La quimera del coche volador sacude con regularidad el mundo del automóvil. En esta ocasión la Feria de Electrónica de Consumo (CES, por sus siglas en inglés), en Las Vegas, albergó las novedades de este campo de la tecnología.
Ciudad de México, 19 de enero (ElDiario.es/SinEmbargo).- Después de volar por nuestros propios medios, impulsándonos con los pies y desplegando los brazos, el segundo sueño más querido de todos es transportarse a bordo de alguna clase de automóvil, como los que nos ha mostrado el cine, en Star Wars o Blade Runner por ejemplo, y en la televisión con Los supersónicos.
La quimera del coche volador sacude con cierta regularidad el mundo del automóvil, y en esta ocasión ha sido el recién concluido CES de Las Vegas el que ha albergado las últimas novedades en este campo.
La compañía Bell Helicopter ha develado un prototipo de taxi aéreo con capacidad para cuatro personas, que espera poner en funcionamiento a mediados de 2020 en alianza con Uber. En Las Vegas solo ha podido verse el simulador de este vehículo que, según la firma, puede despegar y aterrizar de manera vertical.
Por su parte, Intel ha hecho oficial su asociación con la empresa alemana de taxis voladores Volocopter mediante la presentación de dos modelos diferentes pero que comparten una configuración de dron gigante dotado de 18 rotores eléctricos que mantienen el vehículo en el aire y lo desplazan a una velocidad máxima de 99 km/h.
Su sistema de baterías se distribuye en nueve paquetes, de manera que el coche volador puede seguir funcionando con seguridad si uno o dos paquetes fallan, práctica común en el ámbito de la aviación. Aun así, dispone de un paracaídas balístico que se despliega para poder regresar al suelo en caso de emergencia.
Los visitantes al CES 2018 han contemplado en acción al «volocóptero» en el propio escenario donde Intel realizaba su conferencia de prensa, aunque se ha mantenido atado al suelo y protegido de los más curiosos detrás de varias rejas.
Aunque regresa periódicamente a escena, el coche volador ha estado relativamente tranquilo desde 2012, cuando se conocieron dos proyectos que levantaron mucho revuelo. Uno fue el Hover Car (coche planeador) de Volkswagen, que más que volar flotaba a escasa distancia del suelo por medio de un sistema de raíles electromagnéticos, similar al que emplea el tren que une el centro de la ciudad de Shanghai con el aeropuerto.
El Hover Car no ha sido el único en su especie, Toyota también ha trabajado en un vehículo que se desplace sin tocar la carretera. Ambos tienen el inconveniente de que el gasto energético de estar suspendido en el aire parece ser superior al que supone vencer la fricción con el asfalto.
En el Salón del Automóvil de Nueva York de 2012 se dio a conocer otro coche volador, el TF-X de Terrafugia, una startup impulsada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que ha sido adquirida el pasado verano por Geely, el gigante chino propietario de Volvo. Se dijo que el TF-X costaría alrededor de 25 mil euros, con lo que el invento de Terrafugia sumó un precio asequible al privilegio de ser el primer vehículo autorizado en Estados Unidos, tanto para circular por carretera como para surcar los aires.