Unas 2 millones 400 mil empleadas domésticas se encargan de tener en orden más o menos igual número de hogares en México, sin que su labor sea reconocida como un trabajo de verdad, en la mayoría de los casos. Un sindicato de reciente creación ha empezado la batalla por el reconocimiento de sus derechos. Este fin de año lanzó una campaña para que los empleadores les paguen a sus trabajadoras domésticas un aguinaldo justo, pero ese es sólo uno de los frentes del combate.
Ciudad de México, 18 de diciembre (SinEmbargo).– El folleto pide a los empleadores de trabajadoras domésticas que, antes del 20 de diciembre, les paguen como aguinaldo por lo menos una quincena de su sueldo, para que ellas también pasen una Navidad feliz.
Al centro del impreso, la imagen de dos mujeres que intercambian una suma de dinero, ambas, con el rostro contento.
La campaña que promueve el pago de un aguinaldo justo para las empleadas domésticas es sólo uno de varios esfuerzos recientes que buscan el reconocimiento de esa actividad como un trabajo de verdad y, consecuentemente, dotar de derechos laborales a un ejército que se calcula en 2 millones 400 mil empleadas en todo el país.
El epicentro de esa batalla por sus derechos es la Ciudad de México, donde trabajan 300 mil empleadas domésticas, de acuerdo con Ana Laura Aquino, secretaria general Colegiada del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar [Sinactraho].
La campaña del aguinaldo, una prestación que por ley todas las trabajadoras domésticas deberían disfrutar, no hace más que evidenciar el desdén social generalizado por un trabajo que debería ser considerado tan digno como cualquier otro, de acuerdo con la dirigente gremial.
En lugar de pagarles por lo menos 15 días de su sueldo, como indica la Ley, los patrones suelen pensar que una despensa o un suéter son gratificación suficiente para su empleada doméstica, y ellas suelen conformarse con eso.
“Estamos (con la campaña) haciendo que entiendan que es un derecho, que [el aguinaldo] no es un regalo”, agrega.
El sindicato del que Aquino forma parte presentó recientemente, de manera pública, el primer contrato colectivo de trabajo para empleadas del hogar del que se tenga registro en México.
El documento está diseñado para poner fin a injusticias que este sector ha enfrentado históricamente y establece, entre otros, los siguientes derechos y obligaciones:
a) Un salario mínimo diario de 250 pesos. (la suma aumenta si aumentan las tareas o la capacitación requerida).
b) Un salario máximo de 550 pesos para empleadas domésticas con habilidades especiales, como alta cocina o entrenamiento para cuidar a adultos mayores.
c) Una jornada de ocho horas de trabajo.
d) Alimentación sana y nutritiva.
e) días de descanso a la semana y, en el caso de las vacaciones, por cada año trabajado en un mismo sitio.
f) actividades a realizar cada día de servicio.
El tema del salario es esencial para las empleadas del hogar. Un mercado de servicio doméstico no regulado en esa materia permite, por ejemplo, que haya empleadas que ganen sólo 150 pesos a la semana en el sureste del país, en localidades de Oaxaca, por mencionar una entidad.
El contrato laboral que promueve el Sinactraho está basado en los derechos contenidos en el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que debe observarse desde 5 de septiembre de 2013 en los países afiliados al organismo.
Además de abordar temas relacionados con salarios y días de descanso, el convenio también establece medidas de protección contra la violencia y una edad mínima de contratación de las empleadas domésticas, entre muchos otros temas.
De acuerdo con Aquino, hay países que llevan a México una delantera notable en el respeto que brindan a las trabajadoras domésticas.
Uruguay, por ejemplo, fue uno de los primeros países en integrar el convenio 189 en su legislación y en Chile, por ejemplo, hace años que las empleadas domésticas tienen la posibilidad de formar sindicatos.
Un salario justo es probablemente la demanda más sentida para las empleadas del hogar, pero no la única. El reconocimiento pleno de sus derechos laborales se traducirá también en una pensión digna para su vejez o en la adquisición de los beneficios de la seguridad social, con los que hoy la mayoría sólo sueña.
“Entre las 300 mi l trabajadoras domésticas que hay en el DF, sólo nueve de cada 10 tienen seguridad social. Y a nivel nacional, de las 3 millones 400 mil empleadas que se calcula que hay, sólo el uno por ciento tienen seguro social”, dice Aquino.
Ese uno por ciento corresponde a las empleadas domésticas que trabajan para una empresa que ofrece el servicio. En esos casos, las trabajadoras son dadas de alta al IMSS por sus patrones.
Hoy, el empleador de una trabajadora doméstica puede darla de alta al seguro, pero sin todos los beneficios de otro trabajador.
Es justo por eso que el Sinactraho elaboró el contrato de trabajo para empleadas del hogar. Una vez que éste sea oficializado en la Junta de Conciliación y Arbitraje, a principios del 2017, las empleadas interesadas en obtener sus beneficios podrán firmar el contrato al tiempo que se afilien al sindicato, que actualmente tiene una membresía de casi 700 trabajadoras y trabajadores del hogar.
El Sinactraho obtuvo su registro el 17 de septiembre del 2015 y tiene sus oficinas Río Neva 16, planta baja, col. Cuauhtémoc, Delegación Cuauhtémoc, en la Ciudad de México. Los interesados en adherirse al contrato de trabajo, empleadas y empleadores por igual, pueden acudir a su oficina o también llamar al (55) 5207.5466.