Algunas veces los amantes se miran y se reconocen en la naturaleza. Quienes han visto y escuchado, al pie de los arrozales, la relación entre el bambú y el viento, no pueden dejar de pensar en la extraña pasión que los mueve. En este poema, además, es tal su agitada compenetración que la amante que comienza siendo bambú termina convertida en viento y el amante, al revés. Y cada uno es y no es lo que ama y acaricia.
Por Alberto Ruy-Sánchez