiares, angustiados, les cerraron el paso. Piden que aún no los lleven a las funerarias para poder reconocerlos.
«Estamos con el dolor. Varias personas no se han reconocido. Hay desaparecidos», dijo una mujer sollozando. «No estamos en una fiesta. Son seres humanos. No los traten como animales, como un palo quemado».
«No hemos comprado ni la pinche caja», agregó otro hombre.
Hay presencia de militares, policía municipal y federal, así como servicios periciales.
Sergio no encuentra a su sobrino de 35 años. Le piden una hebilla o la llave de la camioneta, un metal, que pudiera permitirle reconocerlo.
«Ya fuimos al hospital y no lo encontramos», aseveró.
A lado, un joven pregunta por celular si ya actualizaron la lista de heridos y muertos. También tiene un desaparecido.
En otra llamada, una señora le comentaba a su interlocutor que «para qué están los pinches soldados» cuidando los ductos, si dejaron pasar a tanta gente a tomar el combustible de la fuga.
«Si estaban viendo el peligro, para qué dejaron pasar a la gente. ¡Ellos son los responsables!», gritó.
Alberto, un abuelo en bicicleta, fue a la zona anoche tras oír la explosión poco antes de las siete de la noche. «Estaba viendo toda la gente corriendo y quemándose», evocó.
Vio niños y mujeres. «Traen a sus hijos a recoger gasolina», aseguró.
Opinó que «esta desgracia» es por la «terquedad de la gente que no mide las consecuencias».
El habitante cuenta que en la zona seguido hay fugas.
«A ver si ya les sirve de experiencia», consideró.
Sus cinco hijos se salvaron por minutos. Estaban tomando gasolina, pero su madre, esposa de Alberto, les marcó.
«Háblales, que se vengan», le dijo. «Gracias a Dios sí obedecieron».
Los pobladores siguen sin dejar pasar la fila de camionetas de la funeraria «Tepeyac» de Tula con cuerpos adentro. Temen que lucren y les cobren. Aunque el Gobierno ofreció el servicio de manera gratuita, faltan las necropsias a algunos cadáveres.
«Estamos de apoyo», dice Jorge, un empleado de la funeraria. Semefo oficial no hay.
Juan Luis Lomelí, de Gobernación de Hidalgo, explicó que los pobladores también piden excavar el canal de agua para descartar que no haya cuerpos o restos atorados.
El empleado de la funeraria opinó que eso sería peligroso, porque aún hay gasolina burbujeando. Y huele a combustible.
Finalmente la gente aceptó que se llevaran los cuerpos a la funeraria «El Ángel», aunque con dudas sobre si los harán pagar.