Con Gerardo Reyes, director de la Unidad Investigadora de Univision Network, son tres los narradores extranjeros que revelan cómo fueron contactados por gente cercana a “El Chapo”. Ahora se sabe que sólo un actor, Sean Penn, aceptó las condiciones impuestas por el capo: que se contara sólo lo que él quería.
Ciudad de México, 19 de enero (SinEmbargo).– Gerardo Reyes, un reconocido y premiado periodista de Univisión, también fue invitado a entrevistar a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. También le impusieron condiciones, entre ellas que “El Chapo” revisaría su material. Y también, como lo hicieron otros periodistas, dijo que no.
Al menos dos periodistas y un narrador más, todos ellos extranjeros, dijeron no a las personas cercanas a Guzmán Loera. Uno es un periodista de The New Yorker; otro, un editor y escritor argentino. En cambio, el actor Sean Penn, que defiende un supuesto rol de periodista, dijo sí y accedió a que le revisaran el texto que publicó en Rolling Stone.
“Al aceptar nuestra petición de entrevista, Guzmán hizo una petición: todo lo que iba a difundirse debía ser aprobado por él”, cuenta Reyes, director de la Unidad Investigadora de Univision Network, en un texto publicado hoy en The Washington Post.
“En una sala de juntas de la Redacción de Univision en Miami, me reuní con el vicepresidente de la red de noticias, Daniel Coronell, un veterano periodista de investigación que agudizó sus instintos de reportero en los días más oscuros del reinado de Pablo Escobar en Colombia. Discutimos la oferta de Guzmán. Univision había estado siguiendo la historia de Guzmán durante mucho tiempo, y ahora por fin tenía la oportunidad de escucharla en voz del propio fugitivo”, agrega.
Gerardo Reyes dijo que estuvo a punto de aceptar. Era tentador, confiesa. “A principios de ese año, dos productores, un camarógrafo y yo habíamos ido al corazón del reino de ‘El Chapo’, en la aislada y carente de Ley Sierra Madre, donde la exuberante selva es interrumpida solamente por caminos serpenteantes de tierra y pueblos encaramados”.
“En Miami, hablamos de la oferta de Guzmán y rápidamente llegamos a la conclusión de que no podíamos someter nuestro trabajo a esas revisiones [de ‘El Chapo’] por los mismos entrevistados. Enviamos ese mensaje a Guzmán y, en esencia, se rechazó la entrevista con el más buscado y tal vez más poderoso fugitivo del mundo”.
El periodista cuenta en el Washington Post que en el momento “en que me enteré de la entrevista de Penn, me sentí como si hubiera perdido una larga y agotadora carrera de obstáculos. Pero aún así, nunca me arrepentí de rechazar las condiciones de Guzmán, porque sabía que el capo omitiría tanto, especialmente su papel en la violenta guerra contra las drogas de México”.
MALDITO SEAN PENN
Diego Fonseca, editor y escritor argentino, cuenta en su artículo –publicado en El País– “Maldito seas, Sean Penn” que cirujano “supuestamente cercano a Joaquín Guzmán me contactó para que escribiera su vida. Todo resultó en nada y ahora Rolling Stone publica una entrevista que le hizo el actor”.
“Desde hace al menos tres años, Joaquín Guzmán Loera buscó que el mundo conociera su historia por propia boca. El año pasado dio una entrevista a Rolling Stone -que se acaba de publicar- y hace pocos días cayó prisionero por la imprudencia de producir una película, su último intento para propagandizarse. Antes, ‘El Chapo’ quiso que alguien escriba la historia de su vida”.
“El libro debía escribirse en condiciones de espanto y absurdo. El inicio de la producción no tenía fecha fija porque dependía de cuándo Guzmán Loera quisiera o pudiera hablar. Cada uno de mis viajes sería a un aeropuerto a determinar, donde sería recogido por un grupo de hombres. No podía llevar teléfono celular ni computadora, el pasaporte quedaría con ellos y viajaría encapuchado a un destino incierto. En ese paraje remoto de México donde mi única compañía serían tipos armados con todo tipo de armas pero ninguna piedad, debería conversar con Guzmán Loera del tema que él quisiera, por el tiempo que fuera necesario y sujeto a su humor de mercurio. Menudo plan: desaparecería de la Tierra sin aviso y volvería a aparecer cuando ‘El Chapo’ lo deseara”, contó en el texto publicado el pasado 11 de enero.
Fonseca concluye: “En libro o película, El Chapo, un pequeño Darth Vader mexicano, confiaba en nuestra avidez y nuestra piedad para hacer, de su historia, la Historia. Como debía ser, vía Sean Penn y Rolling Stone, ‘El Chapo’ se la regaló a Hollywood”. Dijo no.
…Y EN THE NEW YORKER
“El Chapo” Guzmán, parece, se movió en varias pistas para obtener su libro biográfico. Contactó a un periodista nada menos que de The New Yorker para que se lo escribiera. Quería libro de memorias, de acuerdo con Patrick Radden Keefe.
En 2014, un abogado de la familia Guzmán pidió Keefe, quien en dos ocasiones había escrito un artículo sobre Guzmán, colaborar con el capo en su libro. Keefe dijo que no, por temor a repercusiones legales.
“Yo había escrito dos artículos largos sobre Guzmán y había pasado días entrevistando a ex empleados del Cartel [de Sinaloa] que habían trabajado para él y oficiales de policía que lo habían cazado. Pero esta era la oportunidad de escuchar la historia de Guzmán en sus propias palabras”, narra Keefe en The New Yorker. “Terminé diciendo que no. Mi disposición probablemente hubiera sido ilegal: al ayudar de alguna manera con un libro de memorias, podría haber entrado en conflicto con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que había decretado sanciones contra Guzmán y su organización en virtud de la llamada Ley Kingpin. Pero también me preocupaba que todo el escenario se sentía como el Acto I de un thriller en el que el desgraciado redactor de la revista, cegado por su deseo de una primicia, no necesariamente sobreviviría al Acto II. Tratando de ser lo más discreto posible, dije al abogado que ‘incluso bajo las mejores circunstancias, la relación entre el escritor fantasma y el sujeto puede de vez en cuando… desgarradora”.
Patrick Radden Keefe agrega en un texto publicado en The New Yorker: “El libro de memorias promedio es un ejercicio de vanidad, y mi verdadera preocupación era que nuestros respectivos imperativos, entrando en una sociedad tal, serían imposibles de conciliar. Durante los años que estuvo libre, y generalmente invisible tanto para la policía como para el público, el ser humano real llamado Joaquín Guzmán había sido completamente subsumido por el inalcanzable, proscrito, romántico, invencible ‘El Chapo’. Parecía que había pocas posibilidades de que el capo de la droga, o sus ayudantes, quisieran que escribiera con cualquier grado de precisión sobre el hombre en sí mismo, cuando el mito era tan potente y tan ampliamente aceptado”.
Y luego, una perla sobre el mito capturado vivo:
“El mito de ‘El Chapo’ está claramente vivo y bien, incluso cuando su propia conducta parecería socavarlo. Después de la detención del viernes, hablé con Carl Pike, un recientemente retirado agente de la DEA que pasó años persiguiendo a ‘El Chapo’. ‘Siempre ha jugado el ángulo de tipo rudo’, dijo Pike. ‘Pero cuando llegó la hora, dejó que cinco de sus propios chicos murieran tratando de protegerlo, y a continuación se entregó sin luchar’. Guzmán había dicho a la gente, a lo largo de los años, que nunca permitiría ser tomado con vida. ‘Fue todo pura mierda’, dijo Pike. Cuando hablé con un ex empleado de Guzmán, un traficante convicto que traficaba drogas a través de la frontera con Texas, estaba menos sorprendido por la rendición de ‘El Chapo’. ‘Déjame decirte algo, hombre. Nadie quiere morir’, dijo”.